Por José de Jesús Chávez Martínez

El cine de terror sigue en busca de alternativas para impactar a los amantes del género tratando de modificar elementos que cambian el modo, pero no logran variar el fin de manera significativa. Es difícil encontrar una manera de proponer innovaciones narrativas en torno a elementos sobrenaturales que son los que definen a un filme de terror: cuando no son vampiros, hombres lobos o zombis, casi siempre son almas en pena con aspecto fantasmal en franca putrefacción, con rostros horrorosos armados con grandes bocas llenas de filosos y puntiagudos dientes, además de que sus cuerpos son esqueléticos y se mueven ya sea con rapidez o lentamente, con movimientos pausados que hacen crujir sus huesos y caminar como arañas. Esto ya es muy común. Se necesita ser un Robert Eggers (con “La bruja”, 2014) o un Kubrik (“El resplandor”, 1980) o un John Carpenter (“Halloween”, 1978 o “La cosa”, 1982) para potencializar al máximo el impacto artístico del género.

Sin embargo, “De noche con el diablo” es un intento meritorio de los cineastas australianos Cameron y Colin Cairnes porque ubica la historia en un lugar cerrado e impensado: un estudio de televisión, durante la noche de Halloween de 1977. Plantean la narración inicial como un falso documental que explica el hallazgo de la grabación de un programa en vivo, por lo que entonces el relato se traslada al material grabado en la estética de lo que se conoce como “metraje (o pietaje) encontrado”, y es a partir de aquí que se exponen los hechos paranormales.

Jack Delroy (un excelente David Dastmalchian) es el animador titular de un programa televisivo de variedades y entrevistas nocturnas llamado “Night Owls with Jack Delroy”. Esta emisión intenta competir ni más ni menos que con “The Tonight Show” de Johnny Carson, aunque no logra igualar los ratings de audiencia del legendario presentador. Las temporadas pasan, Delroy pierde a su esposa enferma de cáncer y, cuando todo parece sombrío, el equipo de producción decide como medida desesperada dedicar un capítulo a fenómenos paranormales, invitando a Christou el médium (Fayssal Bazzi) y a Lilly (Ingrid Torelli) una adolescente, sobreviviente de un suicidio colectivo perpetrado por el líder de una secta religiosa, que va acompañada por la doctora en parapsicología June Ross-Mitchell (Laura Gordon) que la ha estado atendiendo y cree firmemente en las posesiones satánicas sufridas por la joven.

Todo se desarrolla en un ambiente de comicidad, típico de ese tipo de programas, con música en vivo, con bromas hacia el médium y además con la presencia de Carmichael el Conjurador (un estupendo Ian Bliss), un otrora mago devenido en analista escéptico. El rating sube cuando Delroy convence a June de hacer una demostración para ver en directo y en horario estelar una posesión de Lilly. Es aquí cuando ocurre el caos.

Los hermanos Cairnes recurren a la posesión diabólica como cliché, pero la rodean de elementos de la cultura popular en esa década cargada de varias crisis de diverso orden, como la energética, la económica y los resabios de Vietnam. Estaba también en su apogeo el predicador Jim Jones que al año siguiente, en 1978, provocaría precisamente un suicidio colectivo de casi mil de sus seguidores en Guyana.

Lo interesante de “De noche con el diablo” es la incertidumbre creada bajo una atmósfera claustrofóbica que combina lo real con lo sugestivo, esto último gracias al poder de la mente humana, de la hipnosis y de las fuerzas oscuras invisibles pero que se manifiestan de manera contundente (pobre Lilly y pobres todos). De hecho, el final es incierto y perturbador, con un Delroy que termina por ser un famoso presentador pero a la vez un enloquecido aventurero en busca del éxito. A fin de cuentas, lo que busca el cine de terror es perturbar con una fórmula ya establecida a la que hay que buscarle puntos inexplorados y aquí se consigue eso.

Cabe destacar justamente la ambientación y moda de los 70’s, la recreación con la escenografía de entonces y una sensación de estar mirando un programa de esa época. Esta propuesta funciona bien, convence e innova en cierta forma en cuanto al tema central: la ya mencionada posesión satánica. Sin embargo, el crítico británico Mark Kermode señaló en uno de sus programas de radio de la cadena BBC que hay un antecedente muy parecido: “Ghostwatch” (Leslie Manning, 1992), un telefilme británico de falso documental, también de terror, que tiene influencias en “De noche con el diablo”. Entonces la recomendación es ver ambas películas. Esta última, la de los Cairnes, recientemente fue incluida en el menú de Netflix.

Título original: Late Night with the Devil. Año: 2023. Países: Australia y Emiratos Árabes Unidos. Dirección: Colin Cairnes y Cameron Cairnes. Producción: Mat Govoni, Adam White, John Molloy, Roy Lee, Steven Schneider, Derek Dauchy. Guion: Colin Cairnes y Cameron Cairnes. Música: Glenn Richards. Fotografía: Matthew Temple. Montaje: Colin Cairnes y Cameron Cairnes. Productoras: Image Nation Abu Dhabi, VicScreen, AGC Studios, Good Fiend Films, Future Pictures, Spooky Pictures. Distribución:     Umbrella Entertainment, Maslow Entertainment, Ahi Films (Australia). Protagonistas: David Dastmalchian, Laura Gordon, Ingrid Torelli, Ian Bliss, Fayssal Bazzi, Georgina Haig, Josh Quong Tart, Rhys Auteri.

Por José de Jesús Chávez Martínez

Comunicólogo egresado de la UAM Xochimilco. Profesor investigador en la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de Occidente Unidad Culiacán, con las líneas comunicación y educación, y el cine como dispositivo didáctico, de las cuales se han desprendido diversos artículos científicos y tres libros. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (SNII). Desde 2021 es colaborador de correcamara.com