Por Hugo Lara Chávez

El realizador canadiense James Cameron tuvo una sonora irrupción en el cine con su exitosa cinta “Terminator”, una película de ciencia ficción que a tavés de los años se ha ganado un buen lugar para los seguidores del género. Desde un principio Cameron demostró sus aptitudes para la resolución de las escenas de acción, para el mantenimiento del ritmo ágil constante que puede atrapar al expectador, incluso con pequeñs detalles. Tras su ingreso al cine como encargado de efectos especiales (escuela que le dejó honda huella y que salta a la vista en todas sus cintas), Cameron dirigió su pirmer film al inicio de los ochenta, “Pirañas 2, asesinos voladores”, película de ínfima calidad que por el propio título puede uno adivinar la basura que es. Pero en el 84 Cameron dio el gran salto con “Terminator”, cinta que llamó la atención por su interesante visión de la tecnificación, pero sobre todo por su bien aceitado flujo de acciones.

Después de la misión fracasada en 1984, cuando un cyborg T-800 llamado Terminator llega del futuro para matar a Sarah Connor (Linda Hamilton) y con ello evitar que nazca John Connor, quien será en el futuro líder de la resistencia humana en la lucha contra la rebelión de las máquinas; diez años después es enviado un nuevo Terminator, esta vez para matarlo. Sin embargo, este nuevo modelo de cyborg, el T-100 (Robert Patrick), es mucho más sofisticado y perfeccionado que el conocido en la primera parte: ha sido fabricado con metal líquido, material que lo hace más invulnerable y le facilita transformarse en una serie de objetos punzocortantes y en adoptar la apariencia de cualquier persona. Pero el antiguo T-800 (Arnold Schwarzenegger) ha sido reprogramado por los humanos y es también enviado, a la misma fecha, para proteger al niño Connor (Edward Furlong).

“Terminator II. El juicio final”, la esperada secuela del éxito de James Cameron de 1984, parece que no sufrió el viejo adagio “segundas partes nunca son buenas”, sino que  al contrario, lo contradijo. Apoyada por unos vistosos efectos especiales (similares a los usados en “El secreto del abismo”, cinta del propio Cameron de 1989), por una numerosa cifra de artificios visuales (explosiones, persecuciones y destrucción de autos, de camiones, de edificios etc), “Terminator II” respeta en términos generales los lineamientos de su primera parte: el suspenso tiene de prioridad a las acciones vertiginosas y el ritmo paranóico (muestra de este énfasis es que se requirió a tres editores). La brutalidad y la infrenable persecución del feroz Terminator. 

Uno de los temas más recurridos en el cine de ciencia ficción es el apocalíptico futuro del mundo, generalmente ocasionado tras una guerra cataclísmica. “2001: odisea del espacio” de Kubrick, parteaguas en este sentido, “Blade Runner” de Ridley Scott, sirven como testimonio de la idea central, alramista, de la ruta que lleva a la autodestrucción humana y del cuestionamiento a su existencia. El planteamiento de “Terminator” es claro: regresar al pasado para alterar el futuro, con el fin de inclinar la balanza de un lado o del otro, según los intereses en pugna (el bienestar humano o el dominio cibernético).

Con guión del propio Cameron “Terminator II. El juicio final” está mucho más lograda y redondeada que su pirmera parte. Aquí la persecución es llevada con más soltura, con más exactitud, no se acude a las tan exageradas como forzadas situaciones del final de la primera parte. Cameron sabe como manejar ahora con mayor firmeza las situaciones que mantengan el suspenso: ha descubierto que los efectos visuales no sólo le sirven de condimentos, sino que también pueden cobrar una importancia dramática. Los efectos y las acciones responden a una preocupación colectiva: la simpleza de la persecución es exaltada y llevada a otra dimensión superior, pues no se trata exclusivamente del problema de una madre y de su hijo, sino de la supervivencia de la humanidad entera. Este planteamiento elemental y un tanto aleboso, resulta a fin de cuentas, efectivo para las pretenciones de la trama.

Sin lugar a dudas fue determinante el desarrollo de la carrera de Schwarzenegger desde 1984 a la fecha, es evidente que no podía volver a encarnar al personaje villano. La resolución de este problema fue sencilla:  por la sustitución del protector, en la primera, es un humano, el padre de John, aquí es el viejo modelo T-800. Además, para esta segunda parte, el T-800 se sensibilizará a las expresiones de la interioridad humana.

Aunque el manejo del tiempo dentro del cine y la literatura jamás ha sido resuelto satisfactoriamiente, por lo menos en todos sus aspectos, en “Terminator II: el juicio final” el planteamiento queda con ciertas lagunas y contradicciones: no se explica y al contrario se evade con cierta habilidad, las consecuencias de afectar el pasado para alterar el futuro, por ejemplo, sí no se desarrolla la cibernética y se desata la guerra, jamás habría podido nacer John Connor. Entonces el lapso de Terminator I a Terminator II es un ciclo alterno a situaciones paralelas. Los cabos que quedan sueltos, detectables con una atenta revisión, son posiblemente parte fundamental de una siguiente secuela.

“Terminator 2: el juicio final” (“Terminator 2: Judgment day”, EU 1991). Director: James Cmeron. Productor: Cameron. Guión: Cameron y William Wisher. Foto: Adam Greenberg. Editor: Conrad Buff, Mark Goldblatt Y Richard Harris. Música: Brad Fiedel. Con: Arnold Schwarzenegger, Linda Hamilton, Edward Furlong, Robert Patrick.

Por Hugo Lara Chávez

Investigador, escritor y cineasta, miembro del Sistema Nacional de Creadores de Artes (2023). Egresado de la Licenciatura en Comunicación por la Universidad Iberoamericana. Ha producido el largometraje Ojos que no ven (2022), además de dirigir, escribir y producir el largometraje Cuando los hijos regresan (2017) y el cortometraje Cuatro minutos (2021). Fue productor de la serie televisiva La calle, el aula y la pantalla (2012), entre otros. Como autor y coautor ha publicado los libros Pancho Villa en el cine (2023), Zapata en el cine (2019) en calidad de coordinador, Dos amantes furtivos: cine y teatro mexicanos (2016), Ciudad de cine (2011), *Luces, cámara, acción: cinefotógrafos del cine mexicano 1931-2011* (2011), Cine y revolución (2010) como editor, y Cine antropológico mexicano (2009). En el ámbito curatorial, fue curador de la exposición La Ciudad del Cine (2008) y co-curadór de Cine y Revolución presentada en el Antiguo Colegio de San Ildefonso (2010).En el ámbito periodístico, ha desarrollado crítica de cine, investigación y difusión cinematográfica en diferentes espacios. Desde 2002 dirige el portal de cine CorreCamara.com. Es votante invitado para The Golden Globes 2025.