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En vísperas de los Osos de Oro y Plata y cuando ha terminado la competencia oficial con dos cintas de cierto interés pero no aparentes posibilidades de premio, algunos apartados paralelos de la Berlinale han concedido sus propios galardones, como Generation, dedicado a los más jóvenes espectadores, que ha reconocido a la cinta chilena “Las plantas”, de Roberto Doveris, un drama sobre una adolescente que cuida a su hermano minusválido en estado vegetativo, mientras intenta salir de su dura existencia a través del sexo con desconocidos que encuentra en internet. Además, la película documental mexicana “Tempestad” de Tatiana Huezo, obtuvo la Mención Especial del Jurado del Premio Caligari a la innovación en el ámbito cinematográfico, que concede la revista “Film Dienst”.

“Las plantas”, opera prima de Doveris, tiene como protagonista a la cantante argentina Violeta Castillo, y antes de llegar al certamen alemán se presentó en el de Valdivia, en Chile, donde impactó con imágenes de sexo explícito. Sin embargo, la Berlinale la eligió precisamente para su apartado de adolescentes, obteniendo por una parte el premio del jurado oficial de la sección, dotado con 7500 euros, y por otro lado una mención especial del jurado juvenil.

“Nos hemos sentido fuertemente atraídos por una película que caló en nuestro subconsciente. El director (Doveris) logró de una manera profunda y muy cinematográfica transmitir el despertar sexual de una chica joven en medio de unas muy duras condiciones familiares. La actuación central es a la vez sorprendentemente valiente y también maravillosamente vulnerable. Toda la película anuncia un realizador que no tiene miedo de extender los límites del lenguaje cinematográfico y la narración. Esta película es a la vez sui generis e inolvidable”, dijeron en su fallo los miembros del jurado, Sam de Jong, Petros Silvestros y Liz Watts.

En la sección a concurso, llegó a su fin la carrera por los Osos, que se entregarán mañana en una gala de clausura a partir de las 7 de la tarde (emitida en streaming por la web oficial del certamen). Los dos últimos títulos en probar suerte fueron este viernes la comedia detectivesca iraní “Ejhdeha Vared Mishavad!” (Llega un dragón), de Mani Haghighi, y el drama femenino polaco “Zjednoczone stany mi?o?ci” (Estados unidos del amor), de Tomasz Wasilewski.

El primero es un peculiar cocktail con elementos crítpicos sobre la historia de Irán, algún que otro fantasma, una isla en el Golfo Pérsico y un cementerio abandonado que oculta todo tipo de secretos. Si a todo lo anterior le añadimos un detective, que es el catalizador de toda la historia, nos topamos con una película a la que al menos hay que prestarle cierta atención aunque sólo sea por su originalidad. La atención, nos tememos, no dura mucho, y menos cuando el festival agoniza.

Por su parte, la polaca “Zjednoczone stany mi?o?ci” es un melodrama descolorido (de hecho a la fotografía le han quitado saturación para parecer imágenes en blanco y negro tenuemente coloreadas a mano) sobre cuatro mujeres que viven en una zona provinciana de Polonia justo cuando acaba de caer el telón de acero. Sin embargo, las protagonistas de esta historia en la que los hombres no quedan muy bien parados, están demasiado atadas al pasado y la forma de vida autoritaria y reprimida de un país a la vez católico tradicional y bajo un régimen satélite de la Unión Soviética, como para alcanzar una inmediata y refrescante libertad. Esteticamente la cinta es bonita, aunque Wasilewski tenga una tendencia un tanto excesiva a la desnudez femenina de mujeres maduras, pero le falta intensidad dramática.

En cualquier caso, no parece que ninguna de estas dos últimas propuestas de la competencia berlinesa vaya a resultar decisiva este sábado. Los pronósticos se mueven más bien hacia dos películas francesas, “L’ avenir”, un drama filosófico sentimental de Mia Hansen-Love, y “Quand on a 17 ans”, del veterano André Techiné, aunque también tienen posibilidades la estadounidense “Midnight Special”, de Jeff Nichols, y el documental italiano “Fuocoammare”, de Gianfranco Rosi. Tampoco deberíamos sorprendernos que el masoquismo se abra paso con alguna recompensa para la cinta de Lav Díaz “Hele Sa Hiwagang Hapis”, que este jueves dio un nuevo sentido a la expresión “un rollo filipino” con sus 8 horas (sí, ocho) de duración.

La Berlinale ha sido este año un festival de extremos, y en su competencia oficial han convivido desde la enorme (en duración) película del citado filipino Díaz, cine de autor en su versión más heavy (y para colmo localista), a cintas comerciales que podrían ser producidas por un canal de TV para su programación de fin de semana, como “Alone in Berlin”, de Vincent Pérez. Es la marca ecléctica de Dieter Kosslick, su director, que por todos los medios quiere evitar mantener una linea de cierta coherencia o equilibrio. Para todos los gustos, parece ser su lema. Después de una edición, la del año pasado, rica en propuestas iberomericanas y en español (que por cierto fueron premiadas), este año la presencia era meramente testimonial con un film portugués como “Cartas da guerra”, de Ivo M. Ferreira, y la coproducción minoritaria de México, que puso su territorio para “Soy Nero”, del iraní afincado en Europa Rafi Pitts.

Mucho nos tememos que este palmarés no resultará tan convicente como el del año pasado.