Por Hugo Lara
“Roma”, la más reciente película de Alfonso Cuarón, se estrena estos días en México en poco más de 40 salas, una cantidad ridícula si se toma en cuenta el gran interés que despierta este filme entre el público. Esto ha desatado la controversia en los medios y la inconformidad de muchas voces, empezando por el mismo cineasta mexicano. En virtud de que es un filme cuya distribución pertenece a Netflix, las cadenas de cine han cerrado sus puertas a la película a pesar de que Cinépolis reconoció en una carta que se trata de “una joya de la cinematografía moderna” pero que su modelo de negocios no es compatible con el del gigante digital. En ese mismo boletín, Cinépolis propone a Netflix posponer el estreno en su plataforma para “respetar la ventana tradicional de exhibición en salas”. Este pleito lo que revela es el atrofiado esquema de exhibición en la actual coyuntura, donde los cineastas y productores siempre están en desventaja. Además, reitera la revolución de consumo audivisual que está provocando la ventana digital, a pesar de que entidades como el Festival de Cannes se resisten a aceptarlo.
Desde su estreno en la pasada Mostra de Venecia donde recibió el León De Oro, “Roma” ha sido saludada como una de las obras más importantes del año en todo el mundo. No es para menos. De hecho, puede considerarse como unas de las películas más relevantes de la historia del cine mexicano de todos los tiempos sin exagerar. Es un filme que tiene diversas posibilidades de lecturas, que toca varios temas relevantes con sensibilidad, y que está narrada con la precisión, la potencia y la inteligencia de un cineasta sobresaliente, como lo ha demostrado el director de “Y tu mamá también”, “Niños del hombre” y “Gravity”, la que lo hizo ganador del Oscar como mejor director. En ese sentido, hay que reconocerle a Cuarón su coraje y ambición para salir de Hollywood y volver a filmar en México una historia totalmente personal, pues está inspirada en suscesos reales de su entorno familiar.
La anécdota del filme es relativamente sencilla, pero se va bifurcando en distintas líneas. Ubicada en 1971 en la Ciudad de México, Cleo (Yalitza Aparicio) es una sirvienta indígena que trabaja al servicio de Sofía (Marina de Tavira), esposa de un médico y madre de cuatro niños. Cleo conoce a un muchacho humilde que practica artes marciales con el que tiene relaciones y queda embarazada, pero aquel evade la responsabilidad e incluso la amenaza si intenta buscarlo. Por otro lado, Sofía sufre la ruptura de su matrimonio, cuando su esposo la deja a ella y sus hijos con el pretexto de un viaje a Canadá. Lo que se va revelando de cada personaje es mucho más amplio y complejo.
“Roma”, que toma su nombre de la colonia Roma donde viven los protagonistas, tiene varios aspectos sobresalientes. El guión logra darle profundidad a sus personajes, toda vez que nos permite asomarnos a su intimidad y observar sus reacciones puras. Por ejemplo, Cleo tiene un encuentro sexual donde su pareja le hace una demostración de sus habilidades karatekas, o bien acuden al cine donde él la abandona. La maestría de Cuarón consiste en construir una atmósfera adecuada para cada escena y transmitir las emociones de sus personajes, desde la aparente sencillez de su puesta en escena y su sobria fotografía en blanco y negro, a cargo del mismo director.
Asimismo, en cuanto al personaje de Sofía, la película construye el desmoronamiento del matrimonio y el abandono del marido con varios detalles brillantes: las cacas de los perros en el patio de la casa que se vuelve un tema conyugal; el enorme auto Galaxy, emblema del hombre de la casa que con dificultad cabe en la cochera; la gran fiesta a las que acuden en una hacienda en el campo, etcétera.
Así, se trenza el mundo de estas dos mujeres que pertenecen a diferentes castas y clases sociales en México, (otros de los grandes temas que se aluden en el filme), donde surge entre ellas el espíritu de la solidaridad, la confianza y el afecto. Esa mirada femenina sobre los conflictos que enfrentan en sus relaciones y su familia es un lente que permite a mucha gente en México identificarse con las circunstancias de esas protagonistas. También es clave el punto de vista de la mujer indígena, la servidumbre, que muchas veces se denigra o menosprecia, y sobre la cual el cine mexicano ha retratado muy poco con profundidad.
Otro aspecto que no hay que perder de vista es el de la microhistoria dentro de la macrohistoria. La narración se ocupa de estos seres comunes mientras la ciudad es sacudida por la represión del jueves de Corpus de 1971. La agitación previa a ese suceso se asoma en la trama de una forma ingeniosa. En ese sentido, Cuarón y su equipo realizaron una reconstrucción de época asombrosa, en el entorno de espacios de lo que fueron los cines Metropólitan y Las Américas que a más de uno transportará al pasado.
También hay que notar que el filme no está musicalizado, si bien incluye música diegética, es decir, es parte de la trama y/o atmósfera porque la escuchan los protagonistas en un aparato o en vivo. En ese sentido, el detallado diseño sonoro, es otro de los valores de esta producción, en el que se escuchan sonidos urbanos, conversaciones triviales y distintos audios que enriquecen y dan texturas.
“Roma” es un filme lleno de detalles, que hay que ver más de una vez. En suma, es una película que hay que celebrar en la magnitud que le corresponde: una obra maestra sin regateos.
Dirección: Cuarón, Alfonso Guión: Cuarón, Alfonso Producción: Célis, Nicolás | Cuarón, Alfonso | Rodríguez, Gabriela Compañía Productora: Esperanto Filmoj | Participant Media Fotografía: Cuarón, Alfonso Edición: Cuarón, Alfonso | Gough, Adam Sonido: Díaz, Sergio | García, José Antonio | Henighan, Craig | Lievsay, Skip Reparto: Aparicio, Yalitza | de Tavira, Marina | Demesa, Daniela | García, Nancy | Graf, Marco | Peralta, Carlos Dirección de Arte: Caballero, Eugenio