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Por Rolando Díaz Jaimes [1].

En su segundo periodo como ejecutivo federal, Álvaro Obregón fue asesinado por un fanático religioso, lo cual presentó momentos clave para la cultura y la sociedad mexicana en los inicios post revolucionarios, como la Guerra Cristera protagonizada por la iglesia católica y el gobierno federal. Durante los años de 1926 a 1929, esta guerra interna tomó la vida de más de 100 mil personas aproximadamente.

Un ejemplo del impacto social de la Guerra Cristera fue el suceso de Álvaro Obregón y León Toral, quienes protagonizaron un punto de quiebre y renovación de votos entre el gobierno y la iglesia católica. El suceso ha sido, es y será objeto de estudio, ya que por más de ochenta años reúne y aumenta sus referencias bibliográficas, hemerográficas, obras gráficas, obras pictóricas, tesis de posgrado y películas, entre otras fuentes de información.

El asesinato de Álvaro Obregón fue cubierto por los medios de comunicación nacionales e internacionales, generando abundante información documental. Los sucesos acontecidos también fueron representados por medio de la cinematografía de la época y en el presente artículo se hará un planteamiento del hallazgo realizado por el Laboratorio de Restauración Digital “Elena Sánchez Valenzuela” de la Cineteca Nacional. Trataremos por medio de diversas citas, de determinar el género y la intención del material audio visual en cuestión. El título asignado a este documento fílmico digitalizado es “Los sucesos de José de León Toral y el asesinato del gral. Álvaro Obregón” (México, 1928, aproximadamente).                                       

El rescate fílmico análogo y digital, lo conforma la información técnica e historiográfica reunida a partir de tres rollos de nitrato de celulosa en 35 mm., de los cuales dos son negativos en blanco y negro y el tercero un positivo en blanco y negro con audio asociado a la cinta. Hay un cuarto rollo de acetato de celulosa, positivo, en blanco y negro con audio asociado. Los rollos fueron donados a la Cineteca Nacional en la década de los ochenta para validar el trámite de una productora de contenidos para adultos de la ciudad de Guanajuato.

Fotograma de revisión fílmica del rollo negativo, 35mm., Cineteca Nacional, 2021.

Las películas rescatadas se refieren principalmente al tema del asesinato de Álvaro Obregón el 17 de julio de 1928 por el disparo de una pistola que portaba León Toral, que se presentó como un dibujante en el restaurante “La Bombilla” (en la ahora alcaldía Álvaro Obregón) y quien era parte de la Liga Nacional Religiosa (de postura religiosa radical en esa época). Pero también muestran momentos del funeral, así como del juicio del presunto asesino. Las cintas cumplen con el género de vistas y/o novedades y/o actualidades y/o propaganda política de inicios del siglo XX en México y formaban parte introductoria en los programas de mano que acompañaban a los largometrajes en las proyecciones del cinematógrafo. El investigador Ángel Miquel contextualiza la producción cinematográfica de la época:

“La tradición documental mexicana inició a principios del siglo veinte con las filmaciones que se hicieron en muchos sitios de la república de cineastas itinerantes como los franceses Carlos Mongrand y Enrique Molinié, y los mexicanos Salvador Toscano, Jesus H. Abitia y Enrique Rosas. El principal negocio de estos pequeños empresarios era la exhibición, compuesta fundamentalmente por producciones extranjeras, aunque acostumbraban completar sus funciones con breves películas locales que ellos mismos tomaban y que contenían imágenes de fiestas populares, monumentos, corridas de toros, bellezas naturales y catástrofes (…). Se asumía implícitamente que estas cintas (o vistas, como se les llamaba) registraban la realidad de manera objetiva y en este sentido eran equivalentes a las noticias que daba la prensa a través de textos y reproducciones fotográficas. Es decir, el cine documental era en esos primeros tiempos una actividad con propósito informativo muy cercano al periodismo” [2].

