*Un avance especial sobre los premios de la Academia Mexicana: pronósticos, dudas, favoritos…

Por Ulises Pérez Mancilla


Los libros de texto gratuito de lecturas en los 80 solían llevar impreso un viejo relato de dominio público: Un hombre y su pequeño hijo realizaban un viaje largo acompañados por un burro. A su paso, las críticas no se hacían esperar, si el hijo iba trepado en el animal, el hijo era un gañán que pese a su juventud no era capaz de ceder su lugar al cansado padre, si el que iba arriba era el padre, éste era poco menos que un abusivo y desnaturalizado viejo, si ambos montaban al burro no había crédito ante el maltrato que le propinaban al animal, si ambos andaban a pie junto a él eran tontos y desaprovechados. Inexplicablemente ante la opinión de los demás nunca cumplían las expectativas. Era el cuento de nunca acabar.


Este año pasa algo similar con la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas. El año pasado, el actor Daniel Giménez Cacho desató una polémica dada su evidente inconformidad porque “Arráncame la vida” no fue nominada en la categoría a la mejor película. Su discurso iba encaminado a que se premiara lo que él público ve y no a aquellas películas que ni siquiera se han estrenado el día de la premiación. Su postura de reestructurar la Academia sonaba más a reclamo airado que a verdadera propuesta; sin embargo, tuvo una considerable repercusión mediática que pronto levantó ámpula en la comunidad cinematográfica. Lo que nadie dijo en ese entonces era que “Arráncame la vida” tenía las nominaciones que se merecía y que se trataba de una película taquillera, pomposa, basada en un best seller altamente querido pero al final del día, un filme mediocre.


La Academia, presidida por Pedro Armendáriz, se vio obligada a renovar sus estatutos al grado de invitar a más de 500 miembros de la comunidad cinematográfica que en toda la historia del Ariel hubiesen ganado o en algunos casos haber estado nominados para emitir su voto y nominar así las películas de este 2010. En la lista figuraba lo mismo Columba Domínguez que Gonzalo Vega ó Irene Azuela, Elisa Miller que Felipe Cazals o Ernesto Contreras, por citar una diversidad de generaciones. 

La respuesta a la convocatoria fue absurda, apenas un 10% se inscribió para participar. De ese porcentaje un 7% terminó votando, siendo la mayoría los mismos miembros de la Academia que año con año realizan esta labor con disciplina y esmero, algunos años con mejor tino que otros.


No es la primera vez que hay inconformidades con la Academia. De hecho cada año las hay, especialmente en una industria dispar por no decir inexistente en nuestro país; pero problemas por diferencias creativas existen en las Academias de cine de todo el mundo. Pasa en la Española, telón de fondo de incansables luchas de egos encabezadas por los directores que no fueron nominados por sus trabajos en turno y de las que ni Almodóvar se escapa; o en la Norteamericana, supeditada a los niveles de audiencia de la transmisión de su show y que este año ni porque nominaron diez películas dejaron de haber omisiones tan grandes como las de los Arieles este año; y que hacen pensar que este tipo de premios están todavía muy lejos de un verdadero estándar de calidad cinematográfica con el que estén conformes todos los involucrados.


Dimes y diretes aparte, la anécdota para reflexionar en esta, la 52 entrega del Ariel, es encontrar el origen de esa apatía en los miembros de la comunidad cinematográfica hacía su propio cine y el trabajo de sus compañeros. ¿Por qué no votaron todos aquellos a quienes se les invitó?, ¿Por qué la gente de cine no ve cine y se escuda en que no vio todas las películas nominadas a tiempo cuando éstas naufragan en su primer fin de semana? ¿Es necesario considerar un comité de premiación al que se le destine un pago, así como IMCINE paga a los jurados de los concursos que determinan a quien dará sus presupuestos anuales, para que la elección de los nominados sea tomada como una responsabilidad seria? ¿Qué voten los críticos? ¿Qué vote el público? ¿Qué, como en los Oscares, los involucrados de cada área sólo voten por las áreas de su competencia? ¿Qué se amplié la invitación a aquellos que sólo por el hecho de mostrarse interesados puedan votar?


PELÍCULA: Norteado, Cinco días sin Nora, Corazón del tiempo.


Cualquiera de las tres películas nominadas este año podría alzarse como la triunfadora por un azaroso destino que tiene qué ver con todo menos con que se trate de la mejor película del año. “Norteado” trae a cuestas la cosecha de premios a los que se ha hecho acreedora en su paso por diversos festivales internacionales que la dotan de cierto prestigio (San Sebastián, Bratislava, Marrakech, Rotterdam, Tesalónica, entre otros); sin embargo, la academia omitió a Rigoberto Pérezcano de la terna a mejor director y sus detractores ven en ella poco más que una anécdota chistosa con tintes misóginos.  

