Ilustración 1. Capital de Puebla con desfile.
Por Eduardo de la Vega Alfaro
Lo hemos dicho con anterioridad, pero acaso no importa reiterarlo una vez más. Cineteca Nacional brinda la opción a través de su sección “Miradas al acervo”, accesible en Youtube, de conocer materiales inéditos que hagan posible ampliar nuestra historiografía fílmica. He aquí, pues, algunos comentarios en torno a dos filmes que tienen la muy interesante particularidad de haber servido para reforzar, desde la pantalla de las salas cinematográficas de su respectiva época, momentos de las muy significativas campañas políticas a la Presidencia de la República de Lázaro Cárdenas del Río (1895-1970) y Adolfo López Mateos (1909-1969).
El candidato Lázaro Cárdenas en Puebla.
Lanzado de manera formal como candidato a la Presidencia por el Partido Nacional Revolucionario (PNR) el 6 de diciembre de 1933, Cárdenas llevó a cabo una serie de giras proselitistas, las más intensas y amplias de cuantas se conocieron hasta ese momento del periodo postrevolucionario. Puebla fue uno de los primeros estados que visitó, cosa que ya se enunciaba en los diarios desde el 19 de enero de 1934 (“Con ese motivo, el Comité Estatal del Partido Nacional de Puebla ha organizado una brillante recepción contando con todos los partidos, y organizaciones obreras y campesinas de filiación cardenista”, señalaba “El Universal”, por ejemplo). El corto (14 minutos de duración) catalogado como [Gira electoral de Lázaro Cárdenas en Puebla], ca. 1934, abre con una toma de acercamiento al candidato del ya para entonces partido oficial aún bajo el predominio de Plutarco Elías, el llamado “Jefe Máximo de la Revolución”, para desde ese referente icónico, mostrar una serie de escenas de masas convocadas por la presencia del candidato, quien a la postre, según cifras oficiales, obtendría ¡el 98.19%! de los votos emitidos varios meses después.
Escenas de la recepción y del multitudinario desfile en la avenida Reforma de la capital poblana, pletórica de arcos triunfales fabricados con flores de la estación; gran mitin celebrado el día 25 de enero en la Plaza de San José; banquete de honor de las “fuerzas vivas” poblanas en una bella huerta ubicada en las márgenes del río Atoyac, con todo y discurso del diputado Gonzalo Bautista, quien, entre otras cosas, recordó que “Puebla era cuna de la Revolución, así como que en esta entidad se acogió desde un principio con gran cariño la postulación del divisionario michoacano”, esto, según respectiva crónica de “El Universal”; visita de Cárdenas a Cholula, desde donde puede apreciarse la magnificencia del volcán Popocatépetl (toma análoga a una registrada por la cámara de Eduard Tissé para el frustrado proyecto “¡Que viva México!”, 1930-1932, de Sergei Eisenstein), etcétera, hasta que el sentido de crónica documental de la película se rompe para dar pie a una curiosa aunque un tanto malhecha “puesta en cámara”: un nutrido grupo de niños cholultecas se divierte jugando a las canicas hasta que uno de ellos patea un cartel de propaganda con la hierática efigie del candidato; la respuesta no se hace esperar porque los demás infantes terminarán tundiendo al denominado como “hijo de reaccionarios”, mientras profieren el grito de “¡Viva Cárdenas!”, ello, luego de que un representante de la infancia pobre se ha indignado por el desdén mostrado por su compañerito (ver ilustración 2). Pero también hay registro de la visita del político michoacano al industrioso poblado de Atlixco; por tanto, reaparecen las multitudes que, otra vez en la capital poblana, escuchan el discurso del candidato del PNR justificando a priori el plan sexenal que “encierra un gran acervo de justicia social” y que aplicará, no sin contradicciones y serias limitaciones y adversidades, una vez que tome el poder en diciembre del mismo año de 1934.
Ilustración 2. Niños jugando canicas.
De la cinta en sí misma llaman la atención tanto el hecho de que carece de créditos y al parecer estar incompleta, como su condición de obra “silente”, no obstante que en aquel año la cinematografía nacional filmaría 24 cintas de largometraje y de ficción, todas ellas con sistema de sonido integrado a la imagen. Ello puede explicarse porque en esas fechas buena parte de las salas cinematográficas del país aún no contaban con la posibilidad de exhibir cintas “parlantes”, lo que, por otro lado, mermaría el potencial propagandístico del texto documental. Pero, asimismo, los mencionados materiales rescatados y ahora difundidos por la Cineteca Nacional por medio de una afamada plataforma multimedia pintan a la perfección las formas en que Cárdenas ya manejaba su muy peculiar “política de masas” (Arnaldo Córdova, sic), eso, desde los primeros pasos de lo que fue su gira como representante del sector más avanzado de la Revolución liberal triunfante entre 1915-1916, aquel que fue capaz de integrar las demandas de los sectores obreros y campesinos a sus políticas de gobierno para tratar de llevarlas a cabo hasta sus últimas, aunque limitadas consecuencias.
