Redacción. El pasado martes 16, el escritor José Agustín Ramírez, figura destacada de la contracultura mexicana, cerró los ojos a los 79 años mientras dormía en su hogar en Cuautla, Morelos. Una despedida tranquila para un hombre que dejó una huella imborrable en las letras y el cine de México.
Nacido en Acapulco, Guerrero, en 1944 (aunque también se menciona Guadalajara, Jalisco, como su cuna), Agustín pasó su vida en la Ciudad de México, donde dejó su marca como escritor, argumentista, productor, actor, director y guionista. Su trayectoria multifacética lo llevó desde los estudios en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos hasta la notoriedad con novelas emblemáticas como “La tumba” (1964) y “De perfil” (1966).
El llamado “lenguaje de la onda” en sus obras no solo capturó la esencia de los sesenta en México, sino que también resonó en sus incursiones cinematográficas. “Cinco de chocolate y uno de fresa” (1967) y “Alguien nos quiere matar” (1969) llevaron su estilo fresco a la pantalla, aunque fue con “Ya sé quién eres” (“Te he estado observando”, 1970), su única incursión en cine industrial, que enfrentó la realidad de las expectativas no cumplidas.
Participó en la creación del guión “El rock de la cárcel” y tuvo breves apariciones en “De veras me atrapaste” (1983). Además, adaptó su novela “Mal de piedra” para la película homónima de Federico Chao en 1986. También, fue coautor de guiones de filmes memorables “El apando” (Felipe Cazals, 1976), “Amor a la vuelta de la esquina” (1986) y “Ciudad de ciegos” (1991), ambas de Alberto Cortés, además de sus relatos que fueron adaptadas al cine como “Abolición de la propiedad” (Jesús Magaña, 2012) y “Me estás matando Susana” (Roberto Sneider, 2016).
Entre las distinciones y reconocimientos nacionales e internacionales que ha recibido, destacan el Premio Nacional de Literatura “Juan Ruiz de Alarcón” 1993; el premio “Dos océanos”, otorgado por el Festival Internacional de Biarritz, Cine y Cultura de América Latina, en 1995 por su obra Dos horas de sol; la presea “Juan R. Escudero” del Puerto de Acapulco, 2005, y la medalla Bellas Artes, en 2011. En su honor, se entrega el premio de cuento “José Agustín”, de Acapulco, Guerrero, a partir de 1996.
La salud de Agustín se deterioró desde finales de diciembre, y la extremaunción recibida el 2 de enero marcó un preludio a su partida. Su hijo, José Agustín Ramírez Bermúdez, compartió las palabras finales de su padre: “Con esto ya mi trabajo aquí se va terminando”.
José Agustín deja tras de sí un legado que trasciende géneros artísticos y define una era. Hoy, mientras sus restos son cremados en Cuautla, recordamos a un hombre que no solo escribió historias, sino que vivió la vida como una obra de arte en constante evolución.
Descansa en paz, José Agustín. Tu obra y espíritu viven eternamente en la contracultura que moldeaste con maestría.