Con esta colaboración de Javier González Rubio I. CorreCamara.com abre un espacio a las series de televisión que desde hace años vienen cambiando el panorama de la narrativa audiovisual en el mundo, una tendencia que está transformando no sólo a la industria del cine y la televisión, sino también al auditorio de cinéfilos y amantes de la imagen en movimiento de la era digital. En suma, un fenómeno que vale la pena ponerle atención.
Por Javier González Rubio I.
“Juego de Tronos” es una serie de televisión en la que el espectador, al igual que la mayoría de los personajes, no puede confiar en ninguno de ellos; el destino parece ser duro con todos, pero en particular con los ingenuos, con los carentes de astucia, capaces de poner sus principios por encima de la realidad que enfrentan. Quizá ese mundo mítico de la “Tierra de Poniente” y de las tierras “Más allá del Mar Angosto” no es más que una gran alegoría, un gran mosaico que echando mano de la imaginación está reatando el mundo en que vivimos. Y quizá de ahí provenga su enorme éxito mundial.
Está por empezar en México la cuarta temporada. La serie, llena de mitos y ya mítica en nuestro tiempo, está basada en las novelas (cinco hasta ahora, la primera publicada en 1996 y que da título a la serie) de la épica “Canción de Hierro y Fuego”, del estadunidense George R.R. Martin, escritor y guionista de cine y televisión.
De entre las series que han alcanzado audiencias inusitadas porque han revolcado los conceptos tradicionales de la narración para televisión (“Mad Men”, “Lost”, “24”, “Breaking Bad”, “Walking Dead”), Juego de Tronos es la más exitosa y la única basada en una obra literaria, lo que en consecuencia, aunque parezca lo contrario, habla muy bien de los guionistas de las otras, a las que ya nos referiremos en próximas ocasiones.
Hay tanta maldad en “Juego de Tronos” (como en las otras series referidas) que resulta evidente que la televisión ha perdido su pureza, aunque con una gran calidad y audacia narrativa que en ocasiones ha rebasado ya al cine. De ahí que cada vez sean más y más los actores de gran prestigio que aceptan trabajar para la que alguna vez algunos críticos un tanto trasnochados llamaron, con gran petulancia, “la caja idiota”.
“Juego de Tronos”, entre paisajes naturales espectaculares, se mueve a caballo y en barco entre un mundo pleno de reminiscencias medievales (La tierra del Poniente), salvo por la religión imperante, y otras tierras salidas de la fantasía heredada por Tolkien —ni modo, es una referencia obligada—, pero con voz, estilo y magia propias como Volantis, la Bahía de los Esclavos y Braavos. No faltan en ella, a pesar de su brutal realismo, los seres fantásticos: dragones, fantasmagorías que devoran seres humanos, mujeres y hombres con poderes demoníacos, conjuros y bebidas prodigiosas. Todo lo cual aparece con una absoluta naturalidad en la trama y no por ello deja de sorprender al espectador.
Evidentemente, toda la historia gira en torno al poder: cómo conservarlo y agrandarlo, cómo destruir el ajeno, cómo recuperar el perdido y en esa lucha todo es válido. Hay personajes verdaderamente enfermos, como el Rey Joffrey Baratheon (Jack Gleeson) un adolescente cobarde y cruel, enfrentado —todavía sin saberlo— a la verdadera amenaza de su reino: Daenerys Targaryen (Emilia Clarke, toda una revelación), la Hija del Dragón y “madre” de dragones que, en apariencia, parece el ser humano más justo y noble de la serie, con unas astucia y sagacidad tan grandes como su belleza.
La serie está poblada de personajes memorables, para bien y para mal. El final de la tercera temporada dejó a los espectadores en shock ante la crueldad de la última secuencia, magistral, en la que Robb Stark (Richard Madden), el joven rey de Winterland (al norte de Poniente) es asesinado implacablemente, junto con su esposa embarazada, y su madre, y es asesinado por ingenuo, por noble y también, hay que decirlo, por ser orgulloso y no darse cuenta de que sus virtudes son también sus debilidades.
No todos los personajes son caracterológicamente unidimensionales, por lo que algunos, a pesar de su crueldad, son capaces de mostrar actitudes empáticas, como Jaime Lannister (Nikolaj Coster-Waldau), tío y padre de Geoffrey, que lo mismo intenta asesinar a un niño sin inmutarse que ayuda a salvar a una mujer fea en desgracia, pero que ha generado su admiración; o Arya Stark (Maisie Williams), que a pesar de ser casi una niña, aprende a sobrevivir con un gran deseo de venganza, sin perder sus cualidades esenciales.
Los arcos dramáticos de los personajes resultan por demás atractivos y hasta ahora, el de mayor éxito entre todos ha sido el enano Tyrion Lannister (Peter Dinklage) en una actuación llena de matices), muy inteligente, cínico, mordaz, víctima del desprecio de su padre y de sus hermanos, pero también capaz de amar y de gestos llenos de nobleza ante los inocentes.
Esos arcos de carácter contribuyen de manera singular a la propia trama de la historia y generan las enormes sorpresas que el espectador se lleva en un mundo, en el que, como diría MacCarthy, “no hay lugar para los débiles”. O en palabras de Mario Puzo: “Los tontos mueren”
Las cinco novelas de George Raymond Richard Martin rebasan hasta ahora las cinco mil páginas en conjunto. La serie ha narrado, hasta ahora dos tomos y medio. En la quinta novela, publicada en 2011, la historia dista mucho de llegar al final, para lo cual faltan todavía otras dos entregas que Martin ha escrito a marchas forzadas (la sexta está por aparecer en Estados Unidos), a pesar de ocuparse también de supervisar los guiones de la serie, verdaderas lecciones de adaptación de literatura a televisión.
Protagonizada en su mayoría por actores británicos, ha sido creada y escrita por David Benioff (guionista de “Troya”), D.B. Weiss, los créditos principales de la serie, tal y como sucede hoy en la nueva televisión donde los directores son fácilmente sustituidos de capítulo a capítulo, no así los creadores y guionistas sobre quienes recae el éxito o fracaso.
Recientemente George R.R. Martin declaró que quizá el final de “Juego de Tronos” debería de ser una película. Cómo estarán las cosas para que aun los cinéfilos digamos ¡ojalá y no!
Juego de Tronos (Game of Thrones)
Creadores del programa: D. B. Weiss, David Benioff Escritores: George R. R. Martin, David Benioff, D. B. Weiss, Jane Espenson, Vanessa Taylor, Bryan Cogman. Red: HBO