Por Manuel Cruz
@cruzderivas

Un policía guapo, un policía feo y un profesor inocente. Los tres unidos por la violación y el asesinato de una niña, hija del policía feo, sujeto de investigación del guapo y aparente víctima del profesor. Aunque tal premisa sólo existe para que ambos hombres torturen al sospechoso principal con métodos comparables al último Grand Theft Auto. Pero en versión Kosher. 

Lo cual -más allá de que la cinta se llama “El Lobo Feroz” y clausuró la 12 edición del Festival Internacional de Cine Judío en México (FICJM)- no dice mucho. El aparente crimen del profesor es casi tan brutal como la violencia que los policías infligen con rostros eternamente serios (tan serios como su absoluta falta de personalidad), excepto por un detalle. En un punto, el policía feo está por arrancarle las uñas al profesor, atado y amordazado a una silla, pero su celular suena. Responde. Es su madre. Y al menos en el mundo de “El Lobo Feroz”, a las madres no se las deja esperando. Así que se traslada a otra parte de la casa y atiende la llamada, atravesando todos las bromas sobre la maternidad judía, desde La Torá hasta Seinfeld. Cuando aquello termina, vuelve con su víctima y procede con la tortura, cada vez más gráfica. 

“El Lobo Feroz” es una película donde la violencia y el humor negro van de la mano, como en la obra de un popular cineasta estadounidense… pero hay un problema. La pedofilia y el asesinato infantil no dan risa. Y cada vez que alguno de los personajes menciona -brevemente- el motivo de su agresión, o que sencillamente se recuerda el crimen que da premisa a la historia, todos los chistes desaparecen, y la súbita transición de una broma absurda sobre iPhones a la carne en llamas de un hombre vivo causa pocas risas y muchos gritos. 

“El Lobo” Feroz es una cinta que se burla descaradamente de un tema nada gracioso, y cuya aparente trama sólo existe como pretexto a escenas de violencia injustificada y chistes imbéciles. ¿Por qué cerró la 12a edición del FICJM?. Porque el cineasta independiente previamente mencionado la nombró mejor película de 2013. Y aún cuando Quentin Tarantino es un director violento, su declaración es intrigante: La escena más sangrienta en “Perros de Reserva”, su película debut, es también la menos gráfica. Tarantino sabe que la violencia más aterradora suele ser la que nunca se ve. Pero Aharon Keshales y Navot Papushado, directores de “El Lobo Feroz” no creen en tal principio. Su obra es un ejercicio del absurdo, del terror, y finalmente, del asco. Pero asco Kosher. 

“El Lobo Feroz” cerró la 12a Edición del Festival de Cine Judío en México (FICJM)