Colosio, cine y elecciones

Por Lorena Loeza

Los eventos traumáticos colectivos, tienen diferentes maneras de asimilarse. Una de ellas es por cierto, contar la historia incorporando los elementos que se construyen desde el imaginario, más allá de las versiones oficiales que figurarán en los libros de historia.

Lo que pasa de boca en boca, tiene ahora múltiples formas de expresarse, y una de ellas, es por supuesto la pantalla cinematográfica. El asesinato de Luis Donaldo Colosio candidato del PRI  a la Presidencia de la República en 1994, es sin duda un suceso inscrito en la memoria colectiva contemporánea, marcado por la angustia, la incertidumbre y  el miedo. Un candidato priísta por aquellos entonces, era considerado como un virtual Presidente de la República y por lo tanto intocable por los poderes fácticos. Su muerte anunciaba de manera trágica el cambio en las reglas del juego y evidenciaba la ruptura interna del partido que había gobernado al país por casi todo el siglo XX.

Un evento de esta magnitud no podía contarse si hacer una ácida crítica a las condiciones sociales, económicas y políticas que enmarca el suceso, aderezado además en todo este tiempo por múltiples suspicacias y rumores,  mismos que se acentúan justamente en cada época electoral. Hay que decir que el caso más cercano de cómo se integra un evento como éste en el imaginario colectivo, tiene un buen referente en lo que los norteamericanos han hecho con el asesinato de Robert Kennedy, hecho sobre el cual se han realizado series, películas y documentales. También hay que decir que el “boom” de estas versiones de la historia realmente llega  cuando muchos de los protagonistas de la historia también han muerto. Es por ello que hablar del asesinato de Colosio apenas pasados 18 años, es sin duda de llamar la atención.

Es así, que llega a la pantalla grande Colosio, el asesinato (C. Bolado, 2012) justo en temporada de elecciones presidenciales, y aunque no ha sido la única película que se ha realizado sobre el tema, sí es la primera que se proyecta en cartelera comercial. Existe otra cinta titulada Magnicidio, El asesinato de Colosio (M. Marte 2002) que nunca se proyectó en cartelera y tuvo el destino del videohome y la piratería.

La película de Marte, en realidad tiene una producción muy pobre, un guión plano que se basa en pocas premisas históricas y muchas nociones populares; además de actuaciones entre malas y regulares. Lo más aventurado en la cinta es el señalamiento abierto a Carlos Salinas de Gortari y al narco como los autores intelectuales de la conspiración que culminaría con el asesinato del candidato. Colosio y su esposa aparecen como víctimas de la maldad y la fatalidad, incapaces de reconocer el complot en su contra hasta que ya es demasiado tarde. La cinta está realizada muy al estilo de las películas de narcos y judiciales – que hicieran de los Almada grandes ídolos populares- pero es una película floja y a ratos plana y sin sentido, a pesar de que todos sabemos en lo que culminará.

En el caso de la película de Bolado, mucho mejor construida que su antecesora, es importante decir que puede leerse en dos sentidos, el que tiene que ver con la película en sí como propuesta cinematográfica; y la que tiene que ver con el mensaje que contiene y el entorno en que se proyecta.

Por lo que toca a la película como mensaje e intención política, es probable que cumpla con creces su cometido

Respecto a la primera lectura, la película construye una ficción sobre un hecho que todos conocemos y recordamos, y en ese proceso, también es verdad que nos provoca emociones complejas, porque van a ligadas a momentos cruciales del país en que vivimos. Es una película hecha principalmente para los mexicanos, ya que hay datos y algunos cabos sueltos que sólo nosotros identificamos y comprendemos. En este sentido, contar algo que todos sabemos en qué termina, nunca es un reto fácil, por lo que Carlos Bolado decide insertar una historia ficticia paralela al gran acontecimiento, a fin de provocar el interés del espectador y no dar por sentado que de este asunto lo sabemos todo.

