Por Ali López

Cada vez que tengo oportunidad de decirlo, lo digo: “La Noche de los Muertos Vivientes” (The Night Of the Linving Dead, George A. Romero. USA, 1968) es el Ciudadano Kane de las películas de zombies. Dicho film es canon, molde, ejemplo a seguir. Desde aquel año sesentero que las historias de zombies, dentro y fuera del cine, versan sobre lo mismo que versó ese film. Por esa cuestión, cada vez que vemos una historia de muertos vivientes que salga del paradigma, nos llama la atención. “Los Retornados” (“The Returned”, Manuel Carballo, España-Canadá, 2013) rompe esquemas.

La historia se centra en un espacio y tiempo acontecido ya el Apocalipsis zombie, y donde la cura para revertir la zombificación se ha encontrado. Los infectados tienen que tomar una dosis diaria de cierta proteína que aísla el virus, y les permite continuar con su vida normal. Pero nada es miel sobre hojuelas (o sangre sobre sesos) pues la dosis comienzan a escasear, y un grupo antiretornados, que sólo ve en ellos una amenaza la tente, y un desperdicio de dinero, pretende eliminarlos. Kate (Emily Hampshire) es una doctora que se encarga de cuidar a los infectados y traerlos de vuelta, además de luchar por encontrar la cura para la enfermedad, pues su esposo Alex (Kris Holden-Ried) es un retornado. El mundo es de por si complicado, pero la situación se complica, cuando el gobierno anuncia que cancelara la distribución de la proteína, y los retornados tendrán que entrar en las instalaciones militares. Kate y Alex, con la ayuda de una pareja de amigos, intentarán enfrentar todos sus males.

Sólo hay una palabra para describir el film: Inteligente. “Los Retornados” es un film de  terror, suspenso y zombies, que no se pierde en el limbo del Serie B, el blockbuster, ni de la copia fiel. Es un film de terror, como los films de terror deberían ser. Aquí no tenemos el susto por el susto, o la sangre por lo gore. Hay una historia detrás que nos habla de la condición humana, social y personal, tratando temas como el amor, la amistad, la vida y la muerte. El guión lo pregunta explícitamente ¿Cómo saber que vida vale más? He ahí una de las preguntas intrínsecas de la actualidad. La guerra mata personas a diario, igual que el crimen y el hambre; hay discusiones sobre el aborto y la eutanasia. Las sociedades primer mundistas temen al suicidio o las matanzas que se perpetúan en escuelas y centros comerciales. ¿Cómo estar a salvo, cuando en una sociedad egoísta, la vida nuestra vale más que las de los demás? Preguntas y respuestas, alegorías, catarsis; eso es el cine, o eso debería ser. El género de lo macabro, lo fantástico, del suspenso y/o lo grotesco, no debería estar exento a esto, y muchas veces no lo ha estado. Ya Hitchcock (maestro) nos había hecho una pregunta similar con su film (estupendo) “La Soga” (Rope, USA, 1948). Ésta no es la única interrogante que Los Retornados nos plantea, pero mencionar más, sería arruinar la sorpresa.

Sigamos elogiando la cinta. Por que todo va de maravilla, las actuaciones, la fotografía, la música, los efectos especiales. El guión de Hatem Khraiche se cuela como un aire frío a la media noche, es fantástico, es intrigante, redondo y concreto. La gente que hizo este film, sabe lo que hace, y se nota. Dentro de la película homenajean al primer film netamente de zombies de la historia: “White Zombie” (USA, 1931) [Aunque “El Gabinete del Dr. Caligari” (“Das Cabinet des Dr. Caligari”, Alemania, 1919) es considerado por muchos el primer film de zombies, cabe aclarar que aunque en éste film sí aparece el Zombie del cine: Cesare (Conrad Veidt), la historia versa sobre otras cuestiones. En cambio en “White Zombie”, la trama trata netamente sobre seres sin conciencia, y bajo el mando de otro ser]. Por allá de los 1936 otro inteligente film de Michael Curtiz (que a la postre dirigiría “Casablanca”) llamado “The Walking Dead” (nada que ver con la serie, ni el cómic) contaba la historia de un inocente condenado injustamente a la silla eléctrica, que es regresado a la vida gracias a la medicina. La cinta es excelsa, con impecable fotografía, edición y un Boris Karloff inigualable.

Seguramente los realizadores de “Los Retornados” vieron el film, pues evocan la pasión de tomarse un filme de  terror en serio; el conjugar extraordinario de todas sus partes, y entregar un producto final digno de ser presentado en salas de cine. Y lo digo de nuevo, saben lo que hacen, pues conocen otros de los cánones del cine de zombies: un presupuesto limitado. Aquí no se juega con muchos monstruos descarnados, explosiones, y cientos de disparos. Se contiene el terror al miedo interno, a lo psicológico, desde una perspectiva individual, pero también social. El miedo al otro, el temor a que esa persona no sea quien dice ser. Ah, pero no se desanimen, también hay muertes, disparos y revinientes violentos.

Tal vez haya un pecado. El final de la película. Aunque el desenlace es también excesivo y hasta poco creíble, lo aceptas. Pero el final, la última escena, me deja con un sabor a demasía, a traición. La tesis argumentada durante toda la trama, la posición a favor de la tolerancia, del desarme, y del todos somos iguales, creo, se pierde con un obtuso chistorete. Un final que pretende tener gracia, pero precisamente le quita la seriedad antes presumida. Ya tendrán director y escritor que mejorar con el tiempo, que eliminar estás practicas poco fiables, y cerrar sus círculos por completo (o les dará razón el tiempo, y yo no tendré más que resignarme).

Después de tanto Serie B, tanta sangre, desnudos y muertos vivientes de latex. Después de tanto taquillazo, Brads Pitts jugando a ser héroes, y altos presupuestos tirados a la basura; parece que el buen cine de zombies, ha retornado.