Por Hugo Lara
El cineasta estadounidense David Lynch, cuyo curso de su carrera lo ha llevado del cine marginal de “Eraserhead” a la superproducción de “Duna” o “El hombre elefante“, ha cimentado también su estilo en filmes como Terciopelo azul o Corazón salvaje (la que le valió ganar en 1990 la Palma de Oro en Cannes). “El enigma de Twin Peaks” es un capítulo piloto para una serie de televisión. Recurriendo de nueva cuenta a las constantes de su cine (el ambiente malsano, el suspenso que incomoda y perturba, los personajes que se mueven entre la inocencia y la depravación), estas son la columna vertebral de esta historia.
“El enigma de Twin Peaks” respeta las inquietudes manifestadas anteriormente por el realizador en su cinta “Terciopelo azul“. Lynch plantea el misterioso asesinato de una joven después de ser violada, en un pueblecillo de la montaña, Twin Peaks. Para resolver el crimen es comisionado un joven agente del FBI, quien se mueve por el apacible lugar donde los habitantes viven una armonía angustiante, donde el orden cotidiano incuba una silenciosa perversión. El psicópata es un fenómeno social, es parte de la misma estructura y es el complemento de su extremo, el también desquiciado bien.
Esta ambivalencia humana que plantea Lynch, la dualidad y la pugna entre bien y mal, constantes de sus cintas, incluso formalmente (muy importante es la banda sonora y la iluminación en sus películas), es la tan inquietante como personal visión del cineasta sobre el mecanismo de una sociedad que se rige bajo una guillotina que puede caer en cualquier momento, y que se precipita cuando se abre una puerta incorrecta que altera la cotidianidad.
EL ENIGMA DE TWIN PEAKS (Twin Peaks, EU, 1989). Dirección: David Lynch. Producción: David Lynch y Mark Frost. Guion: David Lynch y Mark Frost. Con: Kyle MacLachlan, Michael Ontkean, Joan Chen. Video: Videovisa.

