Para Elisa Lozano, con enorme afecto

Por Hugo Lara Chávez

Dice el refrán que “no hay quinto malo”. Emmanuel Lubezki —”El Chivo” como se le conoce en México—, va a ganar el Oscar el próximo domingo por Mejor fotografía, esa es nuestra apuesta. Está tan cerca del premio de la Academia de Hollywood más que nunca. Gracias a “El árbol de la vida” (The Tree of Life), de Terrence Malick, ha recibido su quinta nominación, pues antes ya lo había logrado por “Nuevo mundo” (The New World, 2005) con el mismo director; además de “La princesita” (The Little Princess, 1995), y “Niños del hombre” (Children of Men, 2006) ambas bajo la dirección de su gran amigo y paisano Alfonso Cuarón, y también por “La leyenda del jinete sin cabeza” (Sleepy Hollow, 1999), de Tim Burton.

Recuerdo haber visto al “Chivo”, en mi época de estudiante, trabajando en los ya desaparecidos Estudios América, cuando se encontraba filmando una recreación de “Ensayo de un crimen”, la película de Luis Buñuel que es aludida en “Miroslava” (Pelayo, 1992), subido en una grúa con su larga greña castaña. Ya entonces era un talento que sobresalía.

Ha sido una feliz coincidencia para el que esto escribe que junto con mi muy estimada Elisa Lozano, hemos recientemente publicado el libro “Luces, cámara, acción. Cinefotógrafos del cine mexicano 1931-2011” (editado por Imcine, Cineteca Nacional y el Festival de Amiens), donde se hace un recorrido por el arte y el oficio de estos especialistas a lo largo de 80 años, cuyos fragmentos reproduzco abajo. En ésta revisión tan extensa, el nombre de Lubezki cobra gran importancia en los capítulos que examinan la década de los noventas y los dosmiles. A lo largo de esta experiencia, tuvimos la oportunidad de conversar con varios de los colegas contemporáneos del “Chivo”, así como de otras generaciones, que nos dieron su opinión sobre el talento del cinefotógrafo mexicano que se encuentra en la antesala del Oscar.

Debemos recordar que los inicios de Lubezki en este oficio, en los años ochenta, están fuertemente vinculados con el ascenso de una generación notable de cineastas, entre ellos Luis Estrada, Guillermo del Toro, Carlos Carrera, Carlos Marcovich y, especialmente, Alfonso Cuarón, con quien realizó como fotógrafo una película fundamental: “Sólo con tu pareja” (1991). Se trató una cinta que revolucionó al cine mexicano por su estética, su narrativa moderna, su visión contemporánea de la Ciudad de México, entre otros elementos. Fue uno de los pilares de lo que se llamó entonces “el nuevo cine mexicano”. Esta generación tuvo el mérito de consolidar un cambio no sólo estético sino también gremial, pues antes de ellos, las políticas sindicales estaban cerradas para el talento joven.

Al respecto, en el libro “Luces, cámara, acción”, en la entrevista que consignamos con otro cinefotógrafo internacional, Xavier Pérez Grobet (“Antes que anochezca”, Julian Schnabel, 2000; “Mother and Child”, Rodrigo García, 2009), éste describe lo siguiente:

“El Chivo (Lubezki) fue el pionero de todo esto, yo creo que fue el primero de esta camada que puso un estilo novedoso de ver la cinematografía, fue el primero en cambiar en el país la forma de cómo iluminar. ‘El Chivo’ empezó usando mucha luz suave, su estilo lumínico es completamente diferente al que se venía haciendo por tradición, sobre todo usando fuentes de luz difusa grandes, que antes no se usaban”.

Otra de sus contemporáneos, Celiana Cárdenas, la fotógrafa de filmes como “Morirse está en Hebreo” y “No eres tú, soy yo”, ambas de Alejandro Springall, dice en el mismo libro lo siguiente: “Por su gran diversidad, porque tiene un ojo magnífico, me encanta Lubezki; porque es un fotógrafo que puedes verlo a través de su trayectoria, increíblemente estilizado”.

Antes de emigrar a Hollywood, Lubezki trabajó también en “Ámbar” (Estrada, 1993) y “Como agua para chocolate” (Arau, 1992), que fue un fenómeno de taquilla y tuvo una gran resonancia a nivel mundial. Estaba basada en la novela homónima de Laura Esquivel, y era un relato romántico con el pintoresco ambiente mexicano, en tiempos de la revolución, que originalmente iba a ser fotografiada por Vittorio Storaro mientras que Lubezki se haría cargo de la segunda unidad. Finalmente Storaro no pudo hacerla y Lubezki quedó al frente de la fotografía. De aquella experiencia, Lubezki comentó en una entrevista:

“Recuerdo haberle dicho a Arau que no estaba preparado para hacer la primera unidad y le di una lista de cinefotógrafos que me hubiera gustado tener cerca para ver cómo iluminaban. Fue un filme de casi un millón de dólares de presupuesto, que era mucho dinero. Era una película de época con hermosas actrices y un increíble vestuario. El mobiliario y la utilería no llegó a tiempo, porque alguien no pagó los camiones que los transportarían desde Hollywood. Arau no podía desatorar la película. Decía que quería empezar a filmar y me preguntaba si yo podía encontrar una manera de fotografiar para ocultar las carencias en el set. Les pedí que pintaran las paredes casi negras e iluminé a las bellas mujeres, de modo que no te fijas en el escenario; eso determinó el estilo de la película. Lo recuerdo como una experiencia muy divertida”.

