Por Ingrid Pohlenz
“Hogar” es la cuarta película que dirige y escribe Fien Troch, una directora joven, nacida en Bélgica. La película está basada en hechos reales y se desenvuelve en derredor a un grupo de adolescentes, de su aburrimiento y su ansiedad que se va manifestando a través de sus manos inquietas que rascan, que se sacuden, que intentan asirse de algo en contraste a sus rostros inexpresivos.
La historia presenta discretamente a los personajes in media res, en plena cotidianidad aparece Lina (Lena Suijkerbuijk) una chica que no acaba de desafiar a la autoridad; John (Mistral Guidotti) un muchacho que desde un principio devela que padece una relación abusiva por parte de su madre; Sammy (Loïc Bellemans) que siempre tiene un semblante de discreta indiferencia y su primo Kevin (Sebastian Van Dun) que empieza a trabajar como aprendiz de plomero para la compañía de los padres de Sammy en un intento de reincorporarse a la sociedad después de pasar un corto tiempo en prisión, la dinámica se centra y se articula a partir de éstos jóvenes (un elenco que debutó con honores para esta cinta) y un asesinato. Todos comparten una ingenua violencia, es interesante como Troch incorpora los móviles, no sólo como un elemento cotidiano, también los incorpora como un formato y una analogía: el video, este sin fin de registros que retratan el tiempo muerto que se pueden convertir en un instrumento de nostalgia o de humillación.
El formato de la cinta es 4:3: íntimo, estrecho, se siente la cámara en mano que invade con una discreta coreografía a los personajes, el espectador es ahora un testigo, y es así como significa el formato del teléfono, que es más estrecho todavía, menos nítido, con un lenguaje más inestable y (a simple vista) menos pensado: esa es la perspectiva de los protagonistas, cómo se sienten sofocados por los límites que tiene su propia noción de la realidad, una realidad de constante pose y contención.
Conforme la realidad se intensifica, ya no les es posible contenerse y es así como todos se vuelven cómplices de un crimen terrible, pero, ¿es un crimen realmente? No necesariamente, es la respuesta a un abuso sistemático, a una dinámica cruel; moralmente es un problema muy delicado, un problema que cualquier sistema de derecho condenaría sin ir más lejos.
La cinta es sobria, elegante, pero quizás no es tan impactante a pesar de cómo el argumento y el lenguaje desarman poco a poco a los personajes, quizás no tiene el mismo efecto en el espectador porque nos estamos acostumbrando a puestas como ésta, no sólo en el cine, en nuestra propia cotidianidad y lo escandaloso apenas y retumba.