Por Hugo Lara Chávez
Este año el público acude en número regular al Foro Internacional de la Cineteca, a diferencia de otros en que era imposible llegar a comprar boleto faltando sólo quince minutos para empezar la función. Para eso, evidentemente también influye la fama de la película, e importa de que director es o de que país proviene.
El domingo pasado se exhibió, en este foro, “Angel de Fuego”, película mexicana cuya fama viene creciendo desde la Muestra de Cine Mexicano de Guadalajara, donde fue merecedora de los premios que otorgaron, por un lado, los críticos extranjeros, y por otro, los nacionales. “Angel de Fuego” parece, entonces, que causó un buen impacto en los extranjeros que la vieron, pues fue la única cinta mexicana invitada al festival de Cannes que acaba de pasar en este mayo. Se exhibió en la Quincena de realizadores, y según algunos reportes, “Angel de fuego” fue bien recibida por el público del festival, al grado que una publicación la calificó como una “fábula buñueliana”.
“Angel de Fuego” es el segundo largometraje profesional de Dana Rotberg, egresada del Centro de Capacitación Cinematográfica. Aunque Rotberg filmó anteriormente un documental importante (“Elvira Luz Cruz: Pena Máxima”), debutó en el medio de manera profesional con una comedia en 1989: “Intimidad”. Es la historia de un profesor frustrado que, durante muchos años de llevar un matrimonio desgastante y aburrido, de pronto descubre a una hermosa vecina que, a la larga, provoca un cambio radical en su vida. “Intimidad” es una comedia ligera pero bien resuelta, que tenía momentos brillantes y atinados.
Dana Rotberg, en “Angel de Fuego”, mete mano en casi todas las áreas fundamentales. Además de ser la directora, es coautora del guión, coeditora y coproductora. Todo lo anterior sirvió para crear una gran expectación personal sobre este film, que finalmente pude desahogar en este Foro.
Angel de Fuego es el mote de una adolescente que trabaja en un circo, haciendo malabares en el trapecio mientras lanza llamas con la boca. Su padre, un viejo acabado y enfermo quien la ha cuidado desde que su madre los abandonó, es uno de los dos payasos del miserable circo. Entre estos dos personajes existe, paradójicamente, una tierna relación incestuosa. El padre muere, y la muchacha, embarazada, decide abandonar el circo y tener a su bebé.
Angel de Fuego encuentra entonces a unos titiriteros ambulantes (a quienes se les unirá), quienes recorren los cinturones de miseria representando pasajes bíblicos. Entre estos titiriteros (que son una mujer madura con vocación de sacerdotisa, su joven hijo y un pequeño niño que recogieron) existe un fanatismo religioso, creado por ellos mismos, que les conduce la vida y les marca su destino. Angel de Fuego viene a descomponer al grupo de titiriteros religiosos: se establece una rivalidad entre Angel de Fuego y la “sacerdotisa” porque existe una evidente atracción sexual entre la primera y el joven hijo de la segunda, un muchacho “puro de nacimiento”. La colisión entre estos personajes provocan que Angel de Fuego pierda a su bebé, mientras la tragedia se avecina también sobre los titiriteros y los personajes del circo.
Lo primero que es notable de este film (y que recuerda necesariamente a “Santa Sangre”, de Jodorowsky), es el ambiente sórdido y miserable donde transcurren las acciones. La fantasía que debería de inspirar el circo y sus personajes, no son más que un deprimente y grotesco espectáculo. Un circo que en las noches se transforma en prostíbulo. Angel de Fuego, que se embaraza debido a una igualmente sórdida relación incestuosa, es esto curiosamente, lo menos repulsivo, lo más tierno e inocente.
Sin embargo, en el aspecto narrativo es donde más baches hay en “Angel de Fuego”. En primera instancia, si algo molesta de la película es su ritmo injustificadamente lento. Se nota la pretensión por explicar el relato a través de las solas imágenes, recurriendo lo menos posible en el diálogo, como se practica en el cine europeo, por ejemplo. Desafortunadamente, lo que resulta es un catálogo extenso de fotos fijas que no siempre contribuyen a darle la fuerza dramática a la narración. La película parece vacía en gran parte de su duración, se vuelve monótona, y el relato pierde fuerza por los débiles cimientos que sostienen a varios personajes, como la madre de Angel de Fuego, e incluso los propios titiriteros. Un final poco convincente que no causa impacto ni emotiva ni visualmente, pues se nota una merma dramática porque se orientó el relato hacia las imágenes sobre los diálogos, y no se encontró el equilibrio correcto.