A reserva de cómo le va en la taquilla a “Norteado” (cuyo estreno se espera para finales de mes), “Cinco días sin Nora” le aventaja en popularidad. Se trata de una cinta cuya principal virtud se la ha impuesto el público al calificarla como una película original, divertida, emotiva, bien hecha y sin pretensiones. Adorable pues, pero con más meritos para ganar como mejor ópera prima. 

Es “Corazón del tiempo” así el filme que podría imponerse a razón del viejo dicho: “más vale el diablo por viejo que por sabio”. Tiene todo para conquistar las filas de viejas generaciones de académicos que suelen ser los que más participan a la hora de emitir su voto. Sin embargo, que ganara “Corazón del tiempo” remitiría al año en que “El misterio del Trinidad” le ganara a “Japón” y “Mil nubes de paz cercan el cielo, amor jamás acabarás de ser amor,” dos obras claves en la historia reciente del cine mexicano vencidas a la postre por otra película menor.


Justamente, es el nuevo trabajo del director Julián Hernández una de las ausencias más notables, especialmente porque se trata de una película de innegable factura, con estricta rigurosidad cinematográfica y cuidadoso detalle en cada una de sus áreas. Como en su momento lo hicieron con “El cielo dividido”, “Rabioso sol rabioso cielo” ha sido ignorada en todas las categorías por argumentos tan inverosímiles como que es demasiado larga, demasiado lenta o demasiado pretenciosa (lo opuesto por lo que otros fueron nominados).  

Va el mismo caso para “Los Bastardos” de Amat Escalante, reducida a un par de nominaciones técnicas cuando se trata una película de migrantes (en un año en que prevalecieron las películas sobre este tema) mucho más transgresora en forma y contenido que “Norteado”, e incluso, premiada igualmente en Festivales Internacionales, sólo que un año atrás.


Por su parte, la exclusión de “Backyard, El traspatio” se adivina más como un agachón político de una Academia cautelosa por condecorar y volver a poner en el ojo del huracán a una película que conviene dejarla en el olvido. ¿Por qué sí nominar a Carrera y no a la película? Por estándares de calidad, queda claro que la producción de Paramount está a la altura (de ahí sus 8 nominaciones en otros rubros y su postulación en la carrera por el Oscar). 

La exclusión del único filme del año de contenido crítico social y político de peso, sólo puede explicarse de la misma forma en que el presidente Felipe Calderón nombró Procurador General de la República a Arturo Chávez Chávez, otrora procurador de Chihuahua en la época de mayor recrudecimiento del feminicidio y que, como el personaje de Alejandro Calva, fue premiado con “la grande” a pesar de que múltiples recomendaciones nacionales e internacionales de derechos humanos documentan su negligencia en la investigación de los casos.


DIRECTOR: Alberto Cortés, Mariana Chenillo, Carlos Carrera.


Estamos frente al típico caso de justicia a destiempo, Alberto Cortés tendrá que subir a recoger el Ariel que la Academia le negó en su momento por “Ciudad de ciegos”, en esta ocasión por una película en la que deja claro su oficio, su talento y una postura política loable empero anacrónica. 

En la repartición diplomática de premios (muy al estilo del Festival de Guadalajara), es más probable que Mariana Chenillo se lleve las palmas por haber dirigido la mejor película del año o la mejor ópera prima o por haber escrito el mejor guión original, hecho que para un debut tan celebrado como el de ella es propiamente una justa bienvenida.

La inclusión de Carlos Carrera por “Backyartd. El traspatio”, se lee más como un reconocimiento forzado, una especie de comodín para dotar de cierto prestigio a la terna con un director que no sólo es miembro activo de la Academia sino un consentido de la comunidad cinematográfica. Muy probablemente él sea el ganador, pero el próximo año por De la infancia. Definitivamente, su nominación tendría otra lectura si la película estuviera nominada.


Con la omisión de Julián Hernández, la Academia cierra sus filas al reconocimiento de un cineasta constante y transgresor, cuya entereza, disciplina y pasión por el cine ya no hay. Más allá del estigma del cine gay, su filmografía junto a la de Eimbcke y Reygadas, completa la tercia de los tres mejores directores mexicanos contemporáneos. Asimismo, desconcierta la exclusión de Amat Escalante, quien con su segunda película alcanza la continuidad autoral y la fuerza que Reygadas logró hasta su tercera.


ÓPERA PRIMA: Norteado, Cinco días sin Nora, Conozca la cabeza de Juan Pérez.


