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Las dos primeras películas en la competencia por el León de Oro de la 69 Mostra de Venecia, este jueves, coinciden en tener como protagonistas a gente corriente, personas anónimas como el modesto empleado de una recicladora parisina que en “Superstar”, de Xavier Giannoli, se ve sorprendentemente y sin motivo aparente convertido en “famoso” por los medios de comunicación, o la pareja de rusos cuyo aburrido matrimonio se ve convulsionado por la infidelidad de ella en “Izmena”, de Kirill Serebrennikov. Fuera de concurso la falta de “glamour” de las dos cintas citadas se vio compensada por la presencia de Winona Ryder y Ray Liotta con “Iceman”.

Pesadilla kafkiana sobre la pérdida del anonimato y la privacidad, y furibunda crítica a los medios de comunicación -especialmente a la televisión- “Superstar”, inspirada por la novela de Serge Joncour, estrenada en Francia este mismo jueves, es una comedia protagonizada por el popular cómico televisivo y fílmico Kad Merad, quien interpreta al empleado Martin, al que de repente y sin que sepa la razón pasa de ser un “Don nadie” más a una figura pública a la que avasallan con peticiones de autógrafos e invitaciones para aparecer en la tele. Cuanto más quiere huir de esa relevancia más se ensañan con él y más célebre se vuelve, por su integridad. Cecile de France interpreta por su parte a una periodista televisiva empeñada en llevarlo a su canal.

“Es la historia de un hombre que quiere preservar su dignidad, su anonimato, su pudor, y una denuncia de la necesidad de idolatrar y sacrificar a determinadas personas, esa locura ciega que contagia a las multitudes y las empuja a cortar cabezas, quemar libros o a twitear sobre cualquier cosa mientras  miran la televisión”, ha dicho Xavier Giannoli.

Muchos han visto en este Martin un parecido notable con el personaje de Roberto Benigni en la última película de Woody Allen, “A Roma con amor”, otro tipo normal convertido en figura mediática sin quererlo ni saber por qué. Giannoli fue preguntado en rueda de prensa por esta circunstancia, y respondió que efectivamente hay una similitud, pero su admiración por el neoyorquino le impide acusarle de plagio: “La novela que me inspiró la película se publicó en 2005 y yo la rodé el año pasado. Simplemente mi película se hizo seis meses antes que la de Woody Allen, y tenemos el mismo agente en Estados Unidos. Les comento los hechos, pero no añado nada más. Soy un gran admirador suyo”.

El cineasta francés agregó que desde su punto de vista, el tema es la esencia principal de “Superstar”, mientras en el film de Allen “es una anécdota”, y “lo importante es el trabajo del director. El resto no me parece demasiado interesante, es irrelevante”.

“Superstar” tuvo aplausos pero no convenció a todos, la crítica a los medios y a la sociedad de la “hipercomunicación” deriva a los estereotipos y la demagogia, con toques sentimentaloides que convierten al personaje central no sólo en un tipo normal, sino en un beatífico individuo (trabaja con discapacitados) que puede no querer popularidad, pero pide a gritos el cariño o la compasión del público.

Por su parte, el ruso Serebrennikov es más atrevido o menos convencional a la hora de narrar un drama miles de veces repetido, el de la infidelidad, la pérdida del amor, el dolor de la traición. “Izmena” (“Traición”) narra el encuentro entre un hombre al que se aproxima una mujer, para decirle que ambos, desconocidos hasta entonces, tienen algo en común: sus respectivas parejas les son infieles. Más homologable como película festivalera que la anterior, la cinta que protagonizan Franziska Petri, Albina Dzhanabaeva, Dejan Lilic y Arturs Skrastins, pretende -con diálogos mínimos- contagiar al espectador de la desazón que provocan esos hechos y el naufragio sentimental que conllevan.

La habilidad en la ambientación, la fotografía y la dirección de actores contribuyen a lograr el objetivo por parte de Serebrennikov, quien ha explicado que cree haber hecho “una película sobre una catástrofe, que cuenta las relaciones humanas entre hombres y mujeres conducidos por la traición. Pienso que va a despertar las emociones y los sentimientos más duros. No hay ni amigos ni enemigos ni una ciudad como tela de fondo. Sólo la traición, el olor y la encarnación de la traición”.

Para el cineasta, que empezó su carrera como director en los 90, sus armas han sido “las emociones y los pensamientos ocultos, todas las cosas que no tienen nombre en el lenguaje humano”, y añade que también puede percibirse “el deseo ardiente de los personajes para no quedarse solos y su deseo instintivo de amar a alguien”.

Finalmente, fuera de concurso, la norteamericana “The iceman” se basa en una historia real sobre un asesino a sueldo de la mafia con doble vida. Michael Shannon (” Take Shelter”, “Boardwalk Empire”) es Richard Kuklinski, un hombre que bajo contrato de la mafia mataba sin remordimientos, llevando una doble vida como asesino y como cándido y entrañable padre de familia. Winona Ryder interpreta a su inocente esposa que lo ignora todo sobre el verdadero empleo que mantiene a su hogar. El elenco también incluye a James Franco, David Schwimmer, Chris Evans y Ray Liotta como el real capo de la mafia Roy Demeo.

La película se basa en el libro “The Iceman: The True Story Of A Cold-Blooded Killer”, que Anthony Bruno escribió sobre este personaje, cuya fama y apodo se lo debe a su estrategia de congelar los órganos de sus víctimas y así despistar a la policía. El guión cuenta con la firma de Vromen y Morgan Land, y también se nutre de material de las entrevistas del documental de Jim Bhebaut, “The Iceman Tapes: Conversations with a Killer”.

A Venecia vinieron Shannon, Ryder y Liotta, para satisfacción de los fotógrafos, que en el apartado oficial no tuvieron demasiado trabajo.