Por Hugo Lara Chávez

Hace un año, el Suplemento Cultura de La Afición entró en una nueva época, y con ella nuevos colaboradores, entre los que yo me encuentro. Es un buen indicio y un estímulo para el trabajo que hemos realizado a lo largo de estos doce meses que, contra viento y marea, hayamos podido sostenernos gracias, indudablemente, a nuestros lectores.

Uno de los éxitos más sonados actualmente es el que está suscitando la película realizada por Alfonso Arau, “Como agua para chocolate”. Desde su exhibición en la pasada Muestra de Cine, luego en el cine Latino en un ciclo llamado “Hoy en el Cine Mexicano”, y posteriormente en la Muestra de Guadalajara, “Como agua para chocolate” recibió un caluroso recibimiento del público; de hecho, en la Muestra de Guadalajara se ganó el premio que, a través de un sondeo, otorga el público. Apenas el lunes pasado, “Como agua para chocolate” se convirtió en la película ganadora de este año en la noche de los Arieles, fueron 10 los que recibió contando el de la mejor película, mejor adaptación, mejor director y superando a películas como “La mujer de Benjamín”, de Carlos Carrera, o “Solo con tu pareja”, de Alfonso Cuarón, entre otras. El arrastre de esta cinta, procede o ha sido heredado en cierta medida por el éxito de la novela homónima en que se basa. La autora de la novela, Laura Esquivel (esposa de Arau), fue también la adaptadora y guionista de la película, así que la adaptación parece seguir fiel y muy cercanamente a su original literario.

El relato de esta película, empieza con un narrador que nos remite a principios de siglo, en el norte del país. En sus propiedades y en la cocina de su casona, doña Elena (Regina Torné) pare a su tercera y última hija, Tita (Lumi Cabazos). Los sabores y los aromas de la cocina dotan a Tita con una extraña capacidad para cocinar y transmitir sus emociones a través esta actividad, que caracterizará sus acciones a lo largo de su vida. Por tradición familiar, Tita no puede casarse, pues al ser la hija más joven, es obliga al celibato para cuidar de su madre hasta la muerte. Sin embargo, Tita en su adolescencia conoce al hombre de su vida, Pedro (Marco Leonardi), quien también se siente fuertemente atraído por ella.  Finalmente, Pedro se decide a solicitar la mano de Tita, pero por la tradición familiar, doña Elena la niega y a cambio, ofrece la de su hija primogénita, Rosaura (Yareli Arizmendi). Pedro, para poder estar lo más cerca posible del amor de Tita, acepta el compromiso. Y empieza entonces las peripecias amorosas de Tita que se suscitan desde la cocina, entre los más suculentos platillos mexicanos y las intensas emociones de ella. Tras varios años, pasando la revolución (Gertrudis, su segunda hermana, se fuga con un revolucionario), la vida amorosa de Tita girará siempre en espera de que su amor, Pedro, el marido de su hermana, pueda liberarse para corresponderla. En ese lapso, Tita renuncia a la obligación de cuidar de su madre (descubre que en la dureza moral de ésta, se esconde un amor secreto y tórrido), y declina el cortejo de un gentil médico gringo.

“Como agua para chocolate” es la quinta película del realizador Alfonso Arau (“El águila descalza”, “Calzonzin Inspector”, “Mojado Power”, “El chido guan”). Sus cuatro películas anteriores, filmadas en veinte años, no habían podido dar una consistencia lo suficientemente sólida a Arau.

Revisando algunos matices de “Como agua para chocolate”, es evidente la fuerte influencia, tanto en la novela como en la adaptación cinematográfica, del realismo mágico de García Márquez, lo que en la novela se nota a veces dudosa, y en la película hay cosas que saltan a la vista, son forzadas, detalles que funcionan casi exclusivamente para el terreno literario. Parece que Arau dependió su forma y su lenguaje al de la novela, así que la película en este sentido no aporta ni quita nada nuevo.

Por otra parte, no deja de incomodar, cuando se mira más detenidamente, el hecho de que el relato, a gritos susurrados, repita un discurso machista: la mujer en espera de su hombre a costa de todo y a cualquier precio; el área tradicionalmente femenina: la cocina y los aspectos domésticos como actividad inherente a la mujer modelo; el film parece anodino en cuanto a un compromiso con un pensamiento o un sentir femenino auténtico, o al menos con una cosmovisión femenina que proponga, que nutra o que cause inquietud. Pero, alguien ha dicho que el público no va al cine para sentirse incómodo.

Aquí se dice lo que ya se ha dicho muchas veces antes. Así, la mujer de este relato resulta el mismo reflejo del rol femenino abnegado y sometido de las más rígidas y esquemáticas tradiciones. Pero el conflicto de este personaje, se da de modo ambiguo y dual: como se aparenta, el conflicto es el de su oposición a esas tradiciones que la someten; pero por otra parte, ella es la más exacta encarnación de otra parte de esas tradiciones, de la invulnerabilidad de unos conceptos morales, familiares y sociales, de la fragilidad de una mujer que ha hecho su vida entorno a la figura de su hombre, a sus exigencias y requerimientos.

La factura de “Como agua para chocolate” es posiblemente lo mejor de ella. Si en el aspecto narrativo la cinta tiene ciertos baches (se rumora que la copia para la exhibición comercial está cortada, quizás por ello hay momentos de confusión, como el final que es, para quien no ha leído la novela, un verdadero desconcierto), en el aspecto de producción es donde se recupera. A pesar de haber traído a Marco Leonardi de Italia (el joven protagonista de la muy celebrada “Cinema Paradiso”) que no resultó lo que se esperaba, la mejor parte la lleva Lumi Cabazos. La foto de Lubezki y Bernstein bien.

Por Hugo Lara Chávez

Investigador, escritor y cineasta, miembro del Sistema Nacional de Creadores de Artes (2023). Egresado de la Licenciatura en Comunicación por la Universidad Iberoamericana. Ha producido el largometraje Ojos que no ven (2022), además de dirigir, escribir y producir el largometraje Cuando los hijos regresan (2017) y el cortometraje Cuatro minutos (2021). Fue productor de la serie televisiva La calle, el aula y la pantalla (2012), entre otros. Como autor y coautor ha publicado los libros Pancho Villa en el cine (2023), Zapata en el cine (2019) en calidad de coordinador, Dos amantes furtivos: cine y teatro mexicanos (2016), Ciudad de cine (2011), *Luces, cámara, acción: cinefotógrafos del cine mexicano 1931-2011* (2011), Cine y revolución (2010) como editor, y Cine antropológico mexicano (2009). En el ámbito curatorial, fue curador de la exposición La Ciudad del Cine (2008) y co-curadór de Cine y Revolución presentada en el Antiguo Colegio de San Ildefonso (2010).En el ámbito periodístico, ha desarrollado crítica de cine, investigación y difusión cinematográfica en diferentes espacios. Desde 2002 dirige el portal de cine CorreCamara.com. Es votante invitado para The Golden Globes 2025.