Por Raúl Miranda López  

Alfonso Reyes y Martín Luis Guzmán compartirán el seudónimo de “Fósforo”, en sus críticas cinematográficas publicadas alrededor de 1915, en el “Semanario de España”, publicación madrileña dirigida por Ortega y Gasset. Reyes y Guzmán, grandes personajes de la literatura mexicana se encontrarán en Madrid y harán gran amistad, a pesar de sus diferencias políticas: Martín Luis Guzmán se encuentra en España como enviado de Pancho Villa; mientras que Alfonso Reyes se encuentra exiliado debido a su parentesco, hijo del famoso general porfirista Bernardo Reyes, abatido por las fuerzas maderistas durante la llamada “Decena trágica”.   

Transcribimos aquí el breve artículo de Alfonso Reyes, titulado “El porvenir del cine”, de su columna Frente a la pantalla, como una muestra de sus variadas críticas cinematográficas de aquel año, 1915. Sin duda, Reyes mezcla aquí, de forma sin igual, como en toda su enorme obra ensayística, la fusión de los géneros: prosa y poesía. También transcribimos su poema Caravana, lleno de imágenes populares pero de un encantamiento poético, no sin falto de humor:   

“El campamento de mujeres batía palmas,  aderezando las tortillas de maíz”.

El porvenir del cine 
Alfonso Reyes

A todos los labios acude el famoso Sherlock Holmes entre los antecedentes literarios del cine. Las novelas de Rocambole ha tiempo que han sido olvidadas. La antigua novela criminal no parece ser el género popular más socorrido; el puesto le toca a la novela detectivesca. Se es menos sanguinario,  y se gusta más del acertijo de la vida. Podemos considerar este progreso de la literatura popular como un triunfo del espíritu inglés sobre el francés.  

Pero el drama cinematográfico tiene otros abuelos más ilustres, aunque a veces ciertamente parezca derivar de ellos por corrupción. Toda una atmósfera de finas y raras invenciones, toda una atomización de sustancia literaria se ha tenido que producir para sea posible esta humilde pantomima de luces.  

Directa o indirectamente, conscientemente o sin saberlo, el vulgar creador de películas cede al imperio de otras mentes: junto a él andan unas sombras hablándole al oído. Él oye a su manera el consejo, y va ¡el pobre! realizándolo a su manera. Si esas sombras tuvieran el poder de los dioses, de tiempo en tiempo le tirarían de los cabellos, como Atenea a Aquiles.  

Porque, hay que decirlo de una vez, tenemos más fe en el porvenir que en el presente. El cine tiene, a nuestros ojos, todos los defectos y las excelencias de una promesa. 

En tanto, nuevas invenciones van acumulándose, formando la nube de tempestad. Nuevos motivos humanos van descubriéndose. Unos pasarán al cine a través de la literatura escrita, y otros caerán directamente en su trampa o técnica. 

Cada gesto humano, cada perfil de la civilización moderna, está destinado a vibrar en la pantalla. Estamos creando el cine, al paso que vivimos.                      






Caravana

 

Hoy tuvimos noticia del poeta:

Entre el arrullo de los órganos de boca

y colgados los brazos de las últimas
estrellas,

detuvo su caballo.

 

El campamento de mujeres batía palmas,

aderezando las tortillas de maíz.

Las muchachas mordían el tallo de las flores,
y los viejos sellaban amistades lacrimosas entre las libaciones de la honda
madrugada.

 

Acarreaban palanganas de agua,

y el jefe se aprestaba

a lavarse los pechos, la cabeza y las barbas.

 

Los alfareros de las siete esposas

acariciaban ya los jarros húmedos.

Los hijos del país que no hace nada

encendían cigarros largos como bastones.

 

Y en el sacrificio matinal,

corderos para todos

giraban ensartados en las picas

Sobre la lumbrarada de leños olorosos.

 

Hoy tuvimos noticia del poeta,

porque estaba dormido a lomos del caballo.

Dijo que llevan a Dios sobre las astas

y que tiende la noche ácidas rosas

en las alfombras de los dos crepúsculos.

 

Alfonso
Reyes