Por Hugo Lara Chávez
Desde Berlín
La representación de la obra Enrique V en el teatro The Rose, un legendario escenario de la época de Shakespeare que ya no existe más, es presenciada por una multitud vestida a la usanza del siglo XVII. A las afueras de este fabuloso set, se observa a la gente de la calle, sucia y desaliñada, que no son sino un grupo de 400 extras que le dan autenticidad a una ágil secuencia filmada con una steadycam, que captura la atmósfera del Londres de aquella época. Se trata de una escena de Anonymous, la nueva película de Roland Emmerich.
Esta secuencia es filmada en los Estudios Babelsberg, a las afueras de Berlín. Los Babelsberg son de los más antiguos y grandes del mundo, fundados en 1912. En sus foros se han rodado películas legendarias, desde Metrópolis de Fritz Lang hasta Bastardos sin gloria (2009) de Quentin Tarantino.
Atraído por esa rica tradición y, sobre todo, por el antojo de filmar en su propio país, Emerich produce y dirige ahí Anonymous, que promete ser —al menos visualmente— una espectacular película de época alrededor del enigma sobre la identidad del célebre William Shakespeare, y en particular sobre la autoría de sus obras, pues a lo largo del tiempo varios investigadores y especialistas han insistido en que el verdadero autor de Romeo y Julieta o Hamlet fue, en realidad, otra persona.
Emmerich, que ha ganado notoriedad en Hollywood por dirigir millonarias producciones como El día de la independencia (Independence Day, 1996), El día después de mañana (The Day after Tomorrow, 2004) o más recientemente 2012 (2009), se sirve de este misterio para penetrar en el ambiente de conspiraciones palaciegas y romances furtivos de la corte de la reina Elizabeth, a partir de un argumento de John Orloff.
Así, entre los personajes de la trama, lleva el mayor peso el Conde de Oxford, Edward de Vere, un noble culto al que se le ha llegado a atribuir la autoría de la obra shakesperiana . El personaje es interpretado por Rhys Ifans, que comparte créditos con Vanessa Redgrave, en el papel de la reina, así como Joel Richardson, que hace el mismo papel de la reina en una edad joven.
Algunos de los grandes foros de Babelsberg, a donde Cinemanía acudió, han sido ambientados para recrear ciertos escenarios de Londres del siglo XVII. Resulta curioso que la producción haya optado por este camino, en vez de trasladarse a Inglaterra y usar locaciones reales. Este enigma se despeja conforme algunos miembros del crew explican sus razones.
“El Londres del siglo XVII no existe más –asegura Marc Weigert, uno de los productores y supervisor de efectos visuales– Desde entonces ha cambiado mucho, pues incluso su transformación sucedió a raíz del gran incendio de 1616, que consumió muchos de los escenarios que nosotros necesitábamos. Por eso hicimos un intenso scouting de locaciones en Inglaterra y tomamos cerca de 15 mil fotos de ellas. De ahí, seleccionamos algunos edificios y lugares que podrían servirnos. Luego, como complemento, hemos desarrollado otros sets en los estudios. Para lograr la recreación fiel de aquel Londres antiguo, estamos completando el trabajo a través de recursos digitales por computadora”.
En efecto, solo algunos célebres edificios ingleses, de añeja arquitectura, fueron usadas y filmadas por una unidad de rodaje, para después ser procesados y manipulados a través de la computadora. “No quisimos usar las locaciones de siempre que se ven en las películas del mismo ambiente –afirma Volker Engel, también coproductor y supervisor de efectos visuales—aunque nos servimos de ciertos edificios que nos sirvieron de modelos, como Compton Wynyates en Warwickshire y Chastleton House en Oxfordshire, con el objeto de rescatar las texturas auténticas. Más tarde, algunas partes fueron construidas en los sets, como las pórticos de piedra, y luego usamos las imágenes auténticas para completar digitalmente las fachadas”
El equipo que trabaja los efectos visuales de Anonymous es prácticamente el mismo que ha rodeado a Emmerich en sus más recientes producciones de Hollywood, de suerte que están familiarizados con el uso de los softwares más avanzados para lograr espectaculares resultados de un gran realismo, como lo hicieron en 2012, donde emplearon una tecnología similar.
Además, en esta producción se ha integrado un novedoso software, Ogel System, que permite crear ciudades enteras, a partir de sus facilidades para incorporar múltiples edificios con variadas opciones de fachadas, colores y texturas. Para darse una idea, con este instrumento es posible diseñar 10 mil variaciones de una sola casa, además de que permite añadir miles y miles de objetos de utilería, como puestos de mercado, carretas, lanchas, botes, bodegas o gente.
La demostración que Engel y Weigert nos hacen de esta tecnología es asombrosa. Algunas imágenes en 2D son convertidas en 3D de forma casi automática, a partir de la lectura vectorial que el sistema posee. Y de la misma manera, la magia digital permite recrear en 3D la textura y forma del agua que corre por el río Támesis, o bien que muestra congelado, como unas magníficas imágenes que nos enseñan sobre la ceremonia fúnebre de la reina Elizabeth.
