El ánima del cine. Estatus del cine animado en México. Parte 1

Por Jaqueline Tavera Martínez
 
La historia de amor de una princesa cuesta 275 millones de dólares y recauda el doble; la de una niña que vive en un manicomio vale 10 millones de dólares. Ambas son películas de animación y la calidad es semejante. Entonces ¿cuál es la diferencia? La primera llamada “Enredados”, es de la empresa estadounidense Disney, la segunda, “Ana”, de la productora mexicana Lo Coloco Films. Esta es una muestra de la situación financiera de la producción de cine animado en México.
 
“Ana”, la nueva cinta de Carlos Carrera, es el más ambicioso filme de animación al costar más de 10 millones de dólares y ser el primero en hacerse en formato 3D en nuestro país. A pesar de que la cinta se realiza desde hace siete años, actualmente está en la mitad de su producción, porque Carrera, como muchos realizadores de cintas animadas, tiene problemas financieros para terminarla.
 
En México una película animada cuesta 2 millones de dólares; en Estados Unidos 150 millones de dólares, aunque el costo de estas últimas se eleva porque incluyen voces de artistas reconocidos, el 50 por ciento del presupuesto se destina a recursos humanos. De acuerdo con un documento realizado por el equipo de “Ana”, “en un estudio americano se espera un promedio de entre tres y cuatro segundos realizados por animador cada semana, mientras que en México se suelen exigir cuotas similares por día, impactando directamente la calidad del trabajo realizado”.
 
La palabra “animación” proviene del latín y significa “ánima”, es decir “alma”, en el caso del cine al ser personajes dibujados o creados por computadora y no actores, “animar” es dotarlos de alma. Hoy, en México, esta industria comienza a tener importancia en la producción y atracción de audiencias.
 
Según un estudio del IMCINE (Instituto Mexicano de Cinematografía), la animación mexicana en 2012 es el género con más asistentes promedio por película estrenada, por ejemplo, en taquilla tuvo un ingreso de 2, 385 110 pesos y ha ido en aumento.
 
La realización profesional de este cine no es demasiada, en México del total de producción de películas que se hicieron en 2012, un 68 por ciento fueron películas de ficción, 31 por ciento documental y sólo un uno por ciento fue completamente animación. En cortometrajes la situación es diferente: en 2012 de 600 cortos hechos, 25 por ciento eran animados. En cuanto a las escuelas de cine, la segunda especialización más solicitada es la de animación después de dirección.
 
Carlos Zepeda Chehaibar, socio director de Huevocartoon Producciones, asegura que esta industria apenas empieza y  aún es muy pequeña. Por lo que faltan personas capacitadas, empresas que hagan procesos técnicos, apoyos y espacios para la animación.
 
Para el equipo de CutOut Fest, (Festival Internacional de Animación) el más importante de México, pese a que se está construyendo un movimiento de animación nacional, considera una mentira hablar de una industria de la animación en México, “hace falta profesionalización por parte de los animadores, programas federales y estatales que incentiven la creación de empresas y estimulen la producción de contenidos, cambios de hábitos en la forma en que el espectador consume cultura y sobre todo, programas educativos eficientes”.

Un público animado

En México existe un público numeroso que mira las historias de un ogro verde, un pez que busca a su hijo, animales en plena era de hielo, juguetes que hablan, un panda que hace kung-fu, una rata que cocina, y muchas otras, convirtiéndolas en películas de éxito. Por ejemplo, la primera cinta de “Toy Story” (1996) recaudó en nuestro país más de tres mil millones de pesos.
 
Todas estas cintas, como la gran mayoría, se encuentran dirigidas al público infantil y familiar. Para Pablo Baksh, productor de “Ana”, siempre se han hecho animaciones para público de todas las edades, pero durante los últimos años las animaciones con mayor éxito comercial estaban dirigidas al público infantil y a toda la familia.
 
“Ana” tiene el problema de incorporar elementos no infantiles. Pero los niños que han visto la escena de la película terminan muy contentos, afirma Baksh, incluso una psicóloga infantil le aseguró que la historia y la manera de contarla sí es apta para niños.
 
Para Zepeda, las películas que se hacen en Huevocartoons se dirigen a toda la familia, sin embargo, considera que sí existe ese paradigma de que la animación es únicamente para niños. “La taquilla demuestra que los adultos también gozan el cine de animación. Las películas animadas son las más exitosas”, dice.
 
Asimismo, hay animaciones dirigidas a adultos que han ganado premios en festivales importantes y tienen un público reducido, generalmente localizado en los circuitos de arte. Por ejemplo:
 
• “El Héroe” de Carlos Carrera (1994): cortometraje ganador de la Palma de Oro en el Festival Internacional de Cine de Cannes.
 
• “Cuatro maneras de tapar un hoyo” de Jorge Villalobos y Guillermo Rendón (1995): nominado a la Palma de Oro en el Festival de Cine de Cannes y ganador del tercer lugar Gran Coral en el Festival de Cine de la Habana.
 
• “Hasta los huesos” de René Castillo (2001): ganador de más de 60 premios internacionales, considerado un clásico de la animación.
 
• “Berlitad” de Pablo Ángeles (2006): ganador del Ariel por Mejor Cortometraje de Animación.
 
• “Jacinta” de Carla Castañeda (2008): ganador de Mejor Cortometraje Animado en los Festivales de Cine de Guadalajara y Morelia.

El proyecto cinematográfico de “Ana”, es un claro ejemplo de la situación del cine de animación en México

“Ana”, un caso especial

El proyecto cinematográfico de “Ana”, es un claro ejemplo de la situación del cine de animación en México: poco presupuesto, aunque una gran cantidad de público interesado en verlo.
 
Carlos Carrera, quien filmara las cintas “El crimen del padre Amaro” (2002) y “Backyard” (2009), declaró en una entrevista que existen diferentes factores por los que no se hace cine de animación en México, entre ellos “el tiempo que lleva hacerlo y los recursos que requiere. Es una disciplina basada en el desarrollo de una técnica y un lenguaje muy particulares y se requiere de la formación de muchos artistas”.
 
Con apoyo financiero de empresas y amantes del cine “Ana” ha reunido 80 millones de pesos de los 100 que necesita para su producción. El productor Pablo Baksh, dice que es un proyecto muy ambicioso por lo que no ha sido fácil conseguir el financiamiento. Su costo es menor que las películas animadas y de esta calidad que se hacen en otras partes del mundo; para México tiene un costo muy alto.
 
Los realizadores de “Ana” exploraron opciones de coproducción con Europa, Canadá, España, Estados Unidos, Colombia, Argentina, Bélgica y Alemania, debido a los altos costos de realización, pero no se concretaron. Hasta el momento se ha conseguido un 31 por ciento de subsidios mexicanos, 46 por ciento de inversionistas privados mexicanos, (con lo que se avanzará hasta terminar), se busca un 23 por ciento en aportaciones de servicios y una parte para pagar deudas.

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