Por Fernando Moreno Suárez
El More
Desde Tesalónica

Tesalónica. Aterrizar otra vez en la antigua capital de Macedonia y en la edición 16 de su festival de documental resulta una nueva oportunidad para tomarle el pulso a la crisis europea que sigue afectando estas latitudes.

Frente al escenario donde parece que lo más duro ya pasó, en el día a día de los griegos, siguen presentes los recortes a los presupuestos y las manifestaciones que no les impiden seguir organizando un festival de cine espléndido.

Como ya es costumbre en la selección de documentales de este marzo, cuatro cintas mexicanas, “El cuarto desnudo”, “Los años de Hierro”, “Al ras del cielo” y “Bajo Tortura”, fueron muy bien recibidas en las tierras de Alejandro Magno.

En estas líneas me abocaré a la primera, dirigida por Nuria Ibáñez y que resultó tener funciones muy concurridas y las sesiones de preguntas y respuestas más extensas de las vistas por mí en el certamen.

Precedida por un exitoso recorrido en festivales que le significó el premio principal de documental en Morelia el año pasado, la cinta sorprendió al público local con su estrategia narrativa sobria y su inteligente austeridad formal que hace uso del Close Up como caballo de batalla que hace frente a una realidad hostil y dura. Gracias a este encuadre, Ibáñez construye un complejo fresco de las relaciones familiares a través de los retratos de niños y adolescentes que van a dar con sus problemas a la unidad de urgencias de un hospital psiquiátrico de la Ciudad de México.

La regla a aplicar parece muy sencilla, durante toda la película el primer plano de los menores de edad dominará la composición y escucharemos a los adultos, padres y terapeutas, en off constantemente —como toda buena regla, en el momento adecuado se puede romper para sorpresa y emoción del espectador—. De ese modo, la intimidad no sólo está garantizada por el uso consistente del lenguaje cinematográfico, sino que se convierte en uno de los principales aciertos del documental que arrancó un nutrido aplauso de los presentes y les hizo recordar, en palabras de algunos, a aquellos niños maltratados y abandonados de “Los olvidados” de Luis Buñuel que parece no han desaparecido de nuestra realidad. Y es que a más de 60 años de que el maestro de Calanda sacudiera a propios extraños poniendo sobre la mesa un tema controvertido, las cosas parecen no haber cambiado mucho.

Hablar de ello, y hacerlo evitando juicios morales o diagnósticos médicos hace que “El cuarto desnudo” trascienda al mero muestrario de padecimientos o enfermedades y se convierta en una poderosa reflexión sobre la fragilidad de la condición humana. En un espejo donde mirarse desde una cercanía que lo mismo maravilla e incomoda.

Visto lo visto, y recordando el gusto por nuestro cine en estas latitudes y el éxito de “Canícula” de José Álvarez y “Partes de familia” de Diego Gutiérrez en las dos ediciones más recientes de la competencia, no sería ninguna sorpresa que “El cuarto desnudo” ganara alguno de los premios de este año.

De eso y más les sigo contando en este y otros festivales reportando como le va a los cineastas mexicanos por el mundo.

Abrazo desde Grecia
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