Por Orianna Calderón
  

“En tanto obra artística, el cine documental está obligado a la experimentación y a la transgresión en su tratamiento de la realidad, pero el cineasta debe asegurarse de que ese universo construido cumpla un criterio lógico, ético y estético.” “El documentalista debe atreverse a cruzar fronteras, abrir puertas y hacer preguntas incómodas, hasta llegar a la materia prima con la cual construirá su historia, el corazón de su filme.”
  

Así se expresaron respectivamente Juan Francisco Urrusti y Tatiana Huezo -ambos docentes del Centro de Capacitación Cinematográfica- en el marco de Escenarios 2011, un encuentro internacional bianual de cine documental que se llevó a cabo del 28 de julio al 4 de agosto en las instalaciones del CCC y la Cineteca Nacional.
  

Mesas redondas, clases magistrales y proyecciones donde se dieron cita cineastas, académicos, estudiantes y público cinéfilo, generaron el espacio-tiempo propicio para producir cuestionamientos antes que respuestas categóricas. La estructura de cinco rutas curatoriales a partir de la idea base de la octava edición de este encuentro (territorios al límite), fue clave para la enriquecedora reflexión en torno a justicia, identidad y las porosas fronteras que rodean los conceptos de objetividad, autoría y espacio privado. También se contó con la presencia de documentalistas renombrados a nivel internacional: Leonard Retel, John Appel, Coco Schrijber y Boris Gerrets de Holanda, Patricio Henríquez de Chile/Canadá, Isaki Lacuesta de España y Thomas Heise (1) de Alemania.
  

Todos ellos dictaron clases magistrales, entre las cuales destacó la de Schrijber, directora de una escalofriante indagación sobre el instinto asesino del ser humano a partir de conversaciones con veteranos de Vietnam (First kill, 2001). La cineasta egresada de la Rietveld Academy en Ámsterdam, centró su clase en la técnica de entrevista para lograr que la gente se abra ante la cámara; más práctica que teórica, invitó a personas de la audiencia a probar su capacidad para improvisar, generar una atmósfera de confianza y, básicamente, demostrar un interés genuino en la vida de ese otro (extra)ordinario.
  

La última mesa -Conclusiones: El documental, un territorio al límite- fue moderada por José Antonio Cordero, cineasta que junto con Juan Francisco Urrusti estuvo a cargo de la programación de Escenarios 2011. Cordero retomó algunas de las conclusiones -temporales- a las que se llegó en las mesas desarrolladas a lo largo de la semana; por ejemplo, la aseveración expresada por el documentalista Everardo González de que incluso aquellos documentales que buscan incidir en la reparación de daños o injusticias, terminan beneficiando primordialmente al documental mismo o a los realizadores. Ante esto, Tatiana Huezo -cuya emotiva ópera prima El lugar más pequeño cerró el encuentro- reconoció que los documentales no se hacen para resarcir daños ni enjuiciar personas; en lo que sí colaboran es en la construcción de una memoria histórica.
  

Pau Montagud, director del Festival Internacional de Cine Documental de la Ciudad de México DOCSDF, puntualizó que uno de los mayores problemas es la escasez de espacios de exhibición; a su juicio, el documental ha sido excluido de los medios masivos de comunicación por dos razones: porque contextualiza los acontecimientos mediante un tratamiento cuidadoso de la información y porque expresa los puntos de vista del realizador, al ser una expresión de periodismo audiovisual en la que la subjetividad tiene un valor positivo. En este sentido, el realizador Isaki Lacuesta -cuyo filme La leyenda del tiempo (2006), entreteje ficción y documental en dos historias independientes pero influidas por el cantaor Camarón de la Isla- manifestó su preocupación respecto a una minimización de la objetividad en el ejercicio del periodista que, a diferencia del cineasta, sí debe preocuparse por mostrar hechos reales y emitir juicios basados en conocimientos compartidos.
  

Por su parte, Urrusti concluyó que el documental es fundamentalmente un medio de expresión artística e informativa para el realizador, y una fuente de aprendizaje para el espectador. Es también un mecanismo de desnaturalización de lo que se ignora al considerarse lo más cotidiano, de acuerdo con la doctora Ana María Martínez de la Escalera, ponente en la mesa sobre Límites de lo Privado. Más aún, como aseveró Patricio Henríquez en la mesa inaugural de Escenarios 2011, el documental es una herramienta más efectiva que los noticiarios -donde la reflexión contextualizada se supedita a la exigencia de inmediatez- para acercarse al Otro como vecino, como habitante de la aldea global con quien compartimos más de lo que en inicio sospechamos.
  

(1) Cabe mencionar que del 18 al 28 de agosto, la Cineteca Nacional exhibe una retrospectiva de Thomas Heise, que incluye filmes como Sistema Solar (Sonnensystem, 2011) y Patria (Vaterland, 2002).