Por Pedro Paunero

Una de las películas más influyentes de la historia del cine, “Psicosis” (Psycho, 1960), dirigida por un Alfred Hitchcock que viró, literalmente, sus argumentos de espionaje hacia la violencia extrema, se ha consolidado como la película clásica, encasillada en el subgénero del terror, más vista por primera vez para las fechas del denominado “Spooktober”, aquellos días que preceden al Halloween estadounidense.

Inevitablemente sucia, adaptada de una novela abiertamente barata, culpablemente pulp, escrita por un autor mediocre como Robert Bloch, alcanza las cimas del arte cinematográfico en manos de Hitchcock.

Toda una emotiva sorpresa para los youtubers que reaccionan a su visionado por vez primera, cuando la descubren una cinta rodada en blanco y negro, para muchos, la primera que han visto rodada en tal modalidad, en su vida como cinéfilos, “Psicosis”, avanza -para ellos- como una extraña novedad anacrónica.

La primera de esas antiguas novedades la constituye el diseño de los títulos, hechos por el legendario Saul Bass, que cortan la pantalla en líneas horizontales y rompe las letras, impregnadas por las cuerdas hirientes de la música de Bernard Herrmann, en una de las partituras más efectivas jamás escritas para una película.

La segunda, el atrevimiento de las escenas iniciales, que muestran una relación sexual sin mostrarla, entre Marion Crane (Janet Leigh) y su novio Sam Loomis (John Gavin), antes que ella robe los 40, 000 dólares que su jefe le ha encargado depositar en el banco -ese primer MacGuffin-, para saldar las deudas de Sam.

El otro anacronismo -vuelto, como muchos otros elementos y escenas de la película- en íconos pop, es el nombre del Motel Bates, que varios de estos nuevos espectadores aseguran haber visto en “un show”, concretamente, “Bates Motel”, la serie de televisión del año 2013. El siguiente descubrimiento, el más obvio de todos, la escena de la ducha, aclara el sinnúmero de parodias, memes y homenajes que abundan en las redes e Internet, aunada al hecho shockeante de ver morir al supuesto personaje principal al poco de comenzar.

Marion Crane corresponde, de hecho, al otro MacGuffin, no reconocido que, en relación al dinero (un “Infra MacGuffin”) podríamos denominar como “Supra MacGuffin”, al supeditarlo a sus designios.

La muerte del detective Arbogast (Martin Balsam), filmada en plano cenital, provoca gritos entre los adolescentes, mientras el “plot twist” con Norma Bates momificada y Norman travestido, les desorbita los ojos.

Efectista y audaz, al mismo tiempo, el material explosivo que, parte a parte, diálogo a diálogo, escena tras escena, con su diseño de producción urbano y decadente, a la vez que gótico, hubiera resultado en una cinta de bajo presupuesto -que lo es-, a la que se le hubieran visto las costuras, en manos menos diestras que las del querido Hitch entra, así, al Siglo XXI con honor y respeto.

“Psicosis”, con casi 65 años a cuestas, demuestra su permanencia en el cielo de las leyendas cinematográficas, con todo su impacto revulsivo, para generaciones acostumbradas a otros cines, en un mundo hastiado de imágenes que, irónicamente, “Psicosis” ayudó a crear.

 


 

Por Pedro Paunero

Pedro Paunero. Tuxpan, Veracruz, 1973. Cuentista, novelista, ensayista y crítico de cine. Pionero del Steampunk y Weird West. Colabora con diversos medios nacionales e internacionales. Votante extranjero de los Golden Globe Awards desde 2022.