Por Hugo Lara Chávez
En Sensualidad (1959) el director Alberto Gout, sitúa en una casona de la calle de Arquímedes la escena final de su melodrama, cuando Fernando Soler enfrenta a su propio hijo, Rubén Rojo, y a Ninón Sevilla, la amante de ambos.
Polanco es uno de los barrios más cosmopolita de la capital. Ocupa los terrenos de lo que antes fue la próspera Hacienda de San Juan de los Morales, y de los ranchos de Polanco y Anzures, que le heredaron su nombre a las colonias del rumbo, las cuales comenzaron a fraccionarse a partir de los años veintes del siglo pasado.
Las primeras residencias que se edificaron en la zona se diseñaron bajo el estilo colonial californiano, si bien, como un añadido nacionalista, las fachadas suelen poseer barroquísimos marcos de cantera profusamente talladas.
Estas mansiones fueron ocupadas por las familias más acomodadas de la capital, muchas de ellas de origen español, libanés y judío. Varias películas mexicanas de los años cuarentas y cincuentas, muestran o hacen mención de este sector como lo más moderno y elegante de la época. Algunos de sus rincones fueron retratados también en Naufragio (Jaime Humberto Hermosillo, 1977).
A partir de los años cincuenta, Polanco empezó a poblarse de grandes y lujosos edificios de departamentos y de oficinas. En la muy exitosa película Sexo, pudor y lágrimas (1998), el director Antonio Serrano se sirve a fondo de la arquitectura de esta zona. (Del libro Una ciudad inventada por el cine, Hugo Lara Chávez, Cineteca Nacional, México, 2006)