El grupo dedicado a esta labor ha sido numeroso, un total de 150 personas que intervinieron a lo largo de todo el proceso entre diseñadores, especialistas en texturas, animadores, iluminadores y dibujantes. “Aunque parezca increíble, nos ha convenido producir esta película en Berlín que en Londres. La tecnología nos permite ahorrar costos y reducir el presupuesto”, comenta satisfecho Weigert. “Esta película no sería posible hacerla sin la tecnología que empleamos”, remata Engel.
“Para la ambientación del filme, tuvimos que hacer una extensa investigación –explica Sebastian Krawinkel, responsable del diseño de producción– Nos apoyamos en pinturas de época para recrear los escenarios, así como en un mapa de Londres del siglo XVII, para encontrar las ubicaciones correctas, tanto de los teatros The Rose y The Globe, que son clave en el filme, como de otros edificios relevantes. Todos los interiores fueron construidos en los foros, salvo dos iglesias antiguas”
Adicionalmente, el departamento de arte construyó numerosas maquetas de los edificios antiguos, que se resguardan en un gran salón donde también hay diversos dibujos y bocetos que tapizan las paredes, y que sirvieron para calcular la importancia y dificultad para reconstruirlas en los estudios.
“Fue importante también considerar la imperfección de los detalles —agrega Krawinkel, quien ha colaborado anteriormente con cineastas como Quentin Tarantino, en Bastardos sin gloria— porque eso le da más realismo a cada espacio y edificio, nos permite que parezcan naturales, tanto en los interiores como los exteriores”.
Una labor igualmente ardua y cuidadosa, inspirada también en pinturas antiguas, se observa en la bodega de vestuarios, donde la responsable, Lisy Christl, enseña algunos de los 200 vestuarios usados para Anonymous, algunos de ellos, confeccionados ex profeso con gran delicadeza y perfección con base en tela y piel, como la vestimenta de los protagonistas, en particular del conde de Oxford y de la reina Elizabeth, de color rojo con brocados dorados.
Como colofón, es visible que el grupo de especialistas se siente orgulloso de su desempeño y del entorno que los ha rodeado. “Creo que de todo el proyecto –asegura Krawinkel— una de los aspectos que más disfruté fue el ánimo de Roland Emmerich, porque siempre se mantuvo entusiasta y relajado, con mucha energía, a diferencia de Tarantino, quien se notaba tenso todo el tiempo, tal vez pensando en el éxito de Bastardos sin gloria”, puntualiza.
El misterio Shakespereano
En el largo itinerario, se nos presenta a Lisa Wilson, investigadora del enigma de Shakespeare quien ha asesorado a la producción y quien nos ofrece algunas luces que son abordadas en Anonymous. Wilson señala ciertas pistas que han alimentado la teoría de que las obras de Shakespeare fueron hechas por un autor anónimo. Algunas son evidencias elementales, como la diferencia de ortografía de su nombre en documentos de entonces, que en ocasiones es diferente, aunque hay otros indicios más sospechosos. “En aquella época, Shakespeare era conocido sobre todo como actor –revela Wilson— y algunos especialistas les ha parecido extraño que sus padres fueran analfabetos, que nunca recibiera un pago como escritor, que se supiera que haya viajado fuera de Inglaterra o que no existan originales de sus manuscritos”
La investigadora comenta que fue J. Thomas Looney, alrededor de 1920, quien dio origen a la llamada Teoría de Oxford, que establece que Shakespeare en realidad era Edward de Vere, el conde de Oxford, un aristócrata ilustrado y educado que conocía los lugares y ambientes donde se desarrollan algunas de las famosas tragedias shakesperianas, como Italia. Para acrecentar esta tesis, se ha sugerido que De Vere era un hijo bastardo de la reina, que había crecido fuera de la corte pero que contaba con su protección secreta. En su juventud, se había acercado finalmente a la corte pero su origen le impedía revelar su identidad como autor de los dramas que hablan de intrigas palaciegas y amores tormentosos.
Lo cierto es que el director Roland Emmerich, decidió guiar su película a través de la relación del Conde de Oxford con la reina Elizabeth, mediante un entorno de conspiraciones políticas con una fuerte carga de pasiones humanas.
En la conferencia de prensa final a la visita, organizada en el interior del fabuloso set del teatro The Rose, donde concurre Emmerich junto al guionista John Orloff y los actores Rhys Ifons, Vanessa Redgrave, Joely Richardson, David Thewlis, Rafe Spall (quien encarna a Shakespeare) y Mark Rylance se manifiesta un clima de camaradería y confianza.
“Estamos haciendo una película que mezcla muchos aspectos interesantes –asegura Emmerich—porque no sólo se trata del misterio sobre la identidad del autor de las obras de Shakespeare, sino sobre el entorno de intrigas políticas y pasiones en la corte de la reina Elizabeth y lo que sucede alrededor de su fascinante vida y su muerte, que en buena medida se describe a partir del enigma de Shakespeare. Adicionalmente, contamos con un reparto de actores de primer nivel de origen inglés, que encabeza Vanessa Redgrave , lo que le da al filme una mayor fotaleza”.
El grupo acompaña a Emmerich en una larga mesa puesta sobre el escenario del teatro, mientras un conjunto de músicos interpretan temas renacentistas. El ambiente es propicio para imaginarse en la época de Shakespeare, frente a la promesa de un emocionante drama que está por comenzar. Todo lo que hemos visto a lo largo del recorrido, resulta ser como una gran tramoya que opera tras bambalinas, algo que el público no verá en las pantallas del cine.