Sin embargo, la cinta está muy lejos de constituir un thriller policiaco verdaderamente interesante. Bolado confía en el nivel de información que el público tiene del tema, pero no toma en cuenta  que la película también la verán personas jóvenes y gente desmemoriada. Eso limita la intención de contar algo que es de suyo complejo, sin pensar en un público diverso con diferentes niveles de información al respecto.

Bolado decide también centrar su película en una de las teorías que más se difundió entre las personas: la de que había varios “Aburtos” y de que el que hasta la fecha está en prisión no es el que disparó sobre el candidato. Este quizás sea el mayor acierto de la película, porque pretende formalizar lo que existe en el imaginario colectivo, contando  una verdad oculta, de esas que no quieren que sepamos, pero que sin embargo sabemos. Bolado nos entrega entonces nuestro propio mito sistematizado, lo cual le permite al público identificarse enormemente con el planteamiento.

Pero al final, el asunto no cuaja, a diferencia de Marte, Bolado decide no señalar a nadie en particular como autor intelectual y acaba acusando a todos y a ninguno. Es verdad que a veces es mejor dejar que sea el espectador el que saque sus propias conclusiones, pero definitivamente, en este caso, el asunto termina por dejarnos un final flojo y muchas preguntas.

Por lo que toca a la película como mensaje e intención política, es probable que cumpla con creces su cometido. Un partido corrupto, políticos sin escrúpulos que matan, chantajean, manipulan y extorsionan, es la imagen perfecta del Partido que gobernó a México durante esa etapa, y que está en boca de todos a propósito de las próximas elecciones, es una combinación que seguramente llenará las salas de cine, y generará polémica dentro y fuera de la pantalla. Esta imagen por cierto, también es compartida ampliamente por la cinta de Marte, por lo que parece ser un marco lógico de referencia en ambos casos.

Otra conicidencia relevante en  ambas películas es en la ponderación de  la figura de Colosio como un hombre honesto, leal e íntegro que comenzó a ser un peligro para el sistema. Mientras la primera sitúa el inicio de la conspiración desde el instante en que es designado candidato (cosa que parece un tanto carente de verdad histórica) la segunda apunta a una conspiración por temor a no poder controlar la integridad del candidato para sus propósitos. En la primera hay un claro señalamiento al expresidente Salinas de Gortari, quien aparentemente habría actuado solo, en la segunda hay una intriga palaciega coordinada por Córdoba Montoya, el siniestro secretario particular del Presidente.

El que la cinta de Bolado sea presentada justo antes de las elecciones, hace pensar que la cinta podría influir en la decisión de voto, pero ello es definitivamente difícil de medir y comprobar. Es verdad que la cinta de Bolado tuvo buena respuesta del público, y que la cinta de Marte tuvo un repunte de ventas en el mercado informal, pero eso no necesariamente quiere decir que la vuelta a la memoria de tan doloroso suceso sea influyente para cambiar el rumbo de la elección.

Colosio y su historia, seguramente seguirán siendo material digno de contarse y filmarse. Importante también en el proceso de asimilación y análisis. Dos películas sobre el tema en 18 años parece que es al final un buen récord, sobre todo tratándose de un pueblo como el nuestro – que como dicen- no tiene memoria.

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Cineasta e investigador. Licenciado en comunicación por la Universidad Iberoamericana. Director-guionista del largometraje Cuando los hijos regresan (2017). Productor del largometraje Ojos que no ven (2022), entre otros. Director del portal Correcamara.com y autor de los libros “Pancho Villa en el cine” (2023) y “Zapata en el cine” (2019), ambos con Eduardo de la Vega Alfaro; “Dos amantes furtivos. Cine y teatro mexicanos” (coordinador) (2015), “Luces, cámara, acción: cinefotógrafos del cine mexicano 1931-201” (2011) con Elisa Lozano, “Ciudad de cine” (2010) y"Una ciudad inventada por el cine (2006), entre otros.