Por Hugo Lara Chávez
En vísperas de conmemorarse el V centenario del encuentro de dos mundos, parece que la película “Cabeza de Vaca” llegó en un momento muy oportuno, pero esto no es la única razón que justifique el interés que ha despertado en el ámbito cinematográfico. Lo que definitivamente es cierto es que “Cabeza de Vaca” se ha venido a erigir como una película relevante dentro de la filmografía nacional actual, debido a un estupendo trabajo de producción y a una calidad cuidada que se distingue en todos sus rubros, desde el propio guión hasta la misma dirección.
El realizador de esta cinta, Nicolás Echevarría, tras de sí tiene una respetable carrera como documentalista con sus filmes “Judeo-Semana santa entre los Coras” (1973), “Hikure Tame- Peregrinación del peyote” (1975), “Flor y canto” y “María Sabina” (1978), “Poetas campesinos” (1980) y “El niño Fidencio” (1981). Tras un primer intento frustrado de echar a andar su proyecto de “Cabeza de Vaca” (debido a ciertos problemas canceló el rodaje programado unos años atrás), el director tuvo que pasar por más de seis años de trabajo para ver consumada su “ópera prima” como realizador de ficción. Echevarría ha confesado reiterativamente su gusto y su fascinación por las cuestiones místicas, para saberlo basta con conocer la temática de sus obras. Echevarría, también coguionista de “Cabeza de Vaca”, se basó en el libro “Naufragios” de Alvar Núñez Cabeza de Vaca, publicado en 1542, sobre la historia de este conquistador quien, perdido en una expedición, tuvo que atravesar por territorios desconocidos y misteriosos que a la larga transformaron su vida:
Cabeza de Vaca es el tesorero de la expedición a La Florida que capitaneaba Pánfilo de Narváez en 1528. Después de un atropellado viaje, las fuerzas se han visto menguadas en su número de hombres, por el hambre y por los ataques de los nativos. Cabeza de Vaca, junto a sus compañeros Dorantes y Castillo, y el esclavo negro Estebanico, son los únicos sobrevivientes de la expedición, originariamente compuesta por mas de quinientos hombres. El pequeño grupo de conquistadores es capturado por los indígenas. A Cabeza de Vaca se le asigna como esclavo de un chamán. Pasado algún tiempo, consigue su libertad para después encontrarse de nuevo con el resto de sus compañeros españoles. Su aprendizaje con el hechicero le sirve para hacer actividades de curandero, además de que a raíz de ello sufre un cambio interior. A los ocho años de extraviado por esos territorios misteriosos donde Cabeza de Vaca se compenetra con la magia del mundo indígena, finalmente es encontrado por las fuerzas de Nuño Guzmán.
Las aventuras de Cabeza de Vaca, hacen que la historia se plantee como una constante interacción de dos mundos y de dos dimensiones. En primer lugar, el encuentro antagónico del conquistador y de los nativos, un encuentro furioso, guerrero. En segundo lugar la fusión de la realidad y de la magia. La figura del conquistador es supeditada por el mundo místico indígena, bajo una dimensión a la que será sometido e integrado.
Reuniendo un grupo de productores, desde IMCINE y Televisión española, hasta cooperativas y productoras pequeñas, Echevarría, ha avanzado con su cinta notablemente, ganando premios internacionales curiosamente en oposición al ‘ninguneo’ que sufrió en la entrega de Arieles. Lo que hace grande a “Cabeza de Vaca” de principio a fin, es la seriedad y el esfuerzo puesto en ella, y eso a fin de cuentas, se nota en la pantalla.
“Cabeza de Vaca” (México 1990). Producción: Rafael Cruz, Bertha Navarro, Jorge Sánchez y Julio Solórzano. Dirección: Nicolás Echavarría. Guión: Nicolás Echavarría y Guillermo Sheridan. Foto: Guillermo Navarro. Música: Mario Lavista. Edición: Rafael Castanedo. Con: Juan Diego, Carlos Castañón, Daniel Giménez Cacho, Gerardo Villareal.