Una terna justa para “Norteado” y “Cinco días sin Nora”, donde a juzgar por los cánones de la academia, es aquí donde se gestará la verdadera pelea entre las obras de Chenillo y Pérezcano. La directora egresada del CCC y el director Cuequero comparten cartel con Conozca la cabeza de Juan Pérez de Emilio Portes, otro CCC’ero que se cuela a la terna por méritos propios con esta atípica comedia que sobresale al retomar los mejores enredos del cine de ficheras. 

En un año en el que predominaron las óperas primas (17 de 26) la nominación para Portes es en sí un reconocimiento a un director renovador, inquieto y con las suficientes agallas como para debutar con un preludio como éste.


Tres títulos que pudieron ocupar el lugar de “Conozca la cabeza de Juan Pérez” con un poco más de suerte son: “Oveja Negra “(melodrama ranchero que supo conciliar buenas críticas y buena taquilla), “Espiral” (una sensible y progresiva visión sobre las mujeres cuyos maridos, padres o hijos emigran a los Estados Unidos) y “Cosas insignificantes” (elegante realización de Andrea Martínez bajo el cobijo de Bertha Navarro y la Warner Bros). Curiosamente, las tres abordando también la problemática de los migrantes.


GUIÓN ORIGINAL: Parque vía, Norteado, Corazón del tiempo, Cinco días sin Nora.


Reza el lugar común que no hay mejor película sin un gran guión, pero lo cierto también es que un buen guión es mucho más que una buena premisa. Éste año, además de que desaparece lel apartado de mejor guión adaptado (puesto que no se consideró oficialmente desierta), se presenta uno de esas atípicas categorías de cuatro nominados donde la sorpresa es Enrique Rivero a través de Parque vía. Un extraño reconocimiento a una de las películas alternativas del año que recuerda mucho a “Japón” y que difícilmente ganará, pero se agradece su inclusión. 

Si la mejor película resulta ser “Cinco días sin Nora” y el mejor director Alberto Cortés, el premio caerá en manos de Pérezcano y Edgar San Juan (también productor de Norteado), siguiendo la regla de repartición de premios. No obstante, sólo por convertir con harto tino en guión cinematográfico su larga trayectoria como cronista del movimiento zapatista (cuyo trabajo ha sido documentado por años en el periódico La Jornada), así como el seguimiento oportuno, periodístico y genuino que le ha dado al conflicto chiapaneco por años, Herman Bellinghausen debería ser, junto con Alberto Cortés, el favorito sentimental por “Corazón del tiempo”.


Aquí la ausencia más notable es la de Sabina Berman e Isabelle Tardan por Backyard El traspatio. Inexplicablemente la tercera película más nominada pero negada como mejor película y guión. El trabajo de la dupla femenina es un bordado claro, sensible y contundente sobre un hecho real cuya adaptación pudo haber naufragado en el burocrático mar de datos en que terminaron los asesinatos y la desaparición de miles de mujeres en este país antes de que el narco opacara sus cifras.


ACTOR: Fernando Luján, Harold Torres, Silverio Palacios.


Fernando Luján es el alma de “Cinco días sin Nora”. Su triunfo, más que justo, sería un auténtico reconocimiento a un actor que en edad de recibir homenajes, permanece vigente y con un dominio del set altamente disfrutable. Es él quien lleva el peso de la película y rescata favorablemente ese sutil tono negro delineado por Chenillo en la película. 

Muy cerca de él, le sigue Silverio Palacios, un actor querido y talentoso de presencia constante en el cine mexicano, que ya ha sido nominado en otras ocasiones (“Sin ton ni Sonia”, “Cero y van Cuatro”, “Morirse en Domingo”) sin éxito. La moneda está en el aire para descubrir si ésta vez, el finado Juan Pérez termina por coronar la carrera entrañable de un actor para el que quizá, el personaje de su carrera está aún por llegar.

Completa la terna el joven veterano Harold Torres, quien después de una corta pero prolífica y ascendente carrera debuta en una terna en la que, a diferencia de la de mejor actriz, los actores jóvenes no son favorecidos más allá de la mención (recordemos el reciente paso de Gabino Rodríguez, Armando Hernández, Diego Luna y Alan Chávez en esta categoría). A su favor tiene el premio de mejor actor en Bratislava sin embargo, este mismo año competía con otras películas (“Cómo no te voy a querer”, “Espiral”) donde su actuación fue regular y este hecho podría hacer pensar a los votantes que es demasiado pronto para premiarlo.