La producción del cine siguió en transformación, por lo que Miquel agrega:

“Poco después las películas crecieron aún más en longitud, lo que permitió que contaran historias de manera detallada y que facilitara así el reconocimiento sostenido de quienes aparecerían en ellas. Esto en las cintas de ficción condujo al surgimiento del sistema de estrellas, en el de los documentales propició la propaganda política. En México esto fue evidente ya en 1909, cuando la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes contrató al cineasta Gustavo Silva para hacer “Viaje a Manzanillo” (con Porfirio Díaz) y “Viaje de Justo Sierra a Palenque”, vistas largas que inauguraban en el país al mismo tiempo la inversión y la propaganda estatal del cine. Estas cintas de propaganda siguieron el modelo de particulares de la intención informativa que nunca tuvieron una visión crítica” [2].

A las audiencias se les imponía el contenido para conseguir más partidarios de una u otra ideología política. Por ello la visión crítica estaba relegada para el ojo estudiado en las artes, principalmente en la cinematográfica.

“Las películas de este conjunto no trataron de una sola revolución. Las había sobre la maderista contra la reelección de Díaz, sobre la orozquista y la felicista contra el gobierno de Huerta, etc. Se ilustraba un antagonismo ubicado en un pasado muy reciente y resuelto -excepto la invasión norteamericana y la decena trágica- a favor del bando del que se hacía la propaganda. Destacaban dos grupos temáticos, los enfrentamientos militares y las manifestaciones de victoria, éstas generalmente representadas con la entrada de un ejército a distintas ciudades en medio de muestras de apoyo popular. Y en ambos casos se magnifica la figura del caudillo que encabeza el grupo revolucionario.

Sólo una vez pasadas las luchas militares se pudo dejar de cierto lado la propaganda para hacer cintas que se planteaban como históricas, (…)” [2].

Fotograma de revisión fílmica del rollo negativo, 35mm., Cineteca Nacional, 2021. 

En 1929, la cinematografía mexicana se encontraba en un proceso de transición profundo con el inicio de su etapa sonora. Considera González Casanova: “Para fin de año la inquietud que despierta el uso del nuevo sonido cinematográfico se registra en la prensa. Un ejemplo nos los da Luz Alba, quién llegaría a destacar por sus críticas cinematográficas; dice una nota: ‘Es preciso ir viendo más y más cintas habladas para gustar, cada vez menos, del vitáfono’. Pero después de ver y oír cinco películas, y cuando ya no hay curiosidad posible, el cine hablado resulta aburrido y deficiente” [3].

Por otra parte, el Partido Nacional Revolucionario forja una política que impondrá a un partido por más de ochenta años. En el momento no se definió un género para las películas, sin embargo, se dio una clasificación provisional como “propaganda política”; de la misma forma, otras naciones ya identificaban el poder del cine para formar la opinión pública, lo que rescata Vázquez Mantecón: “Poco después de la Segunda Guerra Mundial, Leonard W.Doob revisó las reglas de la propaganda nazi a partir del análisis de los documentos incautados a los derrotados. Entre otros puntos, destaca que los propagandistas debían tener acceso a información de primera mano (incluso de fuentes de inteligencia) sobre los sucesos y la opinión pública; que la propaganda debía ser planeada y ejecutada por una sola autoridad, o bien que esa información debía ser compartida por directivos del régimen, quienes configuraban el primer núcleo receptor de las ideas del estado. Muchos de estos principios coinciden con la exposición de motivos cardenistas sobre la justificación del DAPP (Departamento Autónomo de Prensa y Publicidad). Es probable que los primeros receptores de los materiales de propaganda del departamento fueran los mismos funcionarios del régimen cardenista” [4]. Estas prácticas se realizaban desde los inicios del cinematógrafo.

Parte de las actividades de preservación del Laboratorio de Restauración Digital en 2019 fueron los procesos de revisión y estabilización de los materiales fílmicos, así como su digitalización y reconstrucción, trabajos que han sido arduos debido al deterioro físico-químico de las películas. Por eso se dio impulso al proyecto de preservación de “Los sucesos de José León Toral y el asesinato del Gral. Álvaro Obregón”.                                        

Respecto al contenido, no es posible considerar que los cuatro rollos pertenezcan a una sola producción; al contrario, son muestra fiel de la historia de la cinematográfica nacional. En México, a principios de siglo XX existían dos vías de distribución que se llevaron a cabo en el territorio nacional e internacional. La primera para difundir noticias del momento, la segunda ruta de difusión eran los grupos políticos, que permitieron seguir la evolución de los hechos del asesinato de Álvaro Obregón. Prueba de ello es que es posible distinguir la marca y fecha de manufactura del material fílmico, las cuales son distintas para cada uno de los rollos.

