Por Benjamín Harguindey
EscribiendoCine.com-CorreCamara.com

Más policial que película de superhéroes, “The Batman” (2022) es un thriller psicológico que reinventa al Caballero de la Noche como un detective atrapado en un intenso y opresivo film noir.

Robert Pattinson interpreta al personaje con la energía de un rockstar maldito. Alejado de los playboys de otras generaciones, Bruce Wayne parece tan perturbado como los villanos que atormentan Gótica: insomne, enajenado, autodestructivo. Lleva un par de años acechando callejones de noche como Batman, imitando violentamente la lluvia que anhelaba Travis Bickle en “Taxi Driver” (1976) y llevando un registro obsesivo en un diario que, de encontrarlo, probablemente lo encerrarían en el Asilo Arkham.

Todo cambia cuando el teniente Gordon (Jeffrey Wright) lo llama a una escena de un crimen brutal. Es la primera de varias. Hay un asesino serial suelto apuntando contra la élite política de la ciudad y dejando pistas a nombre de Batman en forma de acertijos y sádicos videos. Interpretado por Paul Dano con una intensidad intimidante, el Acertijo es un extremista conspiratorio cultivado en los rincones más sociópatas de internet, y si bien se extraña un poco la presencia física del personaje en gran parte de la película, claramente la domina.

Adoptando el ritmo y procedimiento de un policial pero con el aplomo del film noir más fatídico, cada nuevo crimen redirige la investigación dentro del sórdido bajo mundo de Gótica. Así Batman cruza caminos con su propia femme fatale, Selina Kyle (una sexy Zoë Kravitz), el grotesco Pingüino (un irreconocible Colin Farrell) y el mafioso Carmine Falcone (un amenazante John Turturro). Es tentador llamarlos versiones “realistas” de sus contrapartidas de los cómics, y si bien ciertamente son menos estilizados que el Grand Guignol de Tim Burton o el kitsch de Joel Schumacher, el registro del film noir les permite arraigarlos sin perder su llama o su iconicidad.

La estructura de la historia es su peor enemiga. No son las casi tres horas de duración lo que aletarga la película hacia el segundo acto sino su manía por llenarla de episodios que parecen comenzar, desarrollarse y concluir sin avanzar demasiado la trama principal. Ni es un film cargado de acción, cosa que probablemente aliene cierta audiencia. Lo que hay es violento y fugaz pero (salvo por una persecución) para nada espectacular, una extensión del pragmatismo del héroe.

La atmósfera está excelentemente lograda y es lo que permite aludir a las ramificaciones siniestras de la historia sin traicionar su calificación PG-13. El director de fotografía, Greg Fraser, moldea a Gótica como una ciudad claustrofóbica, consumida por sombras e iluminación surrealista y con una puesta en escena vívida e impactante. Si no gana el Oscar por su trabajo en “Duna” (Dune, 2021) aquí tiene la revancha garantizada. Michael Giacchino compone también una banda sonora insidiosa y fúnebre que contribuye al tono pesadillesco de la historia.

El gran triunfo de “The Batman” es inyectar nueva vida a un personaje que ha sido sobreexpuesto en un sinfín de proyectos y crossovers que se han cansado de contar, recrear y parodiar todo lo que la audiencia ya sabe hasta el hartazgo sobre él. La película de Matt Reeves mayormente saltea todo esto, recuperando el viaje personal de Batman con una digna canción de gesta. Parte de una visión original sobre el héroe, cuenta con un elenco inspirado, inventa una historia autosuficiente y la eleva con una dirección estilizada pero acorde a la sustancia del film.