Por Lorena Loeza

“Anette” (2021), el más reciente trabajo de Léos Carax, sorprende al mundo post pandemia con una historia incómoda, difícil de asimilar, pero no por eso menos fascinante. Ganadora de la Palma de Oro en Cannes 2021 por mejor dirección, “Annette” es sin duda una dramática historia musical, creada con el fin de mover consciencias y provocar a las y los espectadores.

Nada de lo que podamos decir prepararía a quien no la ha visto, y por supuesto, no  adelantaremos aquí la trama, porque además, justamente se trata de una película que se vive con sobresalto.  Es quizás por ello, que hay un “opening” al mejor estilo del teatro musical –o preludio en el caso de la ópera– que nos advierte de la sorpresa, la risa, el grito o el llanto que la película puede provocarnos y que a fin de cuentas, no olvidemos, es parte del show.

Y es verdad que la advertencia se agradece, pero pasados algunos minutos, no sirve para mucho. Es difícil no mirar con los ojos desorbitados lo que en la pantalla se cuenta, o pensar que es sólo fantasía, porque reconocemos como reales muchas de las cosas que ahí suceden.

Fiel a su estilo, Carax nos lleva por los intricados pasadizos de las contradicciones humanas. A ratos humor negro, a ratos acidez, a ratos fantasía, cuesta trabajo calificar ala cinta dentro de algún género. Sin embargo, lo que si es cierto es que es una historia cantada, con muy pocos diálogos, y en realidad, eso es lo único que nos ayuda identificarla como una ópera rock. Aquí, por supuesto hay quehacer una mención muy elogiosa del trabajo que hizo Sparks, componiendo la música.

Al mejor estilo de la ópera clásica, la cinta construye personajes trágicos, en donde ni el amor, ni el arte son suficientes para contener un destino fatal. La historia nos presenta a Anne (Marion Cotillard) una talentosa cantante de ópera –¿coincidencia? no lo creo– y Henry (Adam Driver) un famoso comediante de stand up.

Su historia inicia como la de los cuentos de hadas: famosos, talentosos, ricos. Sin embargo, nada de eso parece suficiente para construir una familia feliz. Con la llegada de Annette (la hija de ambos) se despierta el lado más oscuro y frustrado de su padre y de la que ahora entendemos, como una relación enfermiza.

Llegado a este punto, son muchos los temas que esta película desarrolla. Desde la masculinidad tóxic o la desilusión de la paternidad, pasando por el espectáculo grotesco de las revistas del corazón, el sensacionalismo y la explotación, que siempre pueden intentar monetizar hasta el más profundo de los milagros.

Ni qué decir que las soberbias actuaciones de Cotillard y de Driver, le dan vida a personajes complejos. Incluso Driver, sin alto registro vocal, logra justamente que entendamos los claroscuros de un personaje tan imperfectamente complejo como el que le toca desarrollar.

Un cuento siniestro. Un musical que respetando sus propias reglas, de repente se olvida de la música y salta hacia el abismo, e increíblemente logra, que decidamos saltar con él para llegar melodiosamente hasta el final.