Por Manuel Cruz
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La colonia Narvarte no es extraña al tono pastel en medio de los árboles, casitas y tiendas. Pero Las Delicias de Ramona resalta por ser una pastelería verde-azul con amarillo, refinadamente decorada por dentro… Así cómo foco de atención para decenas de hombres con chalecos que incluyen desde pinzas y alambres hasta salsa Tabasco en los bolsillos, aparentes transeúntes corriendo de un lado al otro con ipads en la mano, chicas guapas con headsets y walkie talkies de partido de NFL y muchas cámaras circulando alrededor. Es un grupo enorme, comandado – en este momento – por Bárbara Enríquez, que parecería tener más de dos ojos tras sus gafas Porsche, examinando con aguda precisión lo que ocurre dentro. “Eso pasa cuando te dedicas a ver todo”, y es que “Ramona y los escarabajos” es una película más de las que ha diseñado. Pero si Enríquez conoce las sillas dentro del pequeño set que ha creado en una semana y con un lugar vacío de entrada, Beto Cohen sabe todo sobre la película, ya que el guión es de su autoría.

“Me gustan las gordas”, dice Cohen. Y Ramona es el relato de una más en la lucha contra el rechazo a tal condición – por parte de su madre (María Rojo) y su hermana (Lila Avilés). Es una historia donde el sobrepeso de la protagonista parece bloquear su existencia (la molestan en la escuela y años después, la corren de su trabajo por lo mismo) hasta que encuentra unos escarabajos mágicos, capaces de cambiar su destino.

Así cómo su protagonista, Cohen tuvo que enfrentar el rechazo del IMCINE para el proyecto, recurriendo a sus colegas Mónica Lozano (productora de “No se Aceptan Devoluciones”) y Hugo Rodríguez (director de “Nicotina” y productor de “Colosio”). Es un equipo donde todos se conocen, exceptuando a Andrea Ortega, quien interpreta a Ramona y llegó a la producción tras enviar un video a Saturday Night Live producido por Eugenio Derbez.

“Ramona es una gorda no aceptada por su familia, incluso cuando su ellos no se aceptan a si mismos: su madre pasa por todas las operaciones posibles, y su hermana Sofy nunca come, dejando carga doble para Ramona”, menciona Cohen. La única que se acepta es ella misma. Cohen afirma que su película es un homenaje a las mujeres, inspirado por su gusto en las pláticas femeninas, aunque quizás no resulte así para gran parte del público, si las operaciones son regla en la vida de muchas mujeres.

“La familia es la primera en no abrazar la diferencia, y desde ese principio, te mandan a la escuela sin armas” el bullying se vuelve una puerta abierta. Sin embargo, a juzgar por los detalles de la trama y su final (que no será revelado con la intención de no lanzar spoilers pre-estreno), no parece ser una cinta que enfrente al tema del sobrepeso desde un ángulo trágico (como lo hizo “Malos Hábitos”de Simon Bross años atrás).

Para Cohen, el cine mexicano está en un renacimiento, ofreciendo cintas desde “No se aceptan devoluciones” hasta “Los insólitos peces gato”. Cree que la clave para atraer nuevos espectadores yace en expandir el rango de opciones: que la gente que acuda al cine pueda ver cintas desde lo más popular y taquillero, hasta situaciones experimentales.

Para Hugo Rodríguez, director de “Ramona y los escarabajos”, las circunstancias son un poco distintas: los medios digitales si facilitan la filmación, es finalmente posible hacer una película usando un iPhone, pero el problema más grande sigue siendo la exhibición y distribución del cine, aunque en el ámbito de la producción también se pueden modificar las cosas. “Hay que dar las posibilidades para que cualquier realizador logre su proyecto”, pero los lugares para distribuir no son amplios, y el sistema de exhibición es todavía un monopolio. Otro problema frente a la distribución tiene que ver con la posición del estado, que suele ser socio mayoritario. “Hay que cambiar de raíz la forma en que apoya el estado”, ya que este se queda con más del 50% de la producción nacional, determinando a que festivales enviarla y demás canales para llegar a ser vista por los espectadores. Todo se reduce a la participación mayoritaria. Frente a la reciente propuesta digital del IMCINE, Rodríguez opina que es bueno tener una nueva ventana para ver cine nacional, pero los realizadores (que usualmente producen sus propias películas, y viceversa), deben tener una opinión respecto a su obra.

Por ahora, “Ramona y los escarabajos” concluye lo que aparenta ser una ambiciosa filmación, y seguramente se asomará a alguna sala de cine el año siguiente.


María Rojo, Julio Bekhor y Andrea Ortega.

 

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