Por Ulises Pérez Mancilla
  

“Filmar Los otros Californios ha sido una de las aventuras más emocionantes de mi vida. Cada viaje, cada camino difícil, me dejaron marcada la memoria”. Son las palabras del director César Talamantes, cuya película participó en la Selección Oficial del 23 Festival de Cine de Tolouse y que ya recibió los premios a mejor ópera prima y mejor documental en el pasado Festival DOCSDF. “Si hubiera de resumir todo en una palabra quizá la más acertada sería búsqueda, salí en busca de algo especial por decirlo de alguna manera y lo encontré”.
  

Formas de vida distintas:
  

“Mis raíces, al menos parte de ellas están en algunos de los ranchos de mi estado, y la gente con la que crecí también tiene dichas raíces… Pienso que lo más importante de este trabajo es que en él queda plasmada, de una manera objetiva, una manifestación de tipo de vida que perdura desde hace siglos, y que caracterizó la forma de ser y de pensar de mucha gente que vivió en esta zona del mundo, a veces sin importar su origen. Encontrar una forma de vida tan distinta a lo que la mayoría de nosotros llevamos en las sociedades modernas, para mostrarla al público, especialmente en estos tiempos tan difíciles para la convivencia humana, me deja satisfecho”.
  

Los otros californios, cuya fotografía es de César Gutiérrez (Espiral, El milagro del papa) es el resultado de un trabajo que inició en 2004, cuando el director egresado del CUEC (todavía estudiando) comenzó la investigación del tema durante sus vacaciones, tiempo en que viajaba a su lugar de origen realizando viajes esporádicos a los ranchos que finalmente figuran en el documental. El rodaje (realizado en tres etapas entre 2009 y principios de 2010) se concretó gracias al apoyo recibido por IMCINE a través del FOPROCINE.
  

Una obligación placentera:
  

Talamantes, quien a su vez debutó como productor de su ópera prima documental, espera seguir alternando ambos rubros en su siguiente trabajo, que será una ficción, teniendo el antecedente de haber estado ya en Clèrmont Ferrand con su cortometraje de ficción Olas de verano. “Me parece que Los otros californios es una película valiosa por su forma y contenido. Traté de hacer un trabajo muy respetuoso con los personajes y con el tema; el filme no pretendió jamás ser víctima del sentimentalismo, eso hubiera sido algo deshonesto, pues sus protagonistas no lo son”.
  

“Más que una intención, creo que fue una necesidad hacer este documental. Una especie de obligación placentera. A cada uno nos toca el privilegio de hacer algunas cosas en la vida. Conociendo la realidad sudcaliforniana, al menos mucho más que la realidad del resto del país y del mundo, sabiendo que hay un tema central en la conformación de su identidad, tema interesante y poco valorado, sentía la necesidad de hablar de este sector de nuestra población que alguna vez fue el más importante y que ahora se convirtió en minoría, los rancheros. Dejar un testimonio de un legado cada vez más lejano y menos asequible era una fascinante responsabilidad para mí”.
  

Sobre la narrativa documental y otras ficciones:
  

Al preguntarle sobre cuáles considera que son los privilegios narrativos del género documental, César responde tajante: “Los mismos que la ficción. Creo que un documental te da la posibilidad de armar una película de todos los tintes; puedes hacer un melodrama, una tragedia, una comedia, etcétera, una película experimental, lineal, poética… Todo esto se puede hacer incluso después de empezar el rodaje, lo que sí no se puede, o puede resultar mucho más complicado, es no tener idea del tema que empezarás a rodar. Es la base de todo. Una cosa importante es la preparación, me preparo yo y preparo a los personajes, si alguno de los dos no está listo entonces todavía no es momento de rodar. ¿Cuándo me siento preparado? ¿Cuándo sé qué es lo que quiero decir con el documental? Cuando nos conocemos lo suficiente para saber que me contestará lo que más me importa, y más”.
  

“Hay cosas básicas que me gusta saber de un actor así como de un personaje de documental, a veces, según el caso, pueden ser cosas aparentemente nimias, como sus gustos, o la manera que se expresa sobre ciertos temas, la forma de caminar, etc. Son cosas extrañas pero importantes, sin el conocimiento de ellas no me siento a gusto. Lo mismo me pasa con los actores, sólo que con los actores uno parte de una “realidad ficticia” que es la trama (y no siempre, ¿cuántas veces no se utiliza la experiencia personal de un actor para adaptarla a la vida de un personaje de ficción?), en cambio en el documental, uno parte de una realidad distinta, la vida misma del personaje, ahí, lo más importante para mí es el respeto. Al decir que hay un momento en que me siento preparado y entonces sé lo que quiero decir, no significa que en ocasiones esto ocurra, no es algo tan simple, evidentemente el proceso de rodaje está lleno de interrogantes, a lo que me refiero es a cierto estado mental que causa incertidumbre en mi persona, un estado en el que todo lo que queda es la imaginación y creatividad de todo el equipo de trabajo (la productora Masha Kostiurina y el sonidista Armando Narváez del Valle, entre ellos), un estado que es posible gracias al trabajo previo.
  

Anecdotario:
  

“Una de las anécdotas que recuerdo sucedió en un recorrido que hice por la sierra de Baja California Sur antes de filmar; en esa ocasión, en compañía de un amigo. Llegamos a un rancho muy apartado. La intención era avanzar todavía más, sin embargo, la noche anterior habíamos consumido gran parte de la gasolina, perdidos en un camino sin señalamientos, aquel rancho fue nuestro límite. Nos recibió una persona peculiar, extraño, alto fuerte; era para mí, por describirlo de alguna manera un tanto inexacta, lo más cercano que hay entre un hombre y un oso. Simón, con una extrañísima manera de hablar, nos invitó a tomar café en el patio de un cuarto que le sirve de casa. Colocamos un mapa sobre una mesa de plástico y señalábamos lugares del inexacto plano, preguntándole dónde estábamos y dónde habíamos estado antes; el ranchero repetía algunos nombres que nos oía decir; descubrimos que no sabía leer. La soledad del ambiente empezó a envolver cada actividad que realizaba Simón. Sus movimientos, las pausas al hablar, el silencio del rancho, la pequeña habitación en donde duerme solo desde que llegó en busca de una mujer, pues a su rancho, dos horas de camino sierra adentro, más cuatro horas en mula, no había ni una sola que no fuera su madre o su hermana. La plática no duró mucho. Me esforcé, con relativo éxito, en retener cada instante de ese momento porque –y lo digo sin exagerar- desde el primer minuto de contacto con Simón, supe claramente que él sería uno de los personajes de la película; el hallazgo me emocionó mucho y, a pesar de lo difícil que fue aquel viaje, la impresión llenó de alegría el camino de regreso a casa”.
  

Los otros californios, espera ser estrenado pronto tanto en la Ciudad de México como en La Paz, capital de Baja California Sur, donde se filmó por completo la película.
  

Por Redacción