Por José de Jesús Chávez Martínez

Las dictaduras en Latinoamérica fueron producto de intervenciones del gobierno estadounidense para imponer esos regímenes durante los momentos más álgidos de la Guerra Fría, justamente para impedir el avance del comunismo en el continente. Sudamérica fue la parte más afectada en tres de las grandes naciones de la región: Chile, Brasil y Argentina. De este último país se ocupa “Argentina, 1985”, película del joven cineasta Santiago Mitre, basada en hechos reales y estelarizada por el siempre eficiente y talentoso Ricardo Darín, en el papel del abogado Julio César Strassera, quien en la realidad histórica fungió como fiscal en el célebre Juicio a las Juntas Militares en el que un tribunal civil por primera vez en la historia mundial procesó a los máximos jefes del ejército por crímenes de lesa humanidad durante la dictadura de Jorge Rafael Videla.

Videla llegó al poder mediante un golpe de estado y junto con altos mandos de las Juntas cometieron asesinatos, robo de bebés, desapariciones y otras violaciones contra civiles argentinos en un periodo aproximado de entre 5 y 7 años. Sin embargo, el presidente Raúl Alfonsín, elegido en 1983 mediante un proceso democrático, ordena llevar a juicio a los ya excomandantes, quienes exigían ser procesados por tribunales militares. Ante esta controversia, habría que darse prisa y es así como se elige fiscal al Doctor Strassera, en lo que posteriormente sería un sumario sumamente difícil, ya que tan solo había cuatro meses para preparar el papeleo y los militares aún tenían ciertas influencias con los altos mandos del ejército.

Strassera tiene un fiscal adjunto, el joven Luis Moreno Ocampo (Peter Lanzani) que a su vez consigue un grupo de también jóvenes abogados para armar el expediente y las pruebas contra 9 de los 10 exmilitares acusados, entre ellos, el mismo Videla. Así, la historia transcurre con la atención de los medios y de la sociedad argentina en general, con la presión de los sectores conservadores y la esperanza de grupos afectados por la dictadura, entre ellos el de las Madres de la Plaza de Mayo, tristemente célebres por haber sufrido la desaparición forzada de alguno o algunos de sus hijos.

La precisión que plantea esta obra es notable en los detalles históricos así como la multiplicidad de personajes y sus momentos íntimos de presión y de inseguridad, lo cual retrata una situación delicada en la que la democracia y la justicia estaban en juego, sobre todo por el poder que tuvieron y después retuvieron, aun destituidos, los de la Junta Militar; la vida de Strassera en familia, teniendo que vigilar y literalmente fiscalizar a su hija mayor Verónica (Gina Mastronicola) que andaba enredada con un hombre casado y siendo ella muy joven, es decir, prácticamente llevar dos juicios, uno en casa y otro en los tribunales; La ayuda de su esposa Silvia (Alejandra Flechner) resulta fundamental y también la de su hijo adolescente Javier (Santiago Armas), que curiosamente funciona como consejero y espía al servicio de su papá, tanto para vigilar a su hermana como a los seis jueces que decidirían la suerte de los dictadores.

Por otra parte, el diseño de producción recrea de manera veraz el ambiente en calles y lugares de Buenos Aires que a su vez genera una atmósfera de presión y premura, aunado a una coloración en tonos tenues. La música igual transmite tensión en las sesiones en la sala de juicios y entusiasmo cuando los jóvenes abogados y su veterano líder trabajan con empeño para completar los expedientes de miles de páginas.

Finalmente las interpretaciones sobresalen ante la seriedad que exige este penoso caso, pero se adereza con escenas simpáticas como las del chico Javier y las señas obscenas del abogado acusador (Strassera/Darín) hacia los enjuiciados en una de las sesiones. Cabe destacar también el discurso definitivo, de antología, que el experimentado fiscal pronuncia antes de la deliberación de los jueces, pues simboliza y expresa la indignación nacional ante la vergonzosa afrenta que quebrantó a todo el país.

Es esta cinta una de esas grandes producciones doblemente histórica (porque hacen historia como obras y porque refieren a la historia contemporánea de la Argentina) acerca de incidentes causados por infames en nombre de un dudoso y mal llamado “Proceso de Reorganización Nacional” (Reorganización Dictatorial, más bien) que aún duelen. Remite y se relaciona sin duda, con la igualmente recomendable “La historia oficial” (1985, curiosamente) de Luis Puenzo.

Premiada en los festivales de Venecia y San Sebastián, entre otros, y nominada al Óscar como mejor película de habla no inglesa, “Argentina, 1985” está disponible en Amazon Prime Video. Es obligada su visión para comprobar si merecía ese Óscar o el BAFTA, premios perdidos ante “Sin novedad en el frente” (2022, Edward Berger). Yo digo que sí debió ganarlos.


Dirección: Santiago Mitre. Año: 2022. Dirección artística: Matías Videla. Producción: Victoria Alonso, Santiago Carabante, Chino Darín, Ricardo Darín, Axel Kuschevatzky, Agustina Llambi-Campbell, Santiago Mitre, Federico Posternak. Diseño de producción: Micaela Saiegh. Guion: Santiago Mitre, Mariano Llinás. Música: Pedro Osuna. Maquillaje: Ángela Garacija. Fotografía: Javier Juliá. Montaje: Andrés P. Estrada. Vestuario: Mónica Toschi. Intérpretes: Ricardo Darín, Peter Lanzani, Alejandra Flechner, Gina Mastronicola, Santiago Armas, Norman Briski, Laura Paredes, Carlos Portaluppi, Susana Pampín, Claudio de Passano, Héctor Díaz, Marcelo Pozzi, Carlos Ihler.
 

Por José de Jesús Chávez Martínez

Comunicólogo egresado de la UAM Xochimilco. Profesor investigador en la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de Occidente Unidad Culiacán, con las líneas comunicación y educación, y el cine como dispositivo didáctico, de las cuales se han desprendido diversos artículos científicos y tres libros. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (SNII). Desde 2021 es colaborador de correcamara.com