Por Leticia Carrillo

En el cierre del curso El Cine y las Vanguardias que se llevó a cabo todos los jueves de junio y el primero de julio en el Museo Nacional de Arte y que fue coordinado por el historiador fílmico Aurelio de los Reyes, se presentó Itala Schmelz, directora del Museo de Arte Moderno Carrillo Gil, quien en 2003 fue una de las organizadoras del evento El Futuro más Acá, que se convirtió en un hito en la difusión del cine mexicano de ciencia ficción.  

Dentro de la sesión efectuada en la recién inaugurada sala de cine de uno de los recintos culturales más importantes de México, Itala Schmelz reveló que el Museo Carrillo Gil tiene contemplado organizar a finales de año un ciclo de cine mexicano de este género con cintas producidas recientemente como “2033” (Francisco Laresgoiti), “Depositarios” (Rodrigo Ordoñez), “De día o de noche? (Alejandro Molina), “La última muerte”(David Ruiz), “La pantera negra” (Iyari Wertta), ““Ángel caído” (Arturo Anaya), “Noche sin cielo” (Benjamín Williams) y “Seres: Génesis” (Ángel Mario Huerta).  “El cine de ciencia ficción es importante para el país porque sirve como una vía para que como sociedad pensemos hacia donde vamos y cómo nos vemos desde afuera, hablando de extraterrestres”, dijo la promotora cultural.  

Al hablar de la treintena de cintas del género producidas en México entre 1950 y 1980, Schmelz resaltó que la fascinación que estos filmes provocaron en los países del norte generó una estética retro que se ha retomado en otras películas así como en diferentes ámbitos del quehacer cultural.  

Sin embargo, la directora del Museo Carrillo Gil consideró que si para el público estas latitudes resultan graciosas cintas como “Santo el Enmascarado de Plata vs. la invasión de los marcianos” (Alfredo B. Crevenna), “La nave de los monstruos” (Rogelio A. González) y “La momia azteca contra el robot humano” (Rafael Portillo), es porque “son vistas como una parodia de los grandes objetivos del primer mundo”.  

Asimismo, destacó que estas películas fueron aceptadas por el gran público mexicano “pues aunque en ellas se ve a México como un país que no puede alcanzar el progreso y la tecnología, la gente se identificaba con los personajes humanos representados por cómicos como “Resortes”, “Clavillazo” o el actor y cantante Eulalio González “Piporro”, que reflejaban el sentir popular en torno a estos temas”.  

Itala Schmelz lamentó que la mayoría de este tipo de cintas estén pérdidas o destruidas y atribuyó esta situación a que sus productores “no las hicieron con una consciencia de conservación sino con la finalidad de ganar algún dinero como lo comprueban los presupuestos bajos y la falta de pretensiones artísticas con que fueron creadas”.  

En este sentido, la también filósofa indicó que el cine mexicano de ciencia ficción se inscribe en la corriente de la producción fílmica de serie B que se hizo en el mundo: “no era nada crítico, en México se produjo en mayor cantidad en la época de decadencia de la industria cinematográfica, no era propositivo, siguió los modelos del cine hollywoodense, incluso con la importación de material de stock extranjero que se compraba y se pegaba en las películas nacionales. Y de los argumentos, al parecer sólo el de la cinta “Érase una vez un hombre”, escrito por Guillermo Murray, se podría considerar netamente mexicano”.  

Por último, Schmelz subrayó el papel de las mujeres el cine de ciencia ficción mexicano del siglo XX: “estas películas reflejan la idea machista acerca del peligro que encierra el poder de la seducción femenina; a los hombres no les dan miedo las naves espaciales, ni los monstruos más horrendos, pero las mujeres con poder los aterran. Por ejemplo, “El sexo fuerte” (Emilio Gómez Muriel) se hizo como una burla a las mujeres que en 1945 exigían el derecho de votar, entonces los hombres se preguntaban ¿qué pasaría si las mujeres gobernaran el mundo?.