Por Arturo Garmendia
Ciencia y ficción
Peter Andreas Hansen fue astrónomo germano-danés nacido en 1795. Fue director del observatorio de Seeberg, donde permaneció durante el resto de su carrera, especializándose en astronomía gravitacional. Una investigación sobre la influencia mutua entre Júpiter y Saturno mereció el premio de la Academia de Berlín en 1830, y una memoria sobre alteraciones cometarias fue galardonada por la Academia de París en 1850. En 1838 publicó una revisión de la teoría lunar, que dio origen a las así llamadas las “Tablas Lunares de Hansen”. Su análisis teórico de las perturbaciones lunares, que durante mucho tiempo los expertos consideraron satisfactorias, fueron refutadas en 1923 por E. W. Brow, lo cual no desmerece sus logros. En 1865 Hansen fue elegido miembro extranjero de la Real Academia de las Ciencias de Suecia. Sus teorías fueron la base científica sobre la que se construyó este filme, particularmente por su afirmación de que quizás en la luna hubiera más oro que en la tierra.
No fue la única novedad que propondría la película. También fue visionaria en la propuesta de que un viaje a la luna requeriría un cohete constituído por módulos desprendibles e Impulsado por combustible líquido, nociones introducidas por los distinguidos consultores técnicos del filme, Herman Oberth y Willy Ley. El primero fueuno de los padres fundadores de la astrofísica y de los cohetes espaciales, cuya tesis doctoral de 1922, Los cohetes hacia el espacio fue rechazada por “utópica”, y el segundo, su discípulo, escribió Viajes al espacio exterior en 1922. Otras contribuciones suyas incluyen un telescopio reflector espacial, una estación espacial, una nave espacial eléctrica y trajes espaciales para la astronáutica
Como es de sobra conocido, todo lanzamiento de cohetes espaciales va siempre precedido de su consabida cuenta atrás. Pero lo que no es tan conocido es que esta costumbre no se inició, sino por influencia de un filme. La película fue “La Mujer en la Luna” (1929) de Fritz Lang, en la cual se fantaseaba con la idea del primer viaje a la luna. El momento cumbre era obviamente el lanzamiento del cohete, que Lang muestra con todo lujo de detalles gracias a los magníficos decorados de los que podía disponer, por ser el director más importante de Alemania.
A Lang le interesaba conseguir en ese instante el máximo de suspenso posible, tener a la audiencia paralizada en el momento del despegue. Para ello se le ocurrió una inteligente idea: en lugar de preceder el lanzamiento contando hacia adelante él lo haría al revés. Así Lang marcaba cuál era el momento final como una forma de aumentar el suspenso, sin sospechar que crearía un precedente, pues la idea no sólo funcionó en la película, sino que 40 años después, en 1969, se llevó en la vida real.
Vicisitudes del proyecto
La cinta fue realizada de forma independiente por el productor y director Fritz Lang, basada en el libro “Die Frau im Mond“, escrito por su esposa, Thea von ,. Fue la primera película de ciencia ficción de gran presupuesto, llegando a costar más de 500.000 dólares. La producción de la cinta se prolongó por un año. El profesor Oberth, de quien hemos hablado, quería aprovechar la filmación para construir un vehículo para la película, pero las limitaciones de tiempo y presupuesto se lo impidieron. Oberth diseñó la maqueta.
La película es un melodrama con especulación científica: El astrónomo Manfeldt (es ridiculizado por sus colegas cuando asegura que hay más oro en cualquier montaña de la luna que en la Tierra. El empresario Helius, dueño de una compañía de aviación, está interesado en construir un cohete para ir a la Luna, en compañía de su socio, el ingeniero Windegger quien esa noche anuncia su compromiso matrimonial con Frieda Un grupo de ambiciosos financieros, picados por la avaricia, envían a un sicario a robar la documentación del profesor Manfred y los planos de Helius, el astronauta en ciernes, desolado por la doble noticia del robo y el compromiso de Frieda, de la que también está enamorado. No todo es pérdida. Los ofrecen un trato: devolverán los planos y documentos sustraídos y financiarán el proyecto a cambio del oro lunar o destruirán su empresa.
La segunda parte de la película narra los preparativos y el viaje espacial, cuya tripulación la forman los integrantes de la compañía de Helius, el profesor Manfred, el representante de los financieros y un chicuelo polizonte, aficionado a los comics de aventuras espaciales. Hoy día las experiencias ampliamente divulgadas de las sucesivas empresas espaciales han informado al gran público de acciones y detalles involucradas en estos viajes, por lo que la aproximación que se hace de los mismos no deja de ser naive. Con todo, las escenas no dejan de tener su encanto. Finalmente, alunizamos., sarificios y también amor.
En el tercer segmento finalmente estallan todos los conflictos acumulados. Hay avaricia, celos, pleitos, violencia, muertes, sacrificios y amor. Pero es demasiado tarde: la película resulta larga, incluso tediosa puesto que invierte hora y cuarto en el planeamiento de la anécdota y otros 45 minutos en un viaje sideral, sin escalas, contratiempos ni emociones. Lástima.
Ello no quiere decir que, de cualquier modo, carezca de interés, como evidencia de la ambición -incluso cinematográfica- por la conquista del espacio, Y también por la injusta postergación de la mujer en ese terreno, que se ha prolongado hasta nuestros días en a realidad, y en el cine ha debido a esperar 50 años a la intrépida Sigourney Weaver, en Alien, el octavo pasajero (Ridley Scott, 1979) u 84 años para ver a la valerosa Sandra Bullock en Gravedad (Alfonso Cuarón, 2013). Y ¿alguien sabe si al fin Christina Koch, programada por la NASA para culminar esa tarea este año que termina, finalmente lo hizo?