Por Samuel Lagunas

Hay películas de zombis y hay películas zombis. Las películas de zombis son aquellas donde una horda de seres más muertos que vivos deambula por las calles buscando devorar cerebros. “Estación Zombie” (Yeon Sang-Ho, 2016) es una de las muestras más sensatas de este tipo que hemos visto en los últimos años. Pero también hay películas zombis y “Rápidos y furiosos 8” es un elocuente ejemplo de ello.

En la década de 1970 el sociólogo Ulrich Beck propuso que existían categorías “zombi”, es decir, conceptos que se muestran incapaces, a pesar de la prolífica persistencia en su uso, de capturar y describir los complejos procesos sociales que estamos viviendo. Es terco e inútil, por ejemplo, seguir pensando que la “familia” implica necesariamente un padre, una madre y un par de hijos. Por otro lado, desde la filosofía se ha definido al zombi como un ser que carece completamente de conciencia fenoménica, lo que significa que está imposibilitado para relacionar acciones fisiológicas como ver o comer con sensaciones como saborear, asombrarse o sentir dolor. Los zombis no tienen subjetividad: experiencias acumulables que condicionen su modo de ver el mundo; en vez de ello, su único interés es satisfacer sus más brutos y elementales instintos.

En esta estela de reflexiones, la octava entrega de una franquicia que iniciara ya hace 16 años bien puede calificarse como una película que se desenvuelve con arrobo pero que no comunica nada más allá de su predecible e instintiva trama: Toretto (Vin Diesel) y Letty (Michelle Rodríguez) pasan una temporada estupenda en La Habana (capital de la isla de Cuba rescatada finalmente de las garras castristas) haciendo nuevos amigos, ganando algunas carreras y platicando sobre la posibilidad de añadir un nuevo miembro a su familia. Allí, la prodigiosa ciberterrorista Cipher (Charlize Theron, en versión híbrida de bruja de cuento de hadas [en “Blancanieves y el cazador”] y de aquellos fantasmales Gemelos de la saga “Matrix”) sitúa al honorabilísimo Toretto en una encrucijada de la que le será imposible escapar airoso. Paralelamente, Petty (Kurt Russel) acude al hipermusculoso y encasillado padre encomiable Luke Hobbs (Dwayne Johnson) para recuperar en Berlín un arma nuclear. A este escenario se sumarán rostros harto conocidos por los fans de la saga que trabajarán junto a sus potentes y vistosísimos vehículos (un Rally Fighter, un Dodge Ice Charger y un Lamborghini Naranja, entre otros) para cumplir la salvífica misión y desatar los falsos nudos que aspiran a intrigar a los espectadores.

“Rápidos y furiosos 8” es una película zombi no sólo por el bolo ideológico que regurgita descaradamente frente a su audiencia: la familia y la nación, conceptos que ya para Beck estaban vivos-muertos en 1970, para el incansable guionista de la saga Chris Morgan son pilares cuya estabilidad es amenazada por los enemigos del orden y del sistema. También, la cinta dirigida ahora por Felix Gary Gray es una película zombi gracias a su emblemática escena que acaso trascienda las siete películas anteriores: en Nueva York un enjambre de vehículos de la más altísima tecnología es hackeado por Cipher y se ofusca en una tremenda persecución. Después, Luke y su equipo llegan a combatir a estos descerebrados automóviles. Por momentos es imposible encontrar alguna diferencia entre los coches tripulados y los que no lo están. Todos se encauzan con el mismo ímpetu ciego hacia una meta común: el espectáculo de colisiones y motores chamuscados. Es probable, entonces, que ocurra con las próximas entregas lo que pasa al interior del universo de “Rápido y furioso” con el personaje del fallecido Paul Walker, Brian O’Conner: es un muerto al que se obstinan infaustamente en mantener con vida.   

Al final, de todas formas, la cinta consigue nuevamente su objetivo: enganchar al grueso del público con puñetazos, autos inverosímiles y estrambóticas persecuciones. A pesar de que en esta ocasión la dosis de cuerpos muertos es moderada, los protagonistas se comportan con la misma fría y letárgica actitud de un cadáver: todos son un cúmulo de seres simples que abrazan ideales tan o más zombis que ellos en el marco de una franquicia que sigue y seguirá sobreviviendo mientras encuentre a su atrabancado paso cerebros que devorar.
  
Ficha técnica:

Título original: The fate of the furious. Año: 2017. Duración: 137 min. País: Estados Unidos Dirección: Felix Gary Gray. Guion: Chris Morgan. Fotografía: Stephen F. Windon. Edición: Christian Wagner y Paul Rubell. Música: Brian Tyler. Reparto: Vin Diesel, Dwayne Johnson, Charlize Theron, Jason Statham, Michelle Rodriguez, Tyrese Gibson, Chris Bridges, Don Omar, Tego Calderón, Nathalie Emmanuel, Kurt Russell, Scott Eastwood, Helen Mirren.