El cine itinerante: una forma de acercarse a la comunidad
Por Carolina Lainez/Adriana García
La promoción del cine mexicano ha sido una de las prioridades del Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE) que bajo la dirección de Marina Stavenhagen, coordinó uno de sus proyectos más exitosos, se trata de “Cine en tu comunidad” cuyo objetivo era dar exhibiciones gratuitas, con el noble objetivo de llevar cultura y entretenimiento a todo el país.
Por años el acto de acudir al cine se ha convertido en una fuente de diversión, es el punto de reunión familiar y parte fundamental de las relaciones sociales y amorosas. Lamentablemente, con el tiempo, este ritual se ha encarecido, siendo inaccesible para ciertos sectores de la sociedad cuyo ingreso no les permite acudir a los modernos complejos cinematográficos; de esta manera, las funciones públicas intentan ser una alternativa a este mal.
Desde su arribo a México en 1896, el cinefotógrafo resultó un negocio fácil y los empresarios ambulantes se multiplicaron, no sólo en la Ciudad de México, sino en el interior de la República. Es así como surgieron dos tipos de empresarios: los que contaban con más recursos y tenían la capacidad de rentar un espacio para albergar al público asistente, y los que eran aventureros que improvisaban lugares ayudándose de botes, tablas, o bien, invitaban al espectador a llevar su propia silla. El espectáculo era una fiesta.
Con este mismo principio festivo y de convivencia, con al apoyo de CONACULTA y la Cineteca Nacional “Cine en tu comunidad”, llegó a su tercera edición en la cual recorrió dos rutas en veinte estados del norte, centro, y sur del país, sumando doscientas proyecciones en plazas, explanadas, parques, auditorios y demás espacios públicos. Reunió un total de 72 mil 484 asistentes, superando por buen número los 47 mil del año 2011 y los 31 mil en 2009.
Los filmes exhibidos fueron mayormente mexicanos y contemporáneos como “Nikté”, de Ricardo Arnaiz; “Don Gato y su pandilla”, de Alberto Mar; “La Leyenda de la Nahuala”, de Ricardo Arnaiz; “La Leyenda de la Llorona”, de Alberto Rodríguez; “Brijes”, de Benito Fernández; “El Estudiante”, de Roberto Girault; “La Revolución de Juan Escopeta”, de Jorge Estrada; “Otra Película de Huevos y un Pollo”, de Gabriel y Rodolfo Riva Palacio y “Espiral”, de Jorge Pérez Solano.
Además se proyectaron 10 cortometrajes mexicanos de animación y ficción: “El armadillo fronterizo”, de Miguel Anaya Borja; “La nuera de Don Filemón”, de Gabriel Guzmán; “Eskimal”, de Homero Ramírez Tena; “La mina de oro”, de Jacques Bonnavent; “Moyana”, de Emiliano González Alcocer; “Iker pelos tiesos”, de Sandra García Velten; “Monarca”, de Víctor René Ramírez Madrigal y Jorge Arturo Tornero Aceves; “Luna”, de Raúl y Rafael Cárdenas; “El pescador, de Samantha” Pineda Sierra; y “El relato de Sam Brennan”, de Tonatiuh Moreno.
Durante los tres años del proyecto se visitaron 418 comunidades con 452 funciones de cine impactando a más de 150 mil personas. El IMCINE y la Cineteca Nacional llevan a cabo estas proyecciones en coordinación con los gobiernos estatales, municipales, institutos de cultura y foros cinematográficos de todo el país para beneficio del público cinéfilo.
Corre Cámara.com tuvo oportunidad de entrevistar a Alejandro Díaz, Supervisor Operativo de la Ruta Norte; y a Diego Torres, Supervisor Operativo de la Ruta Sur y nos contaron sobre su trabajo en el proyecto.
¿Cuál fue la experiencia (personal o laboral) que más le satisfizo tras la conclusión del proyecto o durante la realización del mismo?
