Por Gustavo Ambrosio
La ambición. Una pulsión humana tan poderosa que lleva a la grandilocuencia, al exceso y a la locura. Y si en algo se parece la obra shekespireana con esta adaptación cinematográfica de Justin Kurzel, es en eso, en que la cinta es muy ambiciosa.
Pero la ambición desmedida por crear LA ADAPTACIÓN de Macbeth al cine se desmorona por ella misma, una ambición desbordada que lleva el exceso a la muerte misma de una obra con tintes estéticos y preciosistas que se pierde entre la solemnidad y el diálogo isabelino que parece un inserto y carece de real emoción.
Aunque es difícil traducir una obra de Shakespeare a la pantalla grande, Macbeth, por sus líneas de acción, es mucho menos compleja que Hamlet, donde no existe sin sus versos, acá, en cambio, se podría haber hecho una modificación más sustancial que preservara el alma de la creación, como lo hizo ya Kurosawa en Trono de sangre.
Acá Jacob Koskoff, Michael Lesslie y Todd Louiso hacen una adaptación que parte de una explicación de “la ambición” de los Macbeth para humanizar a los personajes trágicos y hacerlos menos odiosos al público, a eso agregarle el cambio de parlamentos de personajes, pero conservando la textura isabelina que podría o no resultar chocante, si no se convirtiera de pronto en voces en off decorativas de la imagen.
Ahora bien, la decisión de dirección de Kurzel se aleja de lo cinematográfico logrado antes por Kurosawa y se acerca más a lo teatral (como lo hecho antes por Orson Wells) , en un acomodo estético y una forma estilizada que se nota a leguas que, una de dos, le dio miedo quebrar la marmolea forma de montar Shakespeare o le ganó el pulso visual.
Al parecer fue la segunda, y es que la decisión de montaje ha sido uno de los más interesantes pero también burdos que se han visto últimamente. Con transiciones, slow motion, sobre exposiciones, cámaras movidas y encuadres hechos como posticks de tablón de chavo rockero crean un distractor de la trama y por tanto parece que vemos fragmentos grabados de una obra de teatro con una fotografía impecable a cargo de Adam Arkapaw (Animal kingdom).
Las actuaciones están correctas y entregadas, en el caso de Fassbander, y con un estilo propio, como el caso de Cotillard; pero la exageración teatral y el acento en el diálogo enfría cualquier transmisión emocional de los actores a los espectadores, salvo las brujas o el propio Banquo.
Otro acierto es el despliegue de vestuario y la dirección de arte, pero la decisión de montaje y puesta en cámara del director les resta mérito de lucimiento y los deja sólo como acompañantes visuales, lo que les hace perder todo valor expresivo.
En sí, la adaptación del clásico trágico isabelino por parte de Kurzel se puede resumir como una obra de teatro bellamente filmada y trágicamente ambiciosa a la hora de montarla con un estilo “contemporáneo”.
Dirección: Kurzel, Justin. Guión: Koskoff, Jacob | Lesslie, Michael | Louiso, Todd | Shakespeare, William. País: Estados Unidos · Francia · Reino Unido. Producción: Canning, Iain | Hastings-Smith, Laura | Sherman, Emile. Compañía Productora: See-Saw Films. Fotografía: Arkapaw, Adam. Edición: Dickens, ChrisSonido: Wilson, Stuart. Música: Kurzel, Jed. Reparto: Considine, Paddy | Cotillard, Marion | Debicki, Elizabet | Fassbender, Michael | Harris, Sean | Reynor, Jack | Thewlis, David. Dirección de Arte: Crombie, Fiona. 2015 · Estados Unidos · Francia · Reino Unido · Color · 113 min. ·