Por Jean-Pierre Garcia
Desde Cannes
En competencia
Aunque uno no sepa gran cosa del cine italiano contemporáneo, por lo menos se conoce el nombre de Nanni Moretti. Ya vino varias veces en competencia en Cannes, se puede pensar en “Caro diario” (1993), “Aprile” (1998), “La Camara del hijo” (2001), “Habemus Papam” (2011)…y eso sin hablar de sus primeras obras como “Io sono un autarchico” que hizo en 1976. El tema del dolor consecuente a la muerte de un ser querido ya estaba presente en “La Camara del Hijo”, sigue presente en está última obra casi intimista “Mía Madre”. Me parece importante aquí hablar de este duelo tan especial y universal (todos hemos sido o vamos a ser enfrentados con la muerte de los padres o madre). No es la primera ni la última representación cinematografica de este evento destructor pero también re-constructor. Mientras se haga el trabajo de duelo.
A través de un personaje de director que no puede ser un alter-ego y aún menos una copia de Nanni Moretti, la película que inauguro el 68 festival de Cannes, expresa el punto de vista de la hija a lo largo de la enfermedad y el camino hacia la muerte de su madre. En paralelo se desarrolla el rodaje de una película que dirige la hija. El cine es aquí pretexto para dar un contrapunto auténtico. Para Moretti el mejor oficio que conoce es el cine, así que su personaje protagonista es un cineasta. Pero aquí el cine no es el tema, es la confrontación con la enfermedad y su consciencia ineludible de la muerte que se lo lleva todo.
Sin proponernos un catálogo de todas las reacciones humanas frente al dolor, Nanni Moretti enfrenta su personaje a sus seres próximos : ex-marido, hermano muy cercano, hija, ex-amante y también a sus colegas técnicos de cine. Revisa otra ves el camino de su vida pasada, buenos recuerdos pero también angustias y pesadillas. Muchos de estos aparecen en pequeños flash-backs, en pequeños episodios que suenan como sonidos antiguos, olores desaparecidos en la memoria, sombras que destacan el ser de hoy. Con sutileza y certidumbre al mismo tiempo, los momentos de felicidad o de angustia se mezclan y pareciera que juzgan lo que fue una vida en relación a los padres. Más se acerca el momento fatal que ha de ser la muerte de la madre, sube una emoción, menos discreta y más ahogadora.
El mismo director trata de salvarse con su tradicional sentido del humor.
Quizá este sentido del humor sea otra forma de repuesta cinematográfica al deseo exprimido por Nanni Moretti a sus actores: “quiero ver al actor al lado del personaje”. Este tipo de distanciamiento pedido a los actores se puede también conseguir en el sentido del humor expresado desde el guión.
La obra es fuerte y conmovedora, brotaron de seguro lágrimas en los ojos de muchos espectadores. Y porque no. El cine es también una gran puerta abierta hacia las emociones. Y en este caso esta emoción es muy noble y auténtica. Nanni Moretti sigue siendo un maestro tan maestro que no se da de maestro!