Alejandro Díaz: Fue muy satisfactorio ver la buena respuesta de la gente ante el cine nacional, ver funciones con más de 700 personas disfrutando una película mexicana fue muy motivante.
Por otro lado, llegar a lugares de tanta pobreza y poder ofrecerles una experiencia de sana convivencia y distracción, que los alejará de sus problemas cotidianos por lo menos un par de horas, es también gratificante en el sentido humano; la gente nos lo agradecía y acudía a las funciones con mucho candor.
Diego Torres: La experiencia más satisfactoria fue en la localidad de Soteapan, en el Estado de Veracruz. Una localidad muy pequeña de no más de 1000 habitantes, la mayoría de las calles no contaban con pavimentación, sólo una que es la principal. El camino fue difícil por el poco cuidado de las carreteras. Nos ubicaron en lo más alejado de la comunidad en una cancha pegada al panteón, un panteón muy bonito, la gente respondió desde las 6 de la tarde, jugamos con los niños, de alguna forma tenemos que entretener a la gente, la cancha nos quedó muy pequeña para la cantidad de gente que llego. Fue la función en la cual recordé el sentido del Cine en tu Comunidad.
Realizar un proyecto siempre es una experiencia enriquecedora, pero las personas que nos acompañan en el camino también, ¿Conociste a alguien esta vez que le dejara huella?
Alejandro Díaz: Mencionar sólo a una persona sería delimitar mucho la experiencia. En mi caso concreto, quede admirado en general por la gente que vive en las zonas rurales al norte del país, que acostumbrados a tener que luchar con el desierto año con año, aguantan estoicos las sequías y trabajan incansables para salir adelante.
Por otro lado, en general la gente que trabaja en las casas de cultural municipales fueron personas que más que nada hacen lo que hacen impulsados por una gran pasión y vocación social. Trabajan con un presupuesto ridículo y en circunstancias adversas, muchas veces sin ningún tipo de apoyo, para mejorar sus pueblos y comunidades. Ellos fueron un gran ejemplo.
Diego Torres: La gente con la que te vas de viaje se vuelve tu familia, conocí a las personas más nobles, honestas y dedicadas con su chamba. Que aunque al principio fue difícil convencerlos de que estábamos haciendo una labor maravillosa por toda la alegría que generábamos en cada comunidad terminamos enamorados del trabajo, difícil y muy pesado pero con muchas satisfacciones.
¿Cuál fue una experiencia simpática?
Alejandro Díaz: La gente no podía creer que fuéramos a hacer una función de cine sin pedirles nada a cambio. Cada día nos preguntaban si éramos de algún partido, facción, planilla o secta. A mi en lo personal me daba mucha gracia cuando se acercaban para averiguar si éramos de algún grupo cristiano. Nos tardábamos como veinte minutos en convencerlos de que no había gato encerrado y entonces sí, entraban a la función con toda confianza y alegría.
Diego Torres: Muchas, pero una en especial fue que en una de las funciones, los niños estaban muy apagados, y llego un grupo de viejitas que empezaron a bailar y ellas animaron la función.
¿Cuál era la reacción de las personas que llegaban a ver cine en las distintas comunidades?
Alejandro Díaz: Por lo general siempre había mucha expectativa durante el día, nuestra llegada paralizaba los pueblos en muchas ocasiones. Durante la función la respuesta era fabulosa. Gente lloraba con el protagonista o reía a carcajadas como en cualquier cine. La experiencia comunitaria era hermosa.
Diego Torres: Primero de sorpresa al ver el tamaño de la pantalla, luego de diversión al ver la película, y al final de agradecimiento por llevar el cine y ver una película en gran formato.
¿Cuál es la película que causó mayor impacto entre el público? y ¿por qué?
