Por Hugo Lara

El año pasado, 1997, Clint Eastwood dirigió dos películas y actuó en una de ellas, una buena cuota que habla de la fertilidad de este experimentado actor-cineasta quien, en este sentido, sobradamente ha probado su gran talento. La primera, “Poder absoluto” (Absolute power)”, es un ejercicio de pulso y pericia en un terreno que conoce muy bien, el cine de acción. Este filme, cuyo reparto encabeza él mismo, es un relato bien ejecutado donde cumple en sus dos facetas, aunque se aleja de las complicaciones que entraña una trama más ambiciosa, como lo es la segunda película, “Medianoche en el jardín del bien y del mal” (Midnight in the garden of good and evil)”. En ésta, el argumento está basado en un hecho real que, a su vez, se convirtió en un exitoso libro de John Berendt, un best seller en los Estados Unidos —por casi tres años estuvo en las listas del New York Times— que Eastwood decidió llevar a la pantalla, esta vez únicamente tras la cámara.

“Medianoche en el jardín del bien y del mal” trata sobre un reportero de sociales con aspiraciones de escritor, John Kelso (Johns Cusack), que visita el pueblo sureño de Savannah, Georgia, con el fin de cubrir para una revista de Nueva York la exclusiva fiesta que ofrece un millonario local, Jim Williams (Kevin Spacey), un comerciante de anigüedades, elegante, carismático y homosexual. Rápidamente Kelso queda deslumbrado por la ciudad y su florido ambiente, donde conviven lo mismo una hechicera de vudú que un pianista en fiesta perpetua o un estrambótico trasvesti (quien, por cierto, en la vida real es la misma persona que atestiguó los hechos).

Pero una vez que concluye la cena, la historia da un giro cuando Williams asesina a su amante, Billy Hanson (Jude law), un muchacho vulgar de mala reputación y carácter violento. Kelso decide seguir el juicio de Williams para escribir un libro sobre el caso, que se adorna con los motivos y personajes de la Savannah que lo ha cautivado.

Existen dos escenarios en los que se desenvuelve el relato y que, de hecho, marcan tonos distintos del ritmo y de la estructura de la película. El primero, es la bella ciudad sureña, sus casonas, sus calles y sus jardines. Savannah en sí misma es un protagonista que cobija a sus amables creaturas, que se moverán entorno a Kelso, un testigo de sus vidas y de la confusa línea, del bien y del mal, en la que se ha cometido el crimen.

El segundo escenario es el juicio y el proceso de Williams. En estas partes, la película se transforma en un courtroom drama -o drama penal- con los ingredientes tradicionales: los alegatos de los abogados, la presentación de pruebas y testigos, las dudas de culpabilidad, las reacciones del jurado, etcétera.

El guión y la realización centran la narración en los personajes y los múltiples matices que ofrecen. El crimen es un pretexto que sirve para introducirse en ellos y en su mundillo. No obstante, el relato tropieza cuando se necesita equilibrar el embeleso por esta atmósfera con el cuestionamiento moral, que aparece dulcificada y tardíamente. Esto revela ciertas indecisiones del guionista, John Lee Hancock, al momento de adaptar las señas literarias al lenguaje cinematográfico.

Por último, hay que decir a favor del también realizador de “Los imperdonables” (“Unforgiven”, 1992) y de “Los puentes de Madison” (“The Bridges of Madison County”, 1995) que, incluso una película fallida suya —si a ésta se le considera así—, supera sin dificultades a la media que se ofrece en la cartelera cinematográfica.

Por Hugo Lara Chávez

Investigador, escritor y cineasta, miembro del Sistema Nacional de Creadores de Artes (2023). Egresado de la Licenciatura en Comunicación por la Universidad Iberoamericana. Ha producido el largometraje Ojos que no ven (2022), además de dirigir, escribir y producir el largometraje Cuando los hijos regresan (2017) y el cortometraje Cuatro minutos (2021). Fue productor de la serie televisiva La calle, el aula y la pantalla (2012), entre otros. Como autor y coautor ha publicado los libros Pancho Villa en el cine (2023), Zapata en el cine (2019) en calidad de coordinador, Dos amantes furtivos: cine y teatro mexicanos (2016), Ciudad de cine (2011), *Luces, cámara, acción: cinefotógrafos del cine mexicano 1931-2011* (2011), Cine y revolución (2010) como editor, y Cine antropológico mexicano (2009). En el ámbito curatorial, fue curador de la exposición La Ciudad del Cine (2008) y co-curadór de Cine y Revolución presentada en el Antiguo Colegio de San Ildefonso (2010).En el ámbito periodístico, ha desarrollado crítica de cine, investigación y difusión cinematográfica en diferentes espacios. Desde 2002 dirige el portal de cine CorreCamara.com. Es votante invitado para The Golden Globes 2025.