Por Jon Apaolaza
Noticine.com-CorreCamara.com
Mariana Chenillo participa en el apartado Nuevos Directores del Festival de San Sebastián con una de las pocas películas no inéditas de esta apartado, ya que la presentó antes en Toronto. “Paraíso”, la nueva obra de la autora de “Cinco días con Nora”, viene avalada por el respaldo de la productora de Gael García y Diego Luna Canana, una especie de “encargo” que Chenillo asegura ha podido hacer suyo, y del que nos habla en esta entrevista exclusiva.
– ¿Qué cuenta usted en “Paraíso”?
“Trata sobre una pareja de obesos que vive en los suburbios de la Ciudad de México, concretamente en Satélite. Al principio del film, se ven obligados a dejar su vida “perfecta”, pues ellos creen que es perfecta, e irse a vivir allí, con lo cual la dinámica de la pareja cambia totalmente. Cuando llegan a la ciudad, comienzan a obsesionarse con el tema del sobrepeso. Los dos empiezan a sentir una gran presión, con la necesidad de tener el cuerpo perfecto, adquirir ciertos cánones de vida, de belleza y de todo. Es entonces cuando se descubre que uno de los dos tiene mucho potencial a la hora de bajar de peso y el otro no tiene nada y esa diferencia, el hecho de que uno adelgace tanto durante el año que están a dieta y el otro no, daña mucho su relación. Se trata de dos personas que llevan muchos años juntos y se quieren, pero esa diferencia física logra que todo cambie y hace que se planteen si pueden seguir juntos.
– Se suele decir, de los directores debutantes, que la segunda película suele ser mucho más difícil de hacer que la primera…
Sí, claro. Es que yo pienso que la primera película es con la que uno crece, siempre está allí. En mi caso, que fui a la escuela de cine, siento que todo lo que hice allí tenía que ver con esa primera película. Eran ensayos de tono, de personajes, de atmósferas… Con esa primera cinta se te abren muchas posibilidades y sin embargo, la segunda te elige a ti. En mi caso, paralelamente, estaba trabajando otro guion. Tenía la sensación de haberlo estado pensando durante mucho tiempo. “Paraíso” está basada en un cuento corto de una escritora mexicana, Julieta Arévalo. Pablo Cruz (de Canana), el productor de la película, me lo dio a leer hace unos años y la verdad es que cuando lo leí no vi lo que venía, no supe que iba a ser mi próxima película. Pero en el camino de escribir el guion, de adaptarlo primero, (la primera idea era hacer una adaptación muy literal del cuento), y prepararlo para su filmación, cambiaron muchas cosas. En el cuento, el protagonista es el personaje masculino y en la película, cuando se fue haciendo más y más personal, cambié el personaje protagónico al de ella y se volvió una mezcla de cosas propias y ajenas. A pesar de que procedía de un cuento y de que nuestra idea desde el principio era hacer una película de corte comercial, camino hacia el público, fácil de definir…
– En efecto, la cinta parece alejarse de los cánones del cine de autor, intimista…
Creo que la película es efectivamente de corte comercial, pero hay muchas cosas personales de todos allí. Por un lado, está el contexto, los suburbios. El productor, Pablo Cruz, es de Satélite, del lugar donde empieza la historia. Por lo tanto, existe un amor al lugar donde nació, que es en parte, el motivo por el cual él estaba enamorado del cuento y después, cuando yo adopté la idea para convertirla en un guion, empecé a poner muchas cosas mías, como de mi propio proceso como directora, de qué momento cuando eres mujer decides qué es lo que quieres hacer y te das la oportunidad de hacerlo. Muchas veces tardamos un poco más. Los actores también, la actriz protagónica, Daniela, que es un actriz hermosa, que tiene sobrepeso y ha vivido siempre con eso, ha puesto a la película también muchas cosas personales de su vida. He tenido la suerte de haber podido reunir y dar forma a muchas cosas prestadas de unos y otros que enriquecieron mucho la película.
– ¿Podríamos decir que se trata de un “encargo”?
No me molesta para nada la palabra “encargo”. Aunque yo, más bien, siento que uno adopta los proyectos o no, porque no tenemos una industria a partir de la cual alguien aparezca y te diga “tengo tres millones de dólares para hacer una película: escríbela y la hacemos”. Tarda mucho tiempo en reunirse el dinero para los proyectos. Se convierten en algo que necesita ser hecho y vas remando junto al productor para ir consiguiendo el dinero e ir escribiendo el guión. Es como una especie de herencia, una especie de viaje, que yo no sé si hubiera encontrado sola.
