Por Lola López

“Los días francos”, la ópera prima de Ulises Pérez Mancilla, emerge como una propuesta que, lejos de recurrir a los excesos dramáticos, opta por una exploración sobria y matizada de los conflictos internos de su protagonista, con una dosis de humor corrosivo. Stephanie Salas asume el papel de Amanda, una madre soltera cuyo anhelo de éxito en el ámbito actoral se ve constantemente minado por las exigencias de su rol parental hacia su hijo Nico, interpretado  por el niño Arturo de la Rosa.

La película se adentra en la lucha interna de Amanda entre perseguir sus sueños profesionales y atender sus responsabilidades como madre, un dilema que se agrava ante las dificultades económicas que enfrenta. La aparición de Bull, un personaje encarnado con solvencia por Alberto Santiago, introduce una dinámica de apoyo y comprensión en la vida de la protagonista, ofreciendo un respiro ante su compleja situación.
 

 
Pérez Mancilla, en su debut como director de largometrajes, logra articular una narrativa que, si bien se inspira en los melodramas clásicos del cine mexicano, evade caer en su convencionalismo emocional, optando en su lugar por una representación más realista y reflexiva de sus personajes. La influencia del cine nacional es palpable en el trabajo de Pérez Mancilla, quien no oculta su admiración por el género melodramático y su deseo de reinterpretarlo bajo una óptica contemporánea.
 
El cineasta logra integrar esta veneración por el cine mexicano de una manera que enriquece la narrativa sin sobrecargarla, permitiendo que “Los días francos” mantenga un equilibrio entre homenaje y originalidad. La inclusión de referencias cinéfilas (por ejemplo, “Víctimas del pecado” del Indio Fernández o “Adriana del Río, actriz” de Alberto Bojórquez) son testimonio del respeto y conocimiento que Pérez Mancilla tiene por su herencia cinematográfica, elementos que contribuyen a la autenticidad y relevancia de su obra.
 
Con su estreno en cines, “Los días francos” no solo representa un logro personal para Ulises Pérez Mancilla (con larguísima experiencia como continuista) sino que también se posiciona como una contribución al cine mexicano. A través de una historia que navega dilemas universales con una perspectiva local, la película invita a la audiencia a reflexionar sobre las complejidades de la maternidad, los sueños y el sacrificio.
 
“Los días francos” se distingue, sin ser perfecta pero sí profundamente honesta, por su capacidad para abordar los retos a los que se enfrentan individuos en la búsqueda de conciliar sus aspiraciones personales con las responsabilidades familiares. Es una película que, lejos de buscar el drama fácil, invita a una contemplación de sus temáticas, estableciendo a Pérez Mancilla como una voz prometedora en el cine mexicano contemporáneo.