Por Ulises Pérez Mancilla

Hay películas que nos asombran y roban nuestro reconocimiento desde la primera escena. Otras que nos alegran o nos entristecen según el ánimo cotidiano, algunas que nos duermen y otras que hasta nos quitan el aliento. Existen las que motivan a escribir sobre ellas, a postearlas en el Facebook, a recomendarlas de boca en boca o a discernir largas horas sobre su tema o valía. Incluso a nivel mundial, hay un esquema sistemático para premiar a las mejores del año pero ¿Cuándo fue la última vez que una película te impactó de sobremanera y te abrazó, al grado de transformar profundamente tu vida, más allá de esa primera vez en pantalla?

Hace un par de años en Estados Unidos, el actor Jason Segel (un comediante de extracción televisiva) escribió un guión para revivir a los Muppets. Se empeñó y convenció a los estudios Disney de revitalizar la franquicia (que le compraron a Jim Henson para guardarla en un baúl) y finalmente, logró protagonizar al lado de “Gary” (su propia marioneta alter ego) un  sueño recurrente: vivir una aventura al lado de los Muppets, sus personajes favoritos de la infancia.

Mientras tanto en México, el egresado del CUEC Ulises Guzmán emprendió durante algunos años la tarea de construir un documental sobre la figura emblemática de Juan López Moctezuma (un cineasta evidentemente admirado por él) sólo para descubrir que sus objetivos y obsesiones tenían una atractiva delimitación. Fue así como supo virar y moldear su proyecto hasta cobijar el universo de un par de seres que, en una etapa de sus vidas, forjaron su amistad y el sentido mismo de su existencia a través de un fervor inusitado hacia “Alucarda, la hija de las tinieblas”, filme de López Moctezuma, también productor de Jodorowski en los 70.

Opuestas en lo formal ya sea por sus métodos de producción (Hollywood/Cine mexicano independiente) o la intención que significa su propio formato de entrega (comedia musical/documental “fantástico”); “The muppets” y “Alucardos: Retrato de un vampiro” son de esos casos atípicos que asombran por la transparencia de sus temas. En especial, por que erigen al público como máximo protagonista del sueño cinematográfico.

Ambas películas se hermanan en torno a la figura del espectador y ese momento único que posee el cine de envolvernos e impactarnos a primera vista, tanto o más como el amor. Y no sólo eso, aunque parten de la chispa que originó todo, se desprenden loablemente del original para permitir el crecimiento de algo nuevo, como la vida misma, inspirado pero nunca igual, creado a semejanza, pero con la fuerza suficiente como para que la esencia se transforme a través de la experiencia.

Y en este proceso, importa más el camino que uno recorre de la mano de las películas que la película misma, esto es, la cesión a la re-significación de lo visto/aprendido como un nuevo ente autosuficiente. La siembra de una semilla. De ahí la metáfora utilizada por Ulises Guzmán sobre el fan como un vampiro, un ser creador que se nutre a su vez de otras vidas (en este caso, una película, un personaje, o un show de televisión). La industria cultural vista como la irrupción de un ciclo nostálgico que a la postre, conduce a la reincidente valoración de lo añorado no sólo por lo que significó en su momento, sino por lo que social e íntimamente representa ahora, lejos, muy lejos de las salas de cine.

No importa si la fuente de origen fue la Rana René o Tina Romero, Star Wars o Harry Potter, Orson Wells o Fellini, Tarantino o Godard, Fritz Lang o John Ford, Alfonso Zayas o Cantinflas, o “El Indio” Fernández o Brad Pitt o Jenifer Aniston; al final, importa lo que su trabajo, o sus personajes, o sus historias hacen con nosotros. De la casualidad del día en que su pasión cambió el rumbo de nuestras vidas.

Filmografía

The muppets. EUA. 2011. Director: James Bobin. Guión: Jason Segel, Reparto: Jason Segel, Amy Addams, Chris Cooper.

Alucardos: Retrato de un vampiro. México. 2011. Director: Ulises Guzmán.


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