– He leído que tuvo que compatibilizar el rodaje con el cuidado de su bebé…
Sí. Creo que lo peculiar es que haya coincidido. El rodaje fue bastante “normal”; tuvimos horarios…; yo tengo un niño de un año. Cuando empezamos la preproducción, él tenia tres meses y cuando filmamos, cinco y yo le seguí dando leche durante todo el proceso. Creo que es importante aquí la confianza ciega de los productores. No tienen ni idea de lo que va a pasar. Necesitas organizar los tiempos y el papá tiene que estar muy involucrado para poderlo lograr. Ellos confiaron totalmente en la película y en el proyecto. Pusimos toda la fuerza y todo el cariño durante mucho tiempo y logramos entre todos combinar las dos cosas.
– Antes de presentarla acá, se vio la película en Toronto. ¿Fue una acogida distinta?
En Toronto, tuvimos una experiencia muy buena con el público. Es una película que se dirige directamente a la gente, a nivel particular. Más adelante, sabremos cómo funciona en cuanto a las taquillas y las ventas, pero sinceramente siento que no hay nada en la película que llame la atención de las masas. No hay ningún actor que en sí mismo vaya a atraer a un gran público. Es cierto que tenemos la suerte de contar con una participación especial muy bonita: la de Miriam Gallego. Ella ha venido al festival, a San Sebastián con nosotros, pero la película destaca por los personajes que forman la historia. La cinta funciona como un viaje de esos personajes que pueden lograr que el público que la vea se identifique con ellos. La experiencia de presentarla en Toronto fue muy linda. La gente que la veía salía muy conmovida y venía a contarnos su propia historia; sus propios problemas de peso, o de pareja o de vida y yo creo que es muy bonito poder hacer películas que hagan reír a la gente y luego la hagan llorar.
– Tanto en esta como en su opera prima usted confronta historias más bien tristes, dramáticas, tragedias personales, con una visión en la que la comedia dulcifica las cosas.
Yo creo que el humor afloja mecanismos, confío profundamente en el humor. Considero que permite hablar de cosas muy profundas. Ahora que me estoy haciendo vieja (risas), puedo hablar de eso con más confianza. Con la primera película, en el circuito de festivales, tienes la sensación de que eres un film menor porque haces reír. Está bien, pero hay películas serias y la tuya es una comedia. Necesitas un proceso de maduración para entender cuál es el tono en el que cada uno, cada director cuenta su vida y puede mostrar historias. Yo he ido reflexionando a lo largo del tiempo. El humor es una herramienta que te permite hablar de cosas muy serias y profundas porque no se genera una resistencia. Aflojas mecanismos en el espectador que hacen que puedas decir lo que sea; saber que la película te hace reír también es la clave de que luego te puede hacer llorar.
– ¿Y cómo será la tercera? ¿Tiene algo entre manos?
Tengo un guion en el que trabajé paralelamente a éste, que es una idea original mía y que ahora tengo que releer y que empezar a pensar, en qué contexto y en qué esquema de producción debería llevarse a cabo. Pero sí, estoy trabajando también en otra cosa.
– ¿Habrá de nuevo humor?
Sí, también. El tema en sí no suena como comedia, pero también lo es. Tiene que ver con mi propia vida. Trata sobre un hombre joven que tiene serios problemas de vista. Se está quedando ciego y está inmerso en el proceso de asumir esa vida que le espera. Yo también tengo un problema en la retina que es bastante serio, aunque está bastante controlado. Yo también he vivido ese proceso de pensar “soy directora y no veo muy bien, ¿cómo se combina eso?” Cuando te pasa a ti, es menos chistoso. En ese sentido, es muy personal, luego la ficción te obliga a cruzar líneas que no tienen tanto que ver con tu vida sino que tienes que ir a buscar a otros lados.
– ¿Considera usted que le ha resultado más difícil hacer cine por el hecho de ser mujer?
Creo que esa respuesta va cambiando. Ahora, si piensas cuáles son las películas mexicanas que más te han gustado durante los últimos años, la mitad podrían ser hechas por mujeres. Sobre todo, hay documentales y proyectos personales llevados a cabo por mujeres, que tienen una fuerza, una claridad, que es impresionante. Pienso que a nivel de resultados, no hay ninguna barrera realmente. Lo que sí siento es que sí hay una diferencia muy grande a nivel de contratos. Cuando se plantea hacer una serie de tv o un proyecto grande y se hacen ternas de directores, en general, no hay mujeres incluidas. Las mujeres tenemos proyectos claros. Cualquier guion o proyecto que tenga que hacerse se hace, se termina, se busca el dinero, se encuentran los medios… Son proyectos que a veces tardan muchos años, pero son muy personales y muy profundos y que se terminan y luego son muy exitosos. Sí hay trabajos hechos por mujeres, pero surgen de una necesidad muy personal y de una fuerza grandísima de levantarlo. No es como si alguien viniese de fuera a decirte “aquí está el dinero, toma, haz la película”. En ese sentido, todavía falta que seamos consideradas a la par, pero creo también que en resultados, hay muchísimas películas de mujeres que están entre mis favoritas. No creo que en eso haya diferencia.
FOTO: Miryam Gallego, Mariana Chenillo, Pablo Cruz