Alejandro Díaz: Sin duda La leyenda de la llorona. Me imagino que en primer lugar, porque La llorona es una leyenda que compartimos en todo México. Cada municipio y muchas veces cada pueblo tiene su propia llorona o historia de fantasmas. A los niños les encanta y a los adultos les llama la atención, aunque sean dibujos animados.
La buena factura de la película tiene mucho que ver, la gente no se decepciona, al contrario, sienten sus expectativas cumplidas: se espantan un poquito, se divierten, sueñan y fantasean. La leyenda de la llorona cuenta con ciertos ganchos culturales con los que es fácil identificarte, explota muy bien la mexicanidad compartida sin caer en clichés ni generalidades.
Diego Torres: La leyenda de la llorona, en todos los lugares hay una leyenda de la llorona, tal vez con distintos nombres pero la esencia es la misma.
¿Qué tipo de legado cree que dejan proyectos como estos en la gente en especial en la niñez y la juventud?
Alejandro Díaz: Es algo incuantificable. Fuimos a pueblos donde estoy seguro que ya nos esperan el próximo año. Aunque fuera por un día, cambiamos la realidad de las personas. Niños que jamás habían visto una película en una pantalla gigante, que sabían que era un cine porque alguien se los había contado, no se olvidarán del día que los visitamos en mucho tiempo. ¿Quién sabe? Tal vez en alguno nació la semilla para seguir buscando películas, experiencias cinematográficas. Tal vez el próximo gran director de México vio su primera película en una función del Cine en tu comunidad.
Diego Torres: El interés por hacer cine, encontrar otros medios de entretenimiento.
¿Y los adultos mayores?, ¿cómo reaccionaban?
Alejandro Díaz: Con mucha nostalgia combinada con una particular alegría. Varias veces me topé con comentarios como “Vaya, no iba al cine desde hace 43 años, desde que los húngaros (gitanos, cine trashumante) visitaban el pueblo.” Las abuelas llegaban a a acompañar a sus nietos y usualmente se emocionaban más que ellos. Ver a familias completas clavadas en una película, incluyendo a los abuelos, es simple y sencillamente hermoso pero es más bello aún cuando el cine está en medio de la plaza pública o a pocos metros de un gran maizal.
Diego Torres: Muy bien, son muy agradecidos, les hicimos recordar cuando había cine en los lugares
¿Hay alguna experiencia en particular que le desagradó durante la ejecución del proyecto?
Alejandro Díaz: El hambre de algunas autoridades locales por querer ponerle un color específico a las funciones. Llevar a cabo el proyecto durante épocas electorales fue desgastante, siempre hay alguien que quiere llevar agua a su molino de pronto se les hace fácil tratar de aprovecharse de un proyecto tan noble como El Cine en tu Comunidad.
Diego Torres: Hay tantos puntos buenos como malos, pero la falta de respeto hacia los lugares públicos, se tira basura en cualquier lado, la falta de educación respecto a eso me desagrado mucho.
Después de este proyecto y conocer a los diversos públicos que están urgidos de cine ¿Qué le diría a la gente que opina que el cine mexicano no es bueno?
Alejandro Díaz: Que tiene que darle una oportunidad. El cine mexicano no es un género, por principio de cuentas. Hay cine nacional para todos los gustos, para todos los momentos y de toda clase de temas.
Nuestro cine es tan digno y de la misma o mejor calidad que el de cualquier otro país, sin embargo como mexicanos de pronto caemos en vicios y lugares comunes hacía el producto nacional que son injustos, cuando somos por otro lado, somos perfectamente capaces de fletarnos una pésima película de cualquier otro país pero al final le guardamos más respeto por tener subtítulos.
El público mexicano no puede ni debe ser tan caníbal. El cine en tu comunidad demuestra cabalmente que al público le gusta el cine nacional, lo disfruta; sin embargo el gran problema viene cuando se lleva a salas comerciales en una competencia desleal y bajo un esquema abusivo.
Diego Torres: Que se vea más cine mexicano.