Por Pedro Paunero

Ha habido un largo camino en el cine de terror cuyas tramas se desarrollan en las playas. Sus protagonistas recorren una gama que va desde los simpáticos monstruos anfibios de hule de las películas de bajo presupuesto de los años sesenta del siglo pasado, hasta los deleznables tiburones de la arena de “Sand Sharks” (Mark Atkins, 2011), de  principios del Siglo XXI, con sus malísimos efectos realizados por computadora, incluyendo a sus víctimas siempre dispuestas a morir para diversión del espectador. Como rezaba el slogan del póster de “Blood Beach”, una de las más recordadas de estas producciones: “Justo cuando creían estar seguros de regresar al agua… No pudieron atravesar la playa”. Este es un breve repaso por algunas de esas divertidas propuestas.
 

“The Horror of Party Beach” (Del Tenney, 1964)

Esta cinta perteneciente al género de las “Beach Party Movies” causa más risas que miedo e incluye los típicos elementos de dicha corriente, entre sexy y ridícula: chicas en bikini, arrumacos entre parejitas, chicos cantando y tocando guitarra, grupos playeros de rock (los  olvidados Del-Aires), algunos rebeldes en motocicleta e incluso (para que se la considere de “terror”) a varios monstruos surgidos del mar (mitad hombres y mitad peces o algo así), producto de las filtraciones de un contenedor con residuos radiactivos capaces de reintegrar los tejidos y la carne a los esqueletos que yacen entre los restos de un naufragio. Cinta para el consumo masivo del fin de semana veraniego, dirigida a adolescentes; Serie B amigable, nostálgica y divertida en una de las peores películas jamás filmadas. 

“The Flesh Eaters” (Jack Kurtis, 1964)

Una de las cintas pioneras del “Gore” así como un importante ejemplo del subgénero del “Eco-terror” que desembocaría en títulos como “Piraña” (Piranha, Joe Dante, 1978), “The Flesh Eaters” narra la historia de un piloto de avión y una actriz que deben volar a Provincetown pero aterrizan de emergencia en una isla habitada por un biólogo marino americano que pasó los años de la Segunda Guerra Mundial entre médicos nazis de los que aprendió un par de cosas, como mutar ciertas bacterias marinas para volverlas caníbales. La película, a pesar de los anticuados efectos especiales, conserva un cierto gusto revulsivo, en especial en la versión para DVD en la que se añadió la secuencia de los supuestos experimentos nazis que se había mantenido censurada. Todo un disfrute de carne deshaciéndose y algo más.
 

“The Beach Girls and the Monster” (aka Monster from the Surf, Jon Hall, 1965)

El hijo de un respetado oceanógrafo sorprende a sus padres con el aviso de su renuncia a una carrera científica para dedicarse de lleno a su pasión, el surf a la vez que la aparición de un monstruo marino provoca una masacre –sin sangre, claro-, en la playa. Esta película, apenas un poco mejor que “The Horror of Party Beach”, incluye material rodado por Dale Davis, el mejor director de escenas de surf de su época y al equipo de bailarinas “The Watusi Dancing Girls” del legendario club “Whiski a Go Go” situado al oeste del barrio de Hollywood y música escrita por Frank Sinatra Jr. para “The Illusions”, grupo creado expresamente para la película con miembros de la banda “The Hustlers”. La mayor parte del metraje se dedica a exhibir a las chicas en bikini bailando y a los miembros de la banda tocando. Sentimos la alegría y el calor en la playa. El monstruo es un añadido divertido para una de las mejores peores películas.
 

“La isla de los pigmeos sangrientos” (Aka. El ataque de las criaturas bestiales; Attack of the Beast Creatures, Michael Stanley, 1983)

Un bote cargado de náufragos arriba a una isla aparentemente deshabitada, casi de inmediato descubrimos al pesado del grupo que prefiere dejar atrás a los heridos por suponerlos una carga para todos. La búsqueda de agua dulce les llevará a encontrarse con lagunas formadas por ácido, y al herido que han dejado en la playa devorado hasta el hueso por alguna extraña criatura. No tardarán en aparecer varios pares de ojos luminosos que rodean a los supervivientes que acampan alrededor de una fogata y en ser atacados por los pigmeos –o las criaturas bestiales- del título, que no ocultan su naturaleza de títeres dientones con ojos blancos hechos de tela. Las situaciones absurdas se suceden mientras los náufragos continúan internándose, inexplicablemente, en la selva y son atacados una y otra vez por los bichos mientras nos preguntamos por qué a nadie se le ocurre defenderse a garrote limpio. A pesar de todo se trata de una película que no podemos dejar de ver hasta que termina; un título de esos que cumplen el cliché de “tan mala es que resulta buena.”


“Playa sangrienta” (Blood Beach, Jeffrey Bloom, 1981)

Si las “Beach Party Movies” de la década de los sesenta habían mutado desde las películas de criaturas anfibias ridículas (cuyo ilustre antecedente directo fue “El monstruo de la laguna negra”, dirigida por Jack Arnold en 1954, el último gran título de monstruos de la casa Universal), hasta la influyente “Tiburón” (Jaws, Steven Spielberg, 1975) con su criatura zoológica inquietantemente real y que tiene como mérito haber promovido el terror a los tiburones entre los veraneantes, durante la década siguiente ya había incluido elementos del género policíaco sin abandonar los propios como son las bañistas, los bikinis, la diversión playera y un ligero erotismo. Esta película más “creíble”, o mejor dicho, enmarcada en una trama de suspenso mejor llevada y un terror mejor resuelto que otras cintas baratas, cuenta la sucesiva y literal desaparición de personas en la playa de Santa Mónica, California. La gente es absorbida en la arena, muchas veces ante la mirada asombrada de testigos, lo que desata una investigación policíaca donde no falta la subtrama amorosa por parte de unos ex novios que han perdido, cada quien, a su pareja, y presenta a uno de los más originales monstruos asesinos, una especie de descendiente de la Hidra de Lerna del mito griego, que pudieran poblar las playas bizarras de que nos hemos ocupado y, de la que se cuenta, provocó cierto miedo y rechazo en los turistas a ser enterrados en la arena como parte de las diversiones playeras fuera de la pantalla. ¡Ah! También aparece el actor Burt Young, el “Paulie” de las películas de la serie de “Rocky”, como un policía gruñón pero bien intencionado. Este título ya tiene un remake, producido en 2014, con el título de “The Sand” y dirigido por Isaac Gabaeff. 
 

Por Pedro Paunero

Pedro Paunero. Tuxpan, Veracruz, 1973. Cuentista, novelista, ensayista y crítico de cine. Pionero del Steampunk y Weird West. Colabora con diversos medios nacionales e internacionales. Votante extranjero de los Golden Globe Awards desde 2022.