El candidato Adolfo López Mateos en los Estudios Churubusco.
Mientras que aquella gira triunfalista de Lázaro Cárdenas se realizó en el contexto de las secuelas de la crisis capitalista de 1929-1933, lo que implicaría una profunda intervención estatal en la economía, la emprendida en 1957-1958 por Adolfo López Mateos (quien también ganaría la Presidencia por un margen abrumador del 90.43%, sólo que ahora como candidato del metamorfoseado Partido Revolucionario Institucional, “nieto” del PNR), se llevó a cabo en la última etapa de expansión global del mismo sistema promotor de las nuevas formas de acumulación del capital. Y uno de los registros fílmicos de aquella nueva gira llevó al otrora distinguido militante y orador de las juventudes vasconcelistas a visitar los Estudios Churubusco, fundados en 1945 y reconocidos como “los más grandes de América Latina” (ver ilustración 3). El acontecimiento, digno del más que claro sesgo oficial por parte de la otrora industria fílmica más poderosa del mundo de habla hispana, fue registrado, entre otros filmes, por un corto de 12 minutos intitulado “El cine mexicano de fiesta”, dirigido por Servando González con el apoyo de varios camarógrafos encabezados por Alex Phillips Jr. y Ángel Bilbatúa. Aunque todavía no se determina la fecha exacta de dicha visita, lo que quedó plasmado en el corto documental resulta sumamente interesante.
Ilustración 3. Adolfo López Mateo de visita en los Estudios Churubusco.
Prólogo con tomas de los preparativos de la multitudinaria recepción al candidato por parte de la “familia cinematográfica” (entre los organizadores destaca la figura de Rodolfo Landa, seudónimo de Rodolfo Echeverría Álvarez, hermano del futuro Presidente de la República Luis Echeverría Álvarez y por ese entonces líder de los actores); colocación de todo tipo de adornos florales e imágenes del “invitado de honor”, que llega en ostentoso auto acompañado del afamado cómico Mario Moreno “Cantinflas” y de otras “personalidades” del medio cinematográfico; recorrido por algunas zonas de las instalaciones de la gran “fábrica de sueños y de fantasías, donde se realizan los increíbles efectos que da el cine” (el no menos afamado fotógrafo Gabriel Figueroa Mateos, primo del candidato, se ha unido a la comitiva), incluido un amplio set; tomas de la “mesa de honor”, donde López Mateos ya aparece al lado de la bella “estrella” francesa Christiane Martel, otrora ganadora del Certamen “Miss Universo”, y del espléndido realizador Roberto Gavaldón, dirigente sindical y diputado por el partido oficial; la tapatía Ana Berta Lepe entrega al homenajeado una pequeña cámara de oro, “simbólico recuerdo de la fiesta” (alcanzan a verse el antes mencionado Luis Echeverría Álvarez y Gregorio Wallerstein, “el zar” de los productores cinematográficos; imágenes diversas del espectáculo montado exprofeso con números musicales de “Los Costeños”, grupo “Tierra Blanca”, “Los hermanos Silva”, Antonio Aguilar, “Los Rivero”, Begoña Palacios y su “Conjunto Solera”, Rosita Quintana, Cuco Sánchez, Dora María, el dúo cómico-acrobático de Sergio Corona y Alfonso Arau, además de los “Hermanos Zavala”.
Ilustración 4. El fotógrafo Alex Phillips disfrutando el espectáculo.
Interesantísimo testimonio de “la cargada” que muchos sectores sociales y políticos solían hacer para quedar en buenos términos con el candidato priista. El cine mexicano de fiesta fue quizá el preludio de la política fílmica de López Mateos, lo que por cierto incluiría el nombramiento del también destacado exvasconcelista Federico Heuer al frente del Banco Nacional Cinematográfico, la instancia oficial de crédito al sector industrial de la cinematografía mexicana desde su fundación hacia principios de la década de los cuarenta. Pero, también, estamos ante un digno ejemplo de la utilidad de la película como medio de propaganda oficial, demasiado oficial, en la que, en este caso, un medio como el cine se muerde la cola y se cierra sobre sí mismo.
Epílogo.
Consideramos entonces que ambos filmes hoy forman parte de la gran cantidad de “narrativas transmedia”, que en este caso sirven para enriquecer la historiografía del cine mexicano por medio de artículos, ensayos, libros, películas, programas de televisión, etcétera, en ese afán de despliegue “a través de múltiples medios y plataformas de comunicación” en la que “una parte de los consumidores asume el rol activo en ese proceso de expansión”, esto de acuerdo con la caracterización de Carlos Scolari y de otros autores que están comenzando a interesarse en estos palpitantes temas.
* Las fotos que acompañan el presente artículo se incluyen únicamente como apoyo al contenido del texto, cuyo cometido es de difusión cultural.