Una vez que Lubezki se instaló en Estados Unidos, su vínculo con Alfonso Cuarón fue determinante, tanto en sus primeras experiencias (La princesita, 1996) como en aquellas de madurez, como “Y tu mamá también” (2001) que marcó un breve regreso a México y a un tipo de producción modesta. “Niños del hombre” (2006), en cambio, fue una gran producción internacional resuelta con largos planos secuencia que, en los momentos de mayor violencia, remiten a ciertas referencias de “La batalla de Argel” (Gillo Pontecorvo, 1966). El mismo Cuarón explica el trabajo con Lubezki en ese proyecto:

“Cuando hablaba con El Chivo Lubezki, comentamos que a pesar de que el lienzo sea mucho más grande, el valor de producción brutalmente más grande, el acercamiento a nuestra trama tenía que ser idéntico a como fue en Y tu mamá también, y establecimos ciertas cosas, como que personajes y contexto social deben tener el mismo peso, eso quiere decir, por ejemplo, que no hay close ups para no darle más al personaje frente al contexto social. Todo tiene que estar abierto, de tal manera que los personajes se fundan con el contexto. Junto a eso, definimos que no usaríamos el montaje para crear efecto, sino más bien tratar de crear un momento honesto, un momento de verdad y que la cámara registrara eso. Hay además muchos detalles en la película que definen a los personajes en situaciones que parecen triviales pero no lo son, como de pronto se ve igual en “Y tu mamá también”…

La carrera Lubezki fuera de México ha sido notable, con asociaciones con otros directores brillantes, como Tim Burton en “La leyenda del jinete sin cabeza” (1999), los hermanos Coen en “Quémese después de leerse” (2008) y Terrence Malick en “El nuevo mundo” (2005) y “El árbol de la vida” (2011), ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cannes y por la que se encuentra a un paso de ganar el Oscar.

Otro director de fotografía destacado, Damián García (“El Infierno”, “Chicogrande”, “La vida precoz y breve de Sabina Rivas”) que pertenece a una generación más joven, nos comentó lo siguiente sobre Lubezki:

“Recuerdo que mi generación fue una de las primeras en admirar a aquella otra que reformó la fotografía mexicana. Todos estábamos al pendiente del “Chivo” [Lubezki], de Marcovich y de Rodrigo [Prieto], quienes cambiaron la manera en que se veían las películas en México”.

Uno de los directores de fotografía veteranos más respetados en el cine mexicano, Angel Goded (“Frida, naturaleza viva”, 1985), asegura sin empacho que es uno de los tres más importantes fotógrafos del cine actual en el mundo.

Por esto y mucho más, esperamos que Lubezki se alce con la estatuilla el próximo domingo por la mejor fotografía, sería el segundo mexicano en conseguirlo después de Guillermo Navarro por “El laberinto del fauno” (2006). Y lo puede hacer en buena lid frente a los otros estupendos fotógrafos que compiten. Esperamos también que pronto se dé la tan postergada entrevista que tenemos pendiente con él.


Los nominados al Oscar por Mejor fotografía 2012

“The Artist”: Guillaume Schiffman
“The Girl With The Dragon Tattoo”: Jeff Cronenweth
“Hugo”: Robert Richardson
“The Tree of Life”: Emmanuel Lubezki
“War Horse”:  Janusz Kaminski

EN LA FOTO DEL INICIO: Lubezki en el rodaje de “Niños del hombre”

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Por Hugo Lara Chávez

Cineasta e investigador. Licenciado en comunicación por la Universidad Iberoamericana. Director-guionista del largometraje Cuando los hijos regresan (2017). Productor del largometraje Ojos que no ven (2022), entre otros. Director del portal Correcamara.com y autor de los libros “Pancho Villa en el cine” (2023) y “Zapata en el cine” (2019), ambos con Eduardo de la Vega Alfaro; “Dos amantes furtivos. Cine y teatro mexicanos” (coordinador) (2015), “Luces, cámara, acción: cinefotógrafos del cine mexicano 1931-201” (2011) con Elisa Lozano, “Ciudad de cine” (2010) y"Una ciudad inventada por el cine (2006), entre otros.