Por Hugo Lara

Tom Dicillo, el mismo guionista y director de “Viviendo en el olvido” (Living in Oblivion, 1995), ha conseguido con “Una rubia verdadera” (The Real Blonde, 1997) realizar un sencillo relato acerca de los complicados vericuetos por donde gustan transitar las relaciones sentimentales de la pareja.

La anécdota: Mary (Catherine Keener) y Joe (Mathew Modine) han vivido juntos y felices por varios años como una moderna pareja neoyorkina. No obstante, ahora atraviesan por una extraña crisis. Ella tiene un buen empleo y aspira a continuar con su carrera por encima de la posibilidad de tener un hijo. Joe es un actor sin suerte que apenas sostiene los gastos trabajando como mesero y, además, se siente insatisfecho sexualmente. En el fondo, ambos están inquietos porque perciben que su juventud, a la edad de los treinta, se les está escurriendo de las manos.

Con acierto, Dicillo encamina estos asuntos hacia los terrenos de la comedia, en las que se sabe mover con habilidad. El realizador confecciona su narración echando mano de un tono desenfadado y fresco —pero nunca frívolo ni ramplón— que permite que los personajes crezcan para tener mayor volumen y dimensión. Luego, la riqueza se obtiene de esas creaturas tridimensionales que están facultadas para expresarse, confundirse, equivocarse, emocionarse, vivirse, en fin. Esto se activa en la medida que la dirección de actores logra un trabajo cuidado con buen resultados.

Alrededor de Mary y Joe gravitan otros personajes que sirven para matizar al relato. Bajo este esquema, por momentos la estructura narrativa se antoja susceptible de desdibujarse y convertir a las acciones y los personajes en entes aislados, en viñetas sin unidad. No sucede así. Dicillo usa a éstos como cabos narrativos que le permiten hilvanar y favorecer la fluidez de la película. Así, al inicio de la cinta, una mujer anciana grita desesperada porque le han robado a su perro, su único compañero muy probablemente. Desde la ventana Mary y Joe han visto todo. Para ellos, esto será como una premonición, como un acto simbólico —la pérdida de lo amado— o un signo de lo que ocurrirá pronto. En lo sucesivo, la anciana será un motivo incidental de la narración.

Otros personajes, como Tina, la guapa modelo que encarna Elizabeth Berkley, o Bob (Maxwell Caulfield) el Casanova-actor venido-a-más que sólo desea acostarse con rubias naturales, dejan entrever un aspecto interesante: los caprichos de la vulnerabilidad afectiva, es decir, el reconocimiento de que una parte de la fragilidad del homo sapiens reside en la sorpresa de sus sentimientos y las reacciones que estos provocan.

Otro aspecto nada desdeñable en Una rubia verdadera es lo que resulta ser una cuña del realizador para incomodar de un modo discreto pero insistente a lo largo toda la cinta. Expresamente, me refiero a las alusiones al hostigamiento sexual del que son víctima las mujeres en la vía pública. Aquí sí, agrio e implacable, Dicillo se toma su tiempo para reparar en ello, para expresarse a través de sus actores y personajes sobre algo que con razón le disgusta sobremanera.

Tom Dicillo nació en 1954 y realizó estudios cinematográficos en la Universidad de Nueva York. Se inició en el cine como fotógrafo bajo las órdenes de Jim Jarmusch (uno de los cineastas independientes más brillantes de Estados Unidos) en las cintas “Permanent Vacation” (1982) y “Stranger than Paradise” (1984). Su debut como director tuvo lugar en 1992 con la cinta Johnny Suede, merecedora de un reconocimiento en el Festival de Locarno, Suiza. Con su siguiente cinta, Viviendo en el olvido, logró llamar la atención en el Festival de Sundance, donde obtuvo un premio por el guión. En 1996 escribió y dirigió “Box of Moonligt”, a la fecha su penúltima realización. De alguna manera, ha sido uno de los beneficiados por el boom del cine independiente norteamericano de los 90, eso le ha permitido mantenerse en actividad. En todas las películas que ha dirigido, también ha escrito los argumentos y los guiones. Esto hace posible considerar en su obra un hilo de continuidad y consistencia. De seguir así, seguramente, podría convertirse, entre sus colegas de la nueva generación, en uno de los cineasta norteamericano de referencia. Ya veremos.

Por Hugo Lara Chávez

Investigador, escritor y cineasta, miembro del Sistema Nacional de Creadores de Artes (2023). Egresado de la Licenciatura en Comunicación por la Universidad Iberoamericana. Ha producido el largometraje Ojos que no ven (2022), además de dirigir, escribir y producir el largometraje Cuando los hijos regresan (2017) y el cortometraje Cuatro minutos (2021). Fue productor de la serie televisiva La calle, el aula y la pantalla (2012), entre otros. Como autor y coautor ha publicado los libros Pancho Villa en el cine (2023), Zapata en el cine (2019) en calidad de coordinador, Dos amantes furtivos: cine y teatro mexicanos (2016), Ciudad de cine (2011), *Luces, cámara, acción: cinefotógrafos del cine mexicano 1931-2011* (2011), Cine y revolución (2010) como editor, y Cine antropológico mexicano (2009). En el ámbito curatorial, fue curador de la exposición La Ciudad del Cine (2008) y co-curadór de Cine y Revolución presentada en el Antiguo Colegio de San Ildefonso (2010).En el ámbito periodístico, ha desarrollado crítica de cine, investigación y difusión cinematográfica en diferentes espacios. Desde 2002 dirige el portal de cine CorreCamara.com. Es votante invitado para The Golden Globes 2025.