Por Jean-Pierre Garcia
En exclusiva desde Cannes
Una familia de refugiados colombianos huyen de la guerra y llegan a Brasil. En la isla en la que vive su abuela, entre recuerdos y traumas, los muertos conviven con los que sobrevivieron. Una mirada acertada y casi fantástica a un mundo que desea, más que todo, vivir en paz. Esta es la premisa del filme “Los Silencios” de Beatriz Seigner (Brasil-Colombia-Francia, 2018), que se presentó dentro de la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes.
Todo empieza cuando Nuria de 12 años, Fabio de 9 y su madre Amparo, llegan a una pequeña isla casi fronteriza (en la colindancia entre Colombia, Brasil y Perú) del Río Amazona. Huyen de la guerra que provocó la desaparición del padre de su familia. En su vida pasada lo perdieron todo y no les quedan mas que unos recuerdos de paz, ternura y amor.
Un día, el padre reaparece, pero no todos lo ven pues se trata del fantasma del padre asesinado. Deciden esconder este secreto, pues en aquella isla todo se sabe y los políticos no quieren gente con problemas. Rápidamente, Amparo se da cuenta que esta Isla está poblada o es visitada por fantasmas. ¡Y no estamos al final de las sorpresas!
Con sutileza y cariño, Beatriz Seigner nos pinta un universo de gente humilde que trabaja duro para mantener a los hijos y que guarda los horrores a las cuales sobrevivieron ahogados en lo más intimo. Vemos día a día cómo la madre apoya a los hijos en las tareas de la escuela, cómo viven custodiados por el padre que casi todo el tiempo se queda callado, observando las cenas familiares, dando caricias a su esposa, respondiendo a sus preguntas cuando se trata de decisiones importantes para el futuro, como si fuera una familia normal. Aquí no se temen los fantasmas pues se trata de seres queridos que no pueden quedarse lejos de sus familias.
Lejos del pintoresquismo o de una visión folclórica, la directora nos define a sus personajes con mucha atención y respeto, no lo juzga ni los provoca, se queda a lo largo de la película a escuchar a cada uno de ellos. La cualidad de su puesta en escena muy cercana a una estética neorrealista le permite insistir sobre los sentimientos y valores humanos esenciales. La dirección de fotografía y el sonido son excelentes y muy discretos. Permiten dar credibilidad a este encuentro entre vivos y muertos. La directora sabe mezclar sus efectos tanto de luz que de sonido para que uno pueda “viajar” entre técnica y tema de la película.
En este sentido, las ultimas escenas de la película nos proponen una especie de fusión entre desaparecidos y sobrevivientes. Fusión que expresa de modo muy creativo el deseo de paz procedente de estas personas. La isla se llama Isla de la Fantasía, lo que no es una casualidad.
“Los Silencios” es una de las muy buenas sorpresas de este inicio de Festival de Cannes. Con este segundo largometraje brasileño, el cine latino confirma que su talento puede con grandes esperanzas ser ligado a la historia del continente. El tipo de coproducción entre Brasil, Colombia y un país europeo (Francia en este caso) es un camino que merece ser apoyado.