Por Jean-Pierre Garcia
Desde Cannes, (en exclusiva).
“Clara Sola” (Costa-Rica/Suecia, 2021) de Nathalie Álvarez Mesén , se presentó esta jornada en la Selección Quincena de Realizadores
Clara, una mujer de unos cuarenta años, pasea en la selva que rodea a un pueblo de Costa Rica. Entre miradas que se pierden en las ramas y movimientos de sus piernas que se arrastran como cansadas, Clara llama a su yegua Yuca, un magnífico animal blanco, bien testarudo y que solo hace lo que se le antoja. A través de sus pasos, descubramos el mundo de esta mujer, enredada entre los bichos de la selva (insectos, mariposas, escarabajos, ) los árboles y las hojas que dan un respiro muy hondo a la naturaleza. El mundo casi mágico de una princesa aislada como lo era el príncipe de Calderón de la Barca en “La Vida es sueño”. Clara encuentra, en su comunión con la naturaleza, la libertad que le niega su familia y su madre en especial. Nació lisiada ligeramente en sus espaldas, todos los campesinos la consideran como una mujer necia pero, tal vez un poco santa.
Clara es hija de una madre ya anciana, devota y supersticiosa, que exhibe a su hija como si fuera una santa curandera. Todo le vale para sacar un poco de dinero a sus vecinos : enfermedades varias que curar, cáncer que sanar, felicidad que reconquistar… Una parte importante de la casa familiar se parece a un templo o a la iglesia de la Virgen Maria.
Todos estos detalles tienen un gran significado en esta ópera prima de Nathalie Alvarez Mesé, joven directora de doble nacionalidad (Costa Rica y Suecia). Permiten a la directora hacernos descubrir con mucha sensibilidad y realismo el mundo sencillo y profundo de Clara. A pesar de sus cuarenta años, ella se está despertando a la sexualidad, a la sensualidad y de cierto modo al amor.
A primera vista, se puede hablar de realismo mágico en términos de estilo, pero utilizar tales palabras sería muy reductor, muy simplificador. Frente a una madre tan buena como tiránica, su hija busca su libertad en el movimiento difícil de su cuerpo, en la satisfacción de sus fantasías y deseos. Para acabar con los castigos y las frustraciones. Un ejemplo de la severa disciplina de su madre: para que Clara no se masturbe, le unta los dedos de chile bien picante.
El papel tan difícil de Clara fue atribuido a Wendy Chinchilla Araya, bailarina, que por primera vez actuó para cine. Su interpretación resulta exitosa. Da una gran densidad al personaje de esta joven mujer que habla y se mueve poco. Pero que consigue desarrollar todos sus talentos, poco a poco. Hasta que consigue la libertad. Una película muy sutil que a Nathalie Alvarez gusta tejer al ritmo de unas vidas muy cercanas al mundo natural. Vidas explotadas desde siempre, por sociedades patriarcales pero con apoyo femenino. Una ópera prima de mucho talento, de gran sobriedad y emoción.