Por Constanza Samaniego Valdés
Desde Morelia

En el marco del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) fue el estreno nacional de “Sujo” (2023) de las directoras: Fernanda Valdez y Astrid Rondero, cinta ganadora a Mejor largometraje mexicano de ficción, dentro de la Sección de largometraje mexicano de ficción.

El camino de Sujo, el joven protagonista, es uno por el que pasan muchos: cargar el legado de su padre, caer en la presión del crimen organizado y, sobre todo, negar el futuro que otros le han dictado.

Sin embargo, “Sujo” escapa de ser otra película que habla de “las realidades de México”, que son las que más se celebran en este país por su discurso sin impacto, y en el extranjero por su valor al mostrar lo que pasa en otros lados, pero que sólo alimentan una imagen que se vende de la industria cinematográfica de México para el mundo. Lo que más destaca en “Sujo” es su narrativa, una historia dividida en partes, cada una con el nombre de una persona que formó parte de la vida de Sujo y lo llevó a ser la persona en la que se convierte.

Al principio, estos nombres son de su familia, que se conforma por su papá, sus tías Nemesia y Rosalia, y sus primos, hijos de Rosalía. Cada uno forma parte del crecimiento de Sujo desde los 4 años que acompaña a su papá como sicario hasta que llega a ser un adulto joven en busca continuar sus estudios.

Su papá, interpretado por el mismo actor que Sujo de joven (Juan Jesús Valera), es un sicario de un grupo local del crimen organizado en Michoacán. Su apodo es “Ocho”, porque es el número ocho de cuarenta, que son las personas que forman parte de este grupo y entre más arriba estés en la cadena de mando, un número más alto tienes.

El recorrido de Sujo no sólo es en cuerpo sino en mente, el niño que fue apartado de la sociedad por el legado de su padre empieza a dejar atrás a cada persona en su vida. Su curiosidad y represión lo llevan a probarlo todo: las fiestas, las drogas, el amor, la rebeldía y el crimen. En un punto el pasado de Sujo lo alcanza, un pasado que él ni siquiera recordaba y que ya había superado, pero que nuevamente se manifiesta para mal: su lugar de origen, su padre, su gente, todo regresa como una amenaza de la que Sujo no podrá salvarse a menos de que escape. Este posible escape que parece ser inminente para la audiencia, lo es y, sin embargo, para Sujo es más que eso, es una oportunidad; representa otra salida para los jóvenes marginados de México “los niños huérfanos de este país en llamas”, una esperanza tras la tragedia, la constante tragedia que tan normalizada está en México.