Por Georgina Espinosa Gaubeca

A juzgar por su título, el espectador pensará que verá toda clase de crímenes y robos en Nueva York, pues la película se sitúa en el invierno de 1981, periodo en el que ocurrió la mayor cantidad de delitos en la ciudad. En la cinta, esta época contextualiza la historia de Abel (Oscar Isaac) y su esposa Anna (Jessica Chastain), quienes luchan contra la corrupción y el crimen que amenazan su negocio familiar. Éste es el tercer largometraje del director  J. C. Chandor, quien anteriormente realizó “Margin call” (2011) y “Cuando todo está perdido” (2013).

Paradójicamente, la historia ocurre de forma tranquila, sin grandes altercados, salvo una persecución a pie; aunque la tensión aumenta conforme avanza la cinta. La narración está meticulosamente armada y construida con inteligencia. La historia está bien elaborada y une todos los cabos sueltos con un final un tanto predecible pero muy satisfactorio. En general, no alcanza mayor profundidad ni dramatismo, ni tampoco es sumamente estremecedora.

El mayor acierto de esta película es la de transportar al espectador al Nueva York de los ochenta, con los peinados, la moda y la belleza –ahora retro- de los Cadillacs y los Mercedes de la época. La fotografía es la de una oscuridad invernal y fría, perfecta para una historia de gángsters y mafiosos. Los paisajes no son los de la ciudad cosmopolita iluminada, sino los de sus límites: suburbios neoyorquinos con arte urbano. Vemos trenes abandonados, túneles, puentes grafiteados, fábricas y bodegas desoladas.

Abel, el protagonista, es un hombre de negocios e inmigrante hispano. No es el comerciante tradicional de Wall Street, sino que está construido a manera de gángster. Abel comenzó como conductor de un camión. Si algo se disfruta de la cinta es ver su actitud valerosa y su porte de hombre de familia y cabeza de la empresa. Es un placer visual ver a Oscar Isaac interpretar su papel como un hombre imponente, atractivo, con su gran gabardina elegante, su impecable peinado y sus diálogos secos pero contundentes. Quizás, lo más atractivo de la película es el misterio con el que Abel se conduce, como las reuniones casi ocultas que tiene con un grupo de judíos millonarios y las conversaciones sarcásticas con su rival en la barbería. Es preciso mencionar que para los espectadores de habla hispana, resulta totalmente decepcionante el diálogo de Abel en español, pues parece que no lo sabe hablar y que sólo pronuncia los sonidos de memoria. 

La historia consiste en que Abel y su mujer Anna persiguen el sueño americano, ya viven en una casa enorme y ahora necesitan expandir su negocio. Para ello, quieren comprar el terreno frente al río Hudson, lo cual les permitirá superar a su competencia. Sin embargo, enfrentan mucha violencia y miedo: sus camiones son asaltados y sus empleados son golpeados; el banco les retira los préstamos y la policía los amenaza con investigar la empresa para encontrar fallas.
La historia se transforma en un drama criminal en el que el protagonista desea ser firme con sus preceptos morales pero poco a poco se va corrompiendo. En cambio, su mujer es un poco más maliciosa y se encarga del trabajo sucio de la empresa. Jessica Chastain desarrolla el papel de mujer dominante, sexy, esposa perfecta, ambiciosa y salvadora del negocio. Ambos se ven envueltos en la decadencia y la corrupción del momento histórico. Su pequeño imperio se desmorona en el año más violento de la ciudad de Nueva York y, Abel, al muy particular estilo Corleone, es un roble que debe meter las manos entre el delito, el crimen, la política y el poder. En suma, “El año más violento” es una película entretenida y de gran atractivo visual, cuyas actuaciones sostienen todo el filme.

La National Board of Review (NBR) otorgó premios a mejor película, mejor actor y mejor actriz secundaria. Jessica Chastain recibió nominación a mejor actriz secundaria por los Globos de Oro, los Críticos de Chicago y los Premios Critics Choice.