Las condiciones físicas de este material fílmico son delicadas. Debido al paso del tiempo (material de la década de los veinte en su mayor parte) y un precario almacenamiento, dicho material presentó inicios de sulfatación, espejo de plata, pegaduras con adhesivo viejo, pérdidas de emulsión, descarrilamientos, errores de copiado y un encogimiento considerable en la base de la película; todo esto, de acuerdo con la ficha de revisión en mesa. Esto representó la necesidad de reunir los esfuerzos para recuperar las imágenes en movimiento antes de su descomposición total, prolongando su vida al transferirlas a soportes digitales y estabilizando, en la medida de lo posible, la película de nitrato y acetato.

Fotograma de revisión fílmica del rollo negativo, 35mm., Cineteca Nacional, 2021.
Fotogramas de revisión fílmica del rollo negativo / positivo, 35mm., Cineteca Nacional, 2021.

¿De quién era realmente la película? ¿Quién la produjo o distribuyó?  Estas preguntas guían el interés y entusiasmo para el estudio particular del filme. Tenemos registros e investigadores que son clave para el estudio de la cinematografía de la época: Jesús H. Abitia [5], fiel cinefotógrafo y productor de Álvaro Obregón, que produjo varios títulos relacionados con dicho caudillo: “Llegada de las tropas de Obregón a Guadalajara”, “Entrada triunfal del general Álvaro Obregón”, “Toma de posesión del general Álvaro Obregón”, “Gira política del general Obregón al sur del país con escenas familiares”, “El estado de Sonora” y “Álvaro Obregón”. De acuerdo a Gustavo García, para 1928 Jesús H. Abitia ya no contaba con el apoyo de Álvaro Obregón: “Casi la totalidad de la producción cinematográfica muda ha desaparecido en incendios, por un descuido o necesidad: lotes enteros de largometrajes mudos fueron vendidos por sus empobrecidos realizadores a las fábricas de pintura, que aprovecharon el nitrato de plata de la emulsión. Jesús H. Abitia, ya sin el apoyo de Obregón, vio cómo sus películas quedaban reducidas a cenizas en 1928, en un incendio ‘accidental’” [6].

El investigador Ángel Miquel resalta las características de la década de los veinte: “La producción mexicana, que hasta este momento había sido -con insignificantes excepciones- estrictamente documental, varió de rumbo. Entre 1917 y 1929 se filmaron unas cien películas silentes de argumento y pocos largometrajes documentales.  Un indicador de este cambio es que en la década de los años veinte se estrenaron 64 cintas mexicanas de ficción en la capital, de las que solo 12, es decir el 18.75 por ciento, eran documentales. Pero incluso estas cifras son engañosas debido a la escasa producción de cine de argumento nacional. Resulta mucho más clara la abrumadora preferencia del público de esta década si comparamos todos los estrenos de largometrajes de ficción en la ciudad de México entre 1920 y 1929, que fueron 5000 (99.13 por ciento), con los escasos 44 documentales (0.87 por ciento) exhibidos en el mismo periodo” [2]

Sin embargo, de acuerdo con una entrevista hecha al Dr. Aurelio de los Reyes en la proyección digital de “Los sucesos de José León Toral y el asesinato del gral. Álvaro Obregón”, organizada por la Dirección de Acervos en 2019, se concluyó que la película no era de Jesús H. Abitia. Aunado a ello, podemos observar algunos nombres relacionados con la película en el Archivo General de Nación, como la solicitud de exhibición a la Secretaría de Gobernación, donde se menciona textualmente en la ficha de registro de los documentos lo siguiente: Lugares: “Distrito Federal”. Asunto: “Toral y el asesinato de Obregón”. De este folleto son autores Donato H. Morales y Alfredo Guzmán, el cual menciona la prohibición de entrada al país de la película por su posición católica. También se agrega que fue una producción extranjera y con inclinaciones religiosas, lo cual no corresponde del todo con el contenido del material fílmico. Por otra parte, también en el AGN aparece otro registro con información relacionada con fechas de junio de 1929 a enero 1930. El registro está relacionado al asunto del señor Ladislao Cortés, que solicita permiso para exhibir una película que se titula “José Toral ante sus jueces”. El legajo incluye el guion de la película cinematográfica, es decir, los textos que acompañan a “las vistas”, telegramas, manuscritos y boletos, lo cual nos permite confirmar que la cinta fue solicitada para su exhibición en lugares como el Distrito Federal [7]. Este suceso acaparó el interés de los distribuidores de inicios del siglo XX.

