Dos fotogramas de la restauración de “Los Caifanes”.

 

Por Luis Alberto Juárez Pineda [1].

En 2017, durante la decimoquinta edición del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) se exhibió un programa dedicado a las películas producidas por Cinematográfica Marte, productora nodal para el surgimiento de nuevas perspectivas en el cine mexicano de ficción a finales de los sesenta y principios de los setenta. Su primer filme, “Los Caifanes”, dirigido por Juan Ibáñez en 1967, se ha convertido ya en uno de los principales referentes de la cinematografía nacional.

Con motivo de la mencionada retrospectiva, Cineteca Nacional realizó una digitalización de la película por medio del negativo original, conservado en las bóvedas de la institución. El largometraje recibió además un tratamiento de corrección de color que lo preparó para ser visualizado por las audiencias del Festival de Morelia.

Meses después tuve la oportunidad de conocer esta nueva versión y la experiencia se convirtió en uno de los momentos más importantes para mi formación como restaurador digital. “Los Caifanes” es probablemente una de las películas que más veces había visualizado en mi vida como cinéfilo: contaba con un DVD que se ha comercializado por años, la revisité una vez más durante el breve periodo de tiempo que fue adquirida por la plataforma de streaming “Netflix”, e incluso la llegué a ver en un cineclub. Creía tener un amplio conocimiento de lo que iba a proyectarse en pantalla, pero mi sorpresa fue inmensa al percatarme de que estaba presenciando momentos, diálogos y escenas enteras que nunca había conocido. Descubrí que, en realidad, estaba viendo “Los Caifanes” por primera vez.

Es difícil saber cuál es el origen de la versión del filme que había sido distribuida por años. Por las características que presenta el DVD, se trata probablemente de un telecinado creado para su transmisión en la televisión abierta; por lo mismo, los agravios que recibió la obra de Ibáñez pueden deberse a un acto de censura, no por motivos políticos, sino para lograr su transmisión sin complicaciones morales. Varios de los diálogos (que en su mayoría contenían albures y otros juegos del lenguaje presentes en el guion de Carlos Fuentes y Juan Ibáñez) habían sido silenciados, quitando el sonido sin reparo alguno y regresándolo con el mismo desentendimiento; faltaban escenas enteras (más de cinco minutos del metraje original, que resultan ser escenas con juegos de lenguaje o violencia) y en ocasiones el manejo de las luces y la resolución resultaban verdaderamente ofensivas para la calidad de la imagen que se había filmado.

El impacto inicial por el descubrimiento de una versión más completa del filme protagonizado por Julissa, Enrique Álvarez Félix, Óscar Chávez, Sergio Jiménez, Ernesto Gómez Cruz y Eduardo López Rojas se convirtió pronto en una preocupación respecto al estado actual del cine mexicano: Probablemente esa versión mutilada y mal tratada es la única que los espectadores han conocido durante al menos un par de décadas. Eso, pese a que existe, en realidad, la posibilidad de acercarse a una versión más cercana a la obra original de Ibáñez a partir de este negativo original. ¿Cuántas películas están siendo distribuidas en este momento con los mismos problemas y cómo afecta esto a la percepción que las nuevas audiencias tienen de nuestro cine?

La restauración digital de medios audiovisuales es una especialidad reciente en nuestro país. No existe aún ningún centro de estudios que forme a nuevos profesionales en este rubro, por lo que quienes lo conformamos venimos de carreras afines (y a veces no tan afines), tales como restauración (de soportes físicos), diseño, artes visuales, comunicación, historia o animación. Esta condición de recién formados implica que aún no nos hemos planteado a profundidad varios aspectos de nuestro rol dentro de la preservación del cine nacional.

La longevidad de nuestro trabajo no es un tema seguro. Los archivos digitales tienen una expectativa de vida de aproximadamente 5 a 10 años si los soportes en los que se resguardan no son constantemente actualizados. Esta circunstancia condiciona demasiado la posibilidad de que la restauración digital tenga una función a largo plazo como medio de conservación del patrimonio fílmico. El soporte físico sigue siendo en este momento la alternativa más viable para que estos documentos prevalezcan y lleguen a las siguientes generaciones. Ante semejante información, suena natural preguntarse el por qué entonces de la digitalización y la restauración digital.

