Redacción. La enseñanza para escribir guión cinematográfico  ha tenido diversos maestros y referentes en el mundo, algunos legendarios como los italianos Cesare Zavattini y Tonino Guerra o el francés Jean-Claude Carrière, cuyos trabajos al lado de grandes cineastas han marcado épocas. Y en los años más recientes ha sido Robert McKee un especialista en la materia que es clave para comprender las técnicas y métodos del guión moderno, tanto de cine como de televisión.

Curiosamente, McKee no es un guionista consagrado, en el estricto sentido de la palabra, pues su mayor aportación en esta área ha sido en el ámbito académico, en la formación de otros guionistas que han tenido éxitos, a partir de lo que han asimilado de la enseñanza de McKee. Su seminario Story, como también se titula su más famoso libro, lo ha hecho una celebridad como profesor de escritura creativa desde hace 25 años en Estados Unidos y el mundo.

Tal vez muchos lo puedan traer a su memoria a partir de un personaje que se llamaba igual y también era un gurú del guionismo, que aparece en el filme El ladrón de orquídeas (Adaptation, 2002), película escrita por Charlie Kaufman y dirigida por Spike Jonze, en la que McKee es encarnado por el actor Brian Cox quien, enojado, ningunea en gruesos términos a un guionista llamado Charlie Kaufman (Nicolas Cage).

Lo cierto es que McKee puede presumir de haber tenido alumnos brillantes que han hecho una obra destacada en Estados Unidos, y que han participado como guionistas, directores o productores de películas como Leaving Las Vegas, Forrest Gump o Slepless in Seattle, así como en serie de televisión como Law & Order.

En una entrevista de Fernanda Longo para el diario argentino El Clarín (17-09-2009) McKee aseguró que “las
mejores historias hoy están en la TV” y que en una buena historia no puede faltar “la empatía con los personajes”. A continuación un extracto de esa entrevista.

Usted dice que hoy la ficción televisiva estadounidense supera al cine. ¿Por qué?

Las
mejores historias hoy están en la TV, por varios motivos. Primero,
porque Hollywood suele tener un esquema de producción más rígido, más
acotado a las exigencias de género y al final feliz: Hollywood es
“pro-familia”. La televisión es “anti-familia”: es menos moralista, la
libertad creativa es mayor, la complejidad psicológica de los
personajes es mayor. Por otro lado, la TV estadounidense mueve mucho
más dinero que el cine. En la TV, los autores son todos productores,
una serie puede tener 20 autores. Finalmente, la TV tiene el tiempo a
su favor: las historias episódicas son largas. Hoy la TV estadounidense
está pasando su época dorada.

¿Cuáles son las mejores historias para contar en TV?

Todas
aquellas que privilegien los diálogos: dramas familiares, conflictos
personales, conflictos del mundo de los negocios. Los primeros planos
de la pantalla chica favorecen lo que se conoce como las “cabezas
parlantes”. Y, además, son cosas baratas de producir.

¿Y cuáles son las más difíciles de contar?

Los relatos históricos, donde hay que recrear el pasado; la ciencia ficción, la fantasía…

Sin embargo, hay series de ciencia ficción muy exitosas, como “X Files”, “Lost”, “True Blood”…

Es
cierto, pero un capítulo de Lost, o uno de 24, comparado con El señor
de los anillos, sigue siendo relativamente de bajo costo, porque hay
muchos planos cortos, y, en términos de imagen y despliegue, la
producción es más modesta.

¿Cuáles son sus ficciones televisivas favoritas?

Hoy
la producción es tan descomunal que nadie tiene tiempo para ver todo lo
bueno que hay. Yo tengo Tivo (una tecnología que permite programar y
grabar los programas), y en este momento estoy siguiendo In Treatment,
Damages, The Wire, 30 Rock y Law & Order.

¿Qué función cree que cumplen hoy los relatos televisivos?

Como
en todas las épocas, la narrativa es un arte con un rol civilizador:
como la música, la pintura. Los grandes relatos son universales. Los
relatos televisivos en particular sirven para plantear temas sociales.
La sexualidad, el papel de las mujeres en la sociedad, por ejemplo, son
temas que la TV los puso en discusión mejor que ningún otro medio.

¿Los géneros tal como se los conocía hasta hoy, están en crisis?

La
complejidad de la dimensión humana supera todos los géneros, aunque
distintos géneros focalizan distintos aspectos. Hoy, para que una
historia sea original y novedosa, tiene que combinar elementos de
distintos géneros. Un sólo género muestra sólo una parte.

A
partir de la película “Matrix” en la industria se empezó a hablar de
“narración transmediática”, relatos que pueden pasar de un soporte a
otro, como el cine, Internet, los videojuegos. ¿Qué opina de eso?

Yo
he asesorado a Microsoft en algunos proyectos, pero debo decir que para
mí eso no es arte, es un juego, muy divertido, pero un juego. Cuando la
audiencia interactúa y tiene que tomar decisiones sobre el relato, eso
ya no es arte.

¿Qué es lo que nunca puede faltar para que una historia funcione?

Lo
único que no puede faltar es la empatía con los personajes. El
espectador tiene que sentir que son seres humanos, que les pasa lo
mismo que a mí. Tienen que identificarse con ellos al punto de querer
vivir sus vidas.