 El célebre proceso de José de León Toral en un fotomontaje.

Otra evidencia interesante son los Lobby Cards (fotomontajes), resguardados en la Cineteca Nacional y distribuidos por F.D. Moran del Distrito Federal, donde textualmente se presenta como “La histórica y detallada película mexicana sacada del lugar de los hechos” [8].

Dejo está introducción para continuar con aspectos puntuales del contenido de los fotogramas y sus aspectos formales que dan pie a su propio capítulo, ya que la película rescatada demanda los ojos de los investigadores y del ciudadano para ampliar la consciencia histórica sobre la sociedad y el gobierno mexicano. Cabe mencionar que los materiales audiovisuales de la película referente al asesinato de Álvaro Obregón por León Toral y sus consecuencias representadas a través del lente cinematográfico pueden ser consultados en la Videoteca de la Cineteca Nacional para su consulta.

A manera de conclusión, la cinematografía mexicana post revolucionaría continuó capturando imágenes de cada evento político y religioso. La película de 1929, anteriormente comentada, es un ejemplo único acerca del temprano consumo del audiovisual para generar una opinión social y perpetuar ideologías. Este caso de reconstrucción fílmica es un rescate social sin precedentes de una época de rupturas y reencuentros entre la sociedad, el estado y la religión, que definieron el camino de México.

         Fotograma de revisión fílmica del rollo negativo, 35mm., Cineteca Nacional, 2021.

Notas:

[1]. Trabajó en el área de Documentación del Laboratorio de Restauración Digital y actualmente es el Encargado de Catalogación del Centro de Documentación, ambas áreas de la Cineteca Nacional. Paralelamente es el Coordinador del Archivo Lily, en apoyo a FOCINE.

[2].Ángel Miquel, “Acercamiento al cine silente mexicano”. Cuernavaca, Morelos, México, Universidad Autónoma del Estado de Morelos; Facultad de Artes, 2005.

[3]. González Casanova, “Crónica del cine silente en México”, 1989, págs. 54-55.

[4]. Álvaro Vázquez Mantecón, “Cine y propaganda durante el Cardenismo. Historia y grafía”, N° 39, pag. 87-101. Scielo. Retrieved 09 12, 2021, from https://www.scielo.org.mx/pdf/hg/n39/n39a5.pdf

[5]. Fundación Toscano IAP (4 de agosto de 2021). “Fundación Toscano IAP”. Obtenido de Colección Jesús Hermenegildo Abitia Garcés: Biografía: http://www.fundaciontoscano.org/esp/archivo_abitia.asp

[6]. Gustavo García, “El cine mudo mexicano”, Distrito Federal, México: Cultura / SEP, 1982.

[7]. Archivo General de la Nación, “Archivo General de la Nación: Guía general / Instituciones Gubernamentales: época moderna y contemporánea / Administración Pública Federal S. XX” /. Obtenido de la Secretaría de Gobernación, Siglo XX / Investigaciones Políticas y Sociales (Galería 2). 2020 / Generalidades / Caja 0016”. https://archivos.gob.mx/guiageneral/].

[8]. Cineteca Nacional, Acervo Iconográfico, Fotomontaje Nacional Histórico, 1929. Dentro de la publicidad es evidente la presencia protagónica de León Toral.

* Las fotos que acompañan el presente artículo se incluyen únicamente como apoyo al contenido del texto, cuyo cometido es de difusión cultural.

Por Rolando Díaz Jaimes

Trabajó en el área de Documentación del Laboratorio de Restauración Digital y actualmente es el Encargado de Catalogación del Centro de Documentación, ambas áreas de la Cineteca Nacional. Paralelamente es el Coordinador del Archivo Lily, en apoyo a FOCINE.