Entre las omisiones más sentidas está la de don Ignacio López Tarso y su mano a mano con Dagoberto Gama en Morenita, el escándalo y más allá de los prejuicios de la señora Blanca Guerra por las películas taquilleras, el celebrado regreso de Jorge Lavat, cuyo protagónico en El estudiante llevó a permanecer más de 20 semanas en taquilla a esta película que sí una mención merecía en esta entrega, era ésta.


ACTRIZ: Tere Ruíz, Paulina Gaitán, Azur Zágada.


Tere Ruíz es para “Viaje Redondo” lo que Fernando Luján para “Cinco días sin Nora”. Después de su triunfo en el Festival de Guadalajara del año pasado recientemente volvió a ser reconocida en el Festival de Amiens y eso puede empujar su triunfo en una categoría emocionante por la edad de las actrices involucradas, el tesón de sus personajes e interpretaciones y su innegable carisma frente a la pantalla. 

Ruiz, como Gaitán y Zágada son el estandarte de una nueva generación de buenas actrices y es tradición del Ariel premiar los debuts interesantes. Aunque Paulina Gaitán por Cosas insignificantes y Asur Zágada por “Backyard: el traspatio”, no cuentan con premios en su haber, tuvieron la oportunidad de matizar satisfactoriamente conflictos propios de su edad inspiradas por realidades ajenas hostiles, contrapuestas.


Se extraña una doble nominación para “Backyard, el traspatio” que reconozca el trabajo de Ana de la Reguera, quien sobresale en un papel mucho más contenido que el de su compañera Asur, así como la presencia de Dolores Heredia por Conozca la cabeza de Juan Pérez, Heredia es una frecuente ninguneada por la Academia a quien le siguen debiendo su Ariel desde “Santitos”.


ACTOR DE REPARTO: José Sefami, Enrique Arreola, Iván Cortés, Rodrigo Corea


Otra categoría que por tradición suele albergar a cuatro contendientes, de los cuales Enrique Arreola es el de menor probabilidad de triunfo. Su nominación por Cinco días sin Nora es la ratificación de lo mucho que su trabajo gusta al gremio y ya tiene un Ariel por “Temporada de patos”. José Sefami, pese a su trayectoria, debuta en la contienda con un personaje malora, un antihéroe híbrido de Brozo, El Payaso Tenebroso, al que el actor aprovecha al máximo en “Conozca la cabeza de Juan Pérez” para volverlo un personaje tan entrañable como el del Kumbia, al que interpreta Rodrigo Corea en Oveja Negra y que desde su escritura ya se sabe destinado a robarse el cariño del público. El mérito de Corea es haberlo llevado a buen término a pesar de todos aquellos momentos en que director, guionista y editor abusaron de su presencia y carisma en la historia al sobre exponerlo. 

Por su parte, Iván Cortés, actor debutante del Centro Universitario de Teatro estremece en un papel altamente complejo, difícil de abordar sin someterse a los estereotipos y que pese a todo, sale muy bien librado con un aire de frescura y autenticidad hacia el final de “Backyard” el traspatio. Se antojan las duplas Silverio Palacios-José Sefami y Asur Zágada-Iván Cortés como ganadores en sus respectivas ternas.


De todas las categorías, ésta es una en la que parecen estar todos los que deberían de estar. Si acaso Alejandro Calva por Backyard el traspatio pudo ocupar el lugar de Arreola.


ACTRIZ DE REPARTO: Sonia Couoh, Verónica Langer, Angelina Peláez.


La gran favorita es Sonia Couoh por Norteado, quien ya ha sido reconocida internacionalmente por su actuación en Abu Dhabi. El peso del premio podría garantizarle el triunfo la noche del 13 de abril sin embargo, antes deberá vencer el registro de dos actrices con tantas tablas que sus personajes brillan sin mayor esfuerzo por sí solos, ambas en papeles cómicos por “Cinco días sin Nora”: Verónica Langer y Angelina Peláez. 

De caer el premio entre una de ellas, es la maestra Peláez la que tiene las de ganar dada su trayectoria y un personaje prototipo de esos que encantan a la Academia y que en ocasiones favorecen a su intérprete sin importar demasiado la calidad de su trabajo (y que en épocas pasadas hizo que Margarita Isabel cosechará infinidad de Arieles en esta misma categoría, sólo para terminar encasillada y exiliada en las telenovelas).

Con un poco de menos prejuicios por parte de los votantes, Barbara Mori, una actriz-empresaria cuyo tesón recuerda mucho al ímpetu prehollywood de Salma Hayek, pudo haber alcanzado su primera nominación por Cosas insignificantes. Una terna más arriesgada hubiese contemplado también los trabajos de Xochiquetzatl Rodríguez por Espiral y de Giovanna Zacarías por “Rabioso sol, rabioso cielo”.

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