Por Javier Tapia Sierra.
El mar ha fascinado a los seres humanos desde tiempos inmemoriales. Está fascinación ha inspirado poemas, cuentos, novelas, canciones y por su puesto películas. En medio de su inmensidad hemos encontrado alivio, espanto, redención y en general un espacio para estar en soledad con nosotros mismos. El joven cineasta Pablo Escoto, explora está soledad con “Ruinas tu reino” un enigmático documental de corte experimental que se presenta en el Festival Internacional de Cine de la UNAM (FICUNAM), dentro de la sección Ahora México.
Dividido en dos capítulos, el filme nos mete de lleno en la rutina diaria de los trabajadores de un pequeño barco pesquero. A través de un manejo de cámara contemplativo la vida de los trabajadores se nos va revelando y lo que encontramos es silencio. Silencio en cada una de las acciones que hacen, desde limpiar crustáceos, lanzar redes, u observar los rayos del sol reflejados en las olas. Los pescadores lucen apesadumbrados y ensimismados en sus labores y de forma calmada cada imagen nos hace sentir su dolor. Y en medio del dolor el relato nos transporta a otro lugar perdido en la selva, dónde una mujer se va fundiendo con el ambiente mientras realiza sus actividades domésticas.
Esta ruptura en el relato es parte de la propuesta juguetona del realizador mexicano. El juego eso sí es claro desde el principio y desde los primero minutos nos advierte que no es para todos. Una calidad de imagen con múltiples variantes que a veces raya en lo amateur, diferentes formatos, imágenes de archivo, ausencia de música y un sonido en general poco tratado son algunos de los recursos empleados en el documental que pueden no cuajar del todo en el público, sobre todo si no está acostumbrado a la experimentación formal.
Y aunque no siempre sale bien librado, “Ruinas tu reino” esconde en su estructura una realidad ignorada en nuestro país, que los habitantes más pobres son los herederos de un reino en ruinas al que llaman hogar. Y ese hogar es un lugar sucio y muchas veces perdido en un mar de silencios.