La respuesta no se encuentra en la conservación, sino en la preservación del patrimonio. El resultado de nuestro trabajo puede no estar destinado a sobrevivir fácilmente los retos que las siguientes décadas nos deparan, pero cumple una importante función en el presente: facilitar el acceso de todas estas obras al público en general.

El cine es un arte que se vive por medio de sus copias. Es un hecho ya conocido que, por la naturaleza misma del material, que se traspasa de negativo a positivo, la proyección y visualización en sala de un “original” de cualquier obra cinematográfica es más bien una ilusión. Lo que llega a nuestra mirada es casi inevitablemente una copia, un descendiente de aquel original en el que se consolidó por primera vez el trabajo de todos los involucrados en la producción. La calidad con la que este duplicado se realice siempre ha sido fundamental para que la obra de las y los cineastas cumpla su función como medio y mensaje.

El arte que no se ve es un arte que no existe. El cine nacional necesita seguir llegando a las audiencias para continuar formando parte de nuestra identidad y memoria. Es en este momento cuando la restauración digital adquiere su verdadera relevancia. En nuestro trabajo está la responsabilidad de realizar la copia digital por medio de la cual nuestra generación (e idealmente, al menos algunas de las siguientes) conocerá nuestro legado fílmico. Nuestro compromiso debe ser respetar y buscar acercarnos lo más posible a las intenciones originales del cineasta y a la imagen que registró la cámara mientras realizamos los diversos tratamientos digitales, que inevitablemente implican una alteración de aquello que se verá en pantalla.

Los retos en este aspecto no han sido pocos. Cinco años después de aquella proyección en el Festival de Morelia, se inició el proyecto de restauración de “Los Caifanes”, integrando a aquella digitalización de 2017 los procesos de reconstrucción de imagen, un nuevo tratamiento de restauración de color y los procesos de restauración de sonido. Durante este proyecto, la aparición de material inter positivo integrado dentro del negativo de imagen abrió una posibilidad respecto a los créditos del filme que no había sido contemplada en versiones anteriores: era probable que los créditos estuvieran pensados para ser proyectados como si fueran negativos.

1. Negativo de “Los Caifanes”, se puede ver el cambio de material a inter positivo  2. Diferencias en el acercamiento digital a los créditos de “Los Caifanes”

 

La decisión no era fácil de tomar. Invertir de una manera tan agresiva los colores de los créditos del filme podría afectar el cómo los espectadores recordarían y apreciarían la obra en un futuro. No era posible contar con el testimonio del director y durante las entrevistas a varios espectadores que vieron la obra en su año de estreno, pudimos percibir la maleabilidad de la memoria humana. Las copias en 16 mm. que afortunadamente se encuentran a resguardo en las bóvedas de la Cineteca Nacional y que datan de la década de los setenta, ayudaron a esclarecer lo que el mismo material indicaba: los créditos debían proyectarse en negativo. La recuperación de este elemento, los valores de color recuperados en la corrección y la inclusión de todas las escenas que por años estuvieron negadas al público, será un factor importante para la nueva impresión que los asistentes a la sala tengan en un futuro de este filme.

Ejemplos como el de “Los Caifanes” nos pueden ayudar en la labor de reconectar al público mexicano con su cine. Muchos materiales de calidad y valor cultural se encuentran en las bóvedas, donde las labores de conservación los mantienen en el mejor estado posible con la esperanza de volver a cumplir su misión original: ser vistos. La digitalización de los mismos crea una ventana de oportunidad para su democratización; sin embargo, para que las versiones que se acerquen al público sean las adecuadas es importante que no solo se realice el escaneo, sino que seacompañen de una reconstrucción adecuada realizada por especialistas sensibilizados a las calidades de la imagen, la investigación de toda fuente que pueda complementar lo que se ve en pantalla y la consciencia de su relevancia en el mantenimiento de la memoria colectiva.

Notas.

[1]. Es Restaurador digital de imagen en el Laboratorio de Restauración Digital “Elena Sánchez Valenzuela”.
“Las fotos que acompañan el presente artículo se incluyen únicamente como apoyo al contenido del texto, cuyo cometido